5 nov 2018

¿Saben de qué se hacen los derechos, mis jóvenes?


¿Sienten su olor?
¡Los derechos son hechos de sudor, de sangre, de carne humana podrida en los campos de batalla, quemada en hogueras!

¡Cuando abro la Constitución, además de los signos, de los enunciados vertidos en lenguaje jurídico, siento olor a sangre vieja!

¡Veo cabezas rodando de guillotinas, jóvenes mutilados, mujeres ardiendo en las llamas de las hogueras! Oigo el grito enloquecido de los empalados!

¡Me encontré con niños hambrientos, enriquecidos por inviernos rigurosos, fallecidos a las puertas de las fábricas con los estómagos vacíos!
¡Sofoco en las chimeneas de los Campos de concentración, expulsando cenizas humanas!

Veo africanos convulsionando en las bodegas de los barcos negreros.

Oigo el gemido de las mujeres indígenas violadas.

¡Los derechos están hechos de fluido vital!

Para hacer el derecho más elemental, la libertad, pasaron siglos y miles de vidas fueron tragadas, fueron molidas en la máquina de hacerse derechos, ¡la revolución!

¿Tú creías que los derechos fueron hechos por los funcionarios que tienen asiento en los parlamentos y tribunales?

¡Que engaño!

 ¡El derecho se hace con la carne de la gente!
Cuando se deroga un derecho, se pierden miles de vidas ...
¡Los gobernantes que usurpan derechos, como buitres, se alimentan de los restos mortales de todos aquellos que murieron para convertirse en derechos!

Cuando se concreta un derecho, mis jóvenes, se eterniza esas miles de vidas.

Cuando concretamos derechos, damos un sentido a la tragedia humana y a nuestra propia existencia.
¡El derecho y el arte son las únicas evidencias de que la odisea terrenal ha tenido algún significado!


Traducción de un texto atribuido a la Juez Federal Raquel Domingues do Amaral

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