8 may 2013

Impacto sobre el suelo por la lechería. La necesidad de información y una visión holística.

En las últimas décadas la lechería tuvo importantes transformaciones socioeconómicas y tecnológicas. 

Pasando de una base casi exclusivamente forrajera con rotaciones con laboreo convencional que alternaban praderas y cultivos forrajeros anuales con pastoreo directo, a mayor utilización de siembra directa, menor superficie de campo natural y tener un peso creciente en la dieta animal el uso de reservas, granos y subproductos agroindustriales. 

El desarrollo de tecnologías de alta producción estuvo acompañado de incremento de la dependencia genética (animal y vegetal), concentración de la producción en menos unidades productivas de mayor escala, transnacionalización, aumento de la exclusión y diferenciación social, con gran incremento de insumos, información, energía y capital externos a los tambos (y en muchas ocasiones externos al país). Transitando hacia la situación actual de los sistemas comerciales cuya productividad por vaca masa están pasando niveles de 6000 L/ha.

Este cambio técnico ha sido propuesto como la única ruta a seguir y por la que necesariamente hay que avanzar (Alvaerz y col., 2001, citado por Garibotto, G. 2006 ). Sin embargo esta visión que no es neutra desde el punto de vista social y muchas veces carece de fundamentos objetivos, no es la única. No hay una asociación lineal y directa entre productividad y resultado económico, además de que se debe observar su impacto sobre el ambiente y sobre la sociedad en su conjunto, y no sólo “dentro del predio” (Garibotto, G. 2006).

Estos cambios tienen impactos en la dinámica de los ecosistemas del rubro, o sea, a los propios agroecosistemas lecheros. Pero también impacta sobre los que aportan alimento y servicios para esos sistemas, así como en los agroecosistemas que compiten o conviven con la lechería. Estos últimos tres grupos (que proveen alimento, servicio y "competidores") en general no son tomados en cuenta a la hora de evaluar los cambios en el sector, que trascienden a lo que pasa “porteras adentro”. 

Veamos un ejemplo, para evaluar el impacto sobre los suelos generalmente se plantea utilizar el contenido de materia orgánica o carbono orgánico del suelo (COS) como uno de los principales indicadores. Esto debido a que es un componente clave a la cual se asocian la mayor parte de las propiedades químicas y físicas del suelo y por tanto a la productividad. Además la evolución del contenido de COS también es importante por sus conexiones con los gases de efecto invernadero (GEI). 

Cambios en el carbono orgánico del suelo.


Morón y col., (2006) presenta resultados preliminares de 28 predios comerciales dedicados a la producción lechera dentro del Departamento de Colonia con una perspectiva algo diferente. Los autores encontraron que se puede apreciar un grado de deterioro de la calidad física de los suelos bajo explotación lechera respecto de los suelos de referencia (imperturbado). En los valores de COS en los primeros centímetros de suelo se observó una importante diferencia de 0.7 % lo cual equivale aproximadamente a 1.2 % de materia orgánica. 

En muestreos realizados durante los años 2005 y 2006 (sobre 166 potreros de 86 predios) dedicados a la producción lechera en los departamentos de Colonia, San José y Florida, Morón (2012) menciona que en promedio el COS de los potreros de producción disminuyo un 20,4 % frente al promedio de los respectivos suelos de referencia. Además observa que el 80 % de los predios tienen valores de COS inferiores a la referencia. Existen aproximadamente un 30 % de los potreros en producción que presentan disminuciones o pérdidas de COS, en los 0-15 cm superiores del suelo, entre 30 y 60 %. 

Un segundo paso es medir los cambios en el COS en los predios lecheros, como ha evolucionado. Díaz y Duran (2011) realizaron un interesante estudio a este respecto, mostrando la evolución del COS y relacionándolo con diferentes usos del suelo de los sistemas lecheros de La Estanzuela desde 1974 a 2010, con muestreos aperiódicos e incompletos, por lo que se trata de datos desbalanceados y con diferentes métodos de medición. Planteando que La evolución del manejo del suelo como consecuencia de los cambios técnicos de los sistemas productivos de la Unidad de Lechería de La Estanzuela puede considerarse representativa de los cambios ocurridos y en proceso en la principal cuenca lechera uruguaya. Los trabajos de relevamiento del estado actual de los suelos dedicados a lechería cuantificaron un deterioro del contenido original de CO del orden del 22%. Complementariamente, dicho trabajo diagnostica una situación promisoria de posible restauración de la fertilidad productiva y de capacidad de secuestro de carbono (aproximadamente 2% de acumulación anual) con la misma tecnología que viene siendo adoptada en la actualidad por los productores lecheros más intensivos. (Díaz y Duran, 2011). Partiendo de niveles muy bajos de COS en el orden de los 20 g kg-1 a principios de los 90. 

Otro dato relevante es que en La Estanzuela tal cual ocurre en los tambos comerciales, existen parcelas destinadas al confinamiento del ganado, ya sea para evitar los pastoreos de pasturas cultivadas en períodos de lluvia, como para suministrar concentrados, henos y silos, realizando un semiconfinamiento sobre “campo natural”. Las parcelas de estos semi-confinamientos mostraron la misma dinámica general del CO que las parcelas del resto del sistema manejadas bajo rotación de pasturas y cultivos, pero con % de COS significativamente más altos. Explicando esta evolución entre otros factores los incrementos muy importantes de las reservas forrajeras y de concentrados que se suministran en esas parcelas, el fuerte traslado de nutrientes por uso de altas cargas animales y períodos de ocupación más extensos al no depender exclusivamente del forraje en pie sino de los suplementos usados. Estas parcelas de semi-confinamiento con mejor situación de fertilidad plantea la oportunidad de incorporarlas a la fase agrícola del sistema. Si esto no fuera posible se abren dos estrategias: a) dispersar las áreas de suministro de concentrados y reservas hacia mayor número de parcelas de la rotación o b) concentrar esos suministros en patios de alimentación diseñados para hacer viable el reciclaje de los efluentes hacia las parcelas con pasturas. Estas alternativas deben ser evaluadas considerando no solamente los beneficios productivos sino de contaminación ambiental y su posible manejo. Cabe interrogarse acerca de la necesidad de desarrollo de tecnologías apropiadas para su manejo por la investigación local, ya que el área que ocupan estos potreros en los establecimientos lecheros es muy significativa y también lo es la dimensión de las oportunidades productivas y amenazas ambientales que se plantean (Díaz y Duran, 2011). 

Sin duda estos trabajos son una contribución para una tarea mucho mayor que consista en un monitorear, evaluar y diagnosticar el estado de la calidad de los principales suelos utilizados en producción lechera en Uruguay, para sacar mejores conclusiones de lo que pasa “en los tambos”. 

¿Qué más necesitamos considerar para evaluar los cambios en el contenido de carbono de los suelos? 


Ahora bien desde una perspectiva agroecológica cabría entonces ahora preguntarse ¿en cuanto a afectado a esta evolución el cambio climático, el incremento de la temperatura, de CO2 y de las precipitaciones en la región? ¿Cuánto ha aumentado la huella de carbono por el incremento en el uso de maquinaria, combustible fósil, mano de obra y transporte que implicaron estos cambios tecnológicos? ¿Cuál es el incremento asociado a los servicios que implicaron esos cambios, aquí estamos hablando de los servicios financieros, comerciales, asesoramiento técnico, administrativos entre otros? 

Pero además de energía se ha realizado una importante transferencia de fertilidad y materia orgánica desde fuera de estos sistemas, por lo que hay que considerar el impacto en el suelo sobre los agroecosistemas agrícolas asociados a la lechería como parte de los mismos. Recordemos que el gran incremento de la agricultura de los últimos años está también de alguna manera asociado a la producción de granos para alimentación animal. Las nuevas exigencias de planes de uso del suelo en agricultura contribuirán a mitigar impactos y esperemos que prontamente se pase a utilizar también el balance de nutrientes. Una herramienta que se puede utilizar como indicador de manejo de nutrientes, que sirve para cuantificar o presupuestar nutrientes, contribuyendo a visualizar manejos apropiados y la eficiencia de utilización, que en otras partes del mundo ya es de uso obligatorio (como en la Unión Europea). ¿Cuánto del deterioro de los suelos agrícolas puede ser atribuible a la lechería? 

Por último en la última década la superficie destinada a la lechería nacional se redujo levemente en total de hectáreas entre 2000 y 2007 a alrededor de 600mil ha (DIEA, 2007) y creció levemente desde esa fecha hasta rondar las 650 mil ha (DIEA, 2012), pero esta relativo estabilidad es resultado de zonas donde avanzó sobre la ganadería, u otras producciones y zonas de donde se retiró. En el mismo sentido el cambio en el uso del suelo (campo natural, praderas, verdeos, etc) a la interna de la superficie lechera ha evolucionado a porcentajes similares a los del inicio de la década pero con grandes variaciones en cuáles son las hectáreas concretas, en este sentido los promedios son engañosos. ¿Cuánto significa desde el punto de vista de cambios en el COS pasar de estos agroecosistemas de pasturas naturales a rotaciones agrícolas, cual ha sido el impacto por el cambio de uso del suelo? 

En perspectiva… 


 Hasta ahora la evidencia es que el uso del suelo para lechería (con las tecnologías dominantes) ha implicado un deterioro en el contenido de materia orgánica del suelo en Uruguay. La siembra directa y rotaciones de cultivos pasturas de alta productividad son generalmente manejados como la clave para mejorar el contenido de COS, mejorando con respecto a los sistemas con laboreo tradicionales. Pero esto no necesariamente signifique que estemos mejorando. Desde el punto de vista del COS parecería que fuera posible al menos “corregir” parte de los problemas anteriores de pérdida de COS o al menos no continuar profundizándolos. La información disponible nos plantea la duda de si será posible con estas propuestas productivistas llegar a niveles de COS que tenían los ecosistemas de pradera antes de la lechería, o si será necesario otro enfoque. Ahora bien si intentamos ver el problema en su conjunto (y no solo el carbono en el suelo), no hay duda que si es necesario otro enfoque. Qué pasa con la interacción con otros factores como, el efecto de los herbicidas, la uniformidad genética (animal y vegetal), el incremento de monocultivos, los productos sanitarios (tanto vegetales como animales), el manejo de efluentes, el aumento de carga animal, la compactación del suelo, el sistema de pastoreo entre otros. Y más allá de los aspectos tecnológicos de la producción, es necesario, urgente e imprescindible incorporan al mismo tiempo las dimensiones sociales (política, económica, cultural) y ecológicas, en estos sentidos la agroecología y los enfoque sistémicos tienen mucho para aportar.

 Bibliografía



Garibotto, G. 2006. Impacto de la intensificación en sistemas pastoriles de producción: el modelo de la lechería en el Uruguay. http://www.slideshare.net/Elbuenovejero/impacto-de-la-intensificacinpdf 


Morón, A.;  Molfino, J.; Sawchik, J.; Califra, A.;  Lazbal, E.; La Manna, A.; Malcuori, E. 2006. Calidad del suelo en las principales áreas de producción lechera de Uruguay: Avances en el departamento de Colonia. Jornada Técnica de Lechería. En: INIA. Serie  Actividades de Difusión N°455. pp 1-9.



Morón, A. 2012. La Calidad de los Suelos bajo Producción Lechera y Producción Agrícola en las Principales Regiones de Uruguay. Ponencia ISTRO 2012. Montevideo. Uruguay. On line en: istro2012.congresos-rohr.info/programa/ponencias/13_1_Alejandro__Moron.doc   


Díaz Rossello R.; Durán, H. 2011. Los sistemas lecheros y su impacto en el recurso suelo. Revista INIA marzo 2011. pp 47-51. Y publicado también en  Agrociencia Uruguay (15) 2: 109-119.

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