Autor: Santiago MONTEVERDE, Tutores: Amabelia DEL PINO y Daniel PANARIO
RESUMEN:
En años recientes se ha incrementado el interés y la producción ecológica de cerdos en sistemas al aire libre, considerados por varios autores como una alternativa a los grandes sistemas confinados, por ser respetuosos del comportamiento animal y ambientalmente amigables. Sin embargo, algunos grandes conflictos pueden aparecer en cómo y hasta qué grado los diferentes objetivos productivos y de manejo sostenible de los recursos se pueden combinar. Con el objetivo de estudiar impactos sobre el suelo del sistema de cría de cerdos a campo desarrollado en la Unidad de Producción de Cerdos (CRS, Facultad de Agronomía) luego de 12 años de instalado, se muestreó 6 parcelas de 1500 m2 y un área testigo (sin cerdos). El suelo corresponde a un Brunosol y los animales se manejan en parcelas con cargas promedio de 6 cerdas ha-1 año-1, dieta a base de ración y acceso permanente a pasturas de alfalfa o mezcla de trébol rojo, blanco y achicoria, realizándose todas las etapas productivas en condiciones de campo. En una primera etapa se determino en el suelo de la zona testigo y en 6 parcelas (en grilla 5x5 m) resistencia a la penetración (RP) hasta los 46 cm de profundidad. Seguidamente se muestreo en 4 parcelas en la misma grilla en superficie (0-15 cm) para determinar carbono orgánico, fósforo Bray 1, N-NO3, N-NH4, pH, conductividad eléctrica (CE). Ésta información su utilizó para construir mapas de impactos e identificar límites relacionados a las zonas de manejo. La última etapa de muestreo abarcó la zona testigo y las 6 parcelas a dos profundidades 0-15 y 15-30 cm. Cada parcela se dividió en 3 zonas diferenciadas de manejo: (I) de servicio sin pastura implantada (incluye el bebedero, comederos y refugio); (II) de servicio con pastura implantada (eventualmente comederos y refugio); (III) con pastura implantada típicamente “de pastoreo” (75% del área). Se determinó RP, densidad aparente, carbono orgánico, carbono y fósforo en la fracción de la materia orgánica (MO) de 50-200 µm y 200-2000 µm, carbono en MO menor a 50 µm (MONP), K, Na, Mg, Ca, Zn y Cu (Mechlich III), fósforo Bray 1 y en solución, N-NO3, N-NH4, pH, CE, respiración microbiana y nitrógeno potencialmente mineralizable. El sistema produjo modificaciones importantes en propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, generando heterogeneidad espacial en zonas diferenciadas de manejo. La zona de servicio concentró los mayores impactos y la de pastoreo (75% del área) los menores. El sistema ocasionó compactación del suelo en toda el área, superando los 2 MPa de RP solo en áreas muy reducidas de la zona I, que fue la más compactada. La MO se redujo de 4,7% en el suelo testigo a 3,9% en el suelo con cerdos en la capa superficial, disminuyendo también 17% en profundidad, explicado fundamentalmente por la disminución de la MONP y sin diferencias significativas entre las zonas de las parcelas. Se incrementó el contenido de P, NO3 y K fundamentalmente en el área de servicio (llegando en promedio a 152 mg kg-1 de P Bray y 3,66 mg kg-1 de P en solución de la zona I), correlacionados en la zona I al aumento de CE, la cual no llegó a valores problemáticos. El exceso de N fue escasamente acumulado en el suelo, incrementando el riesgo de contaminación de aguas. En la zona de pastoreo el pH disminuyó 0,4 unidades en relación al testigo, la cual no se diferenció significativamente con el área de servicio. Algunos impactos se extendieron en forma significativa a la capa de 15-30 cm (RP, COS, P, NH4 y CE). No se observó problemas de acumulación de metales pesados (Zn y Cu). Los resultados sugieren que producir cerdos a campo puede ser una alternativa a los sistemas confinados, pero es una actividad con gran potencial de generar problemas ambientales por inadecuadas prácticas de manejo.
En años recientes se ha incrementado el interés y la producción ecológica de cerdos en sistemas al aire libre, considerados por varios autores como una alternativa a los grandes sistemas confinados, por ser respetuosos del comportamiento animal y ambientalmente amigables. Sin embargo, algunos grandes conflictos pueden aparecer en cómo y hasta qué grado los diferentes objetivos productivos y de manejo sostenible de los recursos se pueden combinar. Con el objetivo de estudiar impactos sobre el suelo del sistema de cría de cerdos a campo desarrollado en la Unidad de Producción de Cerdos (CRS, Facultad de Agronomía) luego de 12 años de instalado, se muestreó 6 parcelas de 1500 m2 y un área testigo (sin cerdos). El suelo corresponde a un Brunosol y los animales se manejan en parcelas con cargas promedio de 6 cerdas ha-1 año-1, dieta a base de ración y acceso permanente a pasturas de alfalfa o mezcla de trébol rojo, blanco y achicoria, realizándose todas las etapas productivas en condiciones de campo. En una primera etapa se determino en el suelo de la zona testigo y en 6 parcelas (en grilla 5x5 m) resistencia a la penetración (RP) hasta los 46 cm de profundidad. Seguidamente se muestreo en 4 parcelas en la misma grilla en superficie (0-15 cm) para determinar carbono orgánico, fósforo Bray 1, N-NO3, N-NH4, pH, conductividad eléctrica (CE). Ésta información su utilizó para construir mapas de impactos e identificar límites relacionados a las zonas de manejo. La última etapa de muestreo abarcó la zona testigo y las 6 parcelas a dos profundidades 0-15 y 15-30 cm. Cada parcela se dividió en 3 zonas diferenciadas de manejo: (I) de servicio sin pastura implantada (incluye el bebedero, comederos y refugio); (II) de servicio con pastura implantada (eventualmente comederos y refugio); (III) con pastura implantada típicamente “de pastoreo” (75% del área). Se determinó RP, densidad aparente, carbono orgánico, carbono y fósforo en la fracción de la materia orgánica (MO) de 50-200 µm y 200-2000 µm, carbono en MO menor a 50 µm (MONP), K, Na, Mg, Ca, Zn y Cu (Mechlich III), fósforo Bray 1 y en solución, N-NO3, N-NH4, pH, CE, respiración microbiana y nitrógeno potencialmente mineralizable. El sistema produjo modificaciones importantes en propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, generando heterogeneidad espacial en zonas diferenciadas de manejo. La zona de servicio concentró los mayores impactos y la de pastoreo (75% del área) los menores. El sistema ocasionó compactación del suelo en toda el área, superando los 2 MPa de RP solo en áreas muy reducidas de la zona I, que fue la más compactada. La MO se redujo de 4,7% en el suelo testigo a 3,9% en el suelo con cerdos en la capa superficial, disminuyendo también 17% en profundidad, explicado fundamentalmente por la disminución de la MONP y sin diferencias significativas entre las zonas de las parcelas. Se incrementó el contenido de P, NO3 y K fundamentalmente en el área de servicio (llegando en promedio a 152 mg kg-1 de P Bray y 3,66 mg kg-1 de P en solución de la zona I), correlacionados en la zona I al aumento de CE, la cual no llegó a valores problemáticos. El exceso de N fue escasamente acumulado en el suelo, incrementando el riesgo de contaminación de aguas. En la zona de pastoreo el pH disminuyó 0,4 unidades en relación al testigo, la cual no se diferenció significativamente con el área de servicio. Algunos impactos se extendieron en forma significativa a la capa de 15-30 cm (RP, COS, P, NH4 y CE). No se observó problemas de acumulación de metales pesados (Zn y Cu). Los resultados sugieren que producir cerdos a campo puede ser una alternativa a los sistemas confinados, pero es una actividad con gran potencial de generar problemas ambientales por inadecuadas prácticas de manejo.
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TABLA DE CONTENIDOS
1 INTRODUCCIÓN
2 ANTECEDENTES
2.1 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN DE CERDOS AL AIRE LIBRE EN EL MUNDO.
2.2 PRODUCCIÓN DE CERDOS A CAMPO EN URUGUAY.
2.3 PROBLEMAS OCASIONADOS EN EL AMBIENTE BIOFÍSICO DE EXPLOTACIONES PORCINAS.
2.1 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN DE CERDOS AL AIRE LIBRE EN EL MUNDO.
2.2 PRODUCCIÓN DE CERDOS A CAMPO EN URUGUAY.
2.3 PROBLEMAS OCASIONADOS EN EL AMBIENTE BIOFÍSICO DE EXPLOTACIONES PORCINAS.
2.3.1 Efectos sobre nutrientes
y características químicas del suelo.
2.3.2 Deterioros en las
propiedades físicas del suelo.
2.3.3 Cobertura vegetal.
2.3.4 Interacción
raza-sistema.
2.4 ALTERNATIVAS
PARA MINIMIZAR EFECTOS NEGATIVOS DE LA PRODUCCIÓN
DE CERDOS A CAMPO.
2.4.1 Elección del lugar de
producción.
2.4.2 Razonable ajuste de carga.
2.4.3 Optimizar la estrategia
de alimentación y adaptar la organización e instalaciones a utilizar.
2.4.4 Alternativas para
mejorar la distribución de nutrientes y su utilización por las pasturas.
2.4.5 Conservar pasturas.
2.4.6 Otras consideraciones.
3 PROBLEMA
DE INVESTIGACIÓN
4 OBJETIVOS
5 HIPÓTESIS
6 MATERIALES
Y MÉTODOS
7 RESULTADO
Y DISCUSIÓN
7.1 DISTRIBUCIÓN
ESPACIAL DE IMPACTOS (Muestreos I y II).
7.2 IMPLICANCIAS
DEL MANEJO EN LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE EFECTOS (MUESTREO
III)
7.2.1 Compactación - densidad
aparente y resistencia a la penetración.
7.2.2 Carbono orgánico y
fracciones de la materia orgánica.
7.2.3 Contenido de nutrientes
en el suelo.
7.2.4 Conductividad eléctrica
y pH
7.2.5 Actividad biológica del suelo.
7.2.5 Actividad biológica del suelo.
8 CONCLUSIONES
9 PERSPECTIVAS
Y SUGERENCIAS.
9.1 MEDIDAS
DE MANEJO SUGERIDAS PARA MITIGAR ASPECTOS NEGATIVOS DEL SISTEMA.
9.2 IMPLICANCIAS
PARA FUTUROS ANÁLISIS RELATIVOS AL SUELO.
10 BIBLIOGRAFÍA.
1 INTRODUCCIÓN
La carne de cerdo es la principal fuente de proteína animal
del mundo en producción y consumo por habitante (FAO,
2008). La producción de cerdos en
confinamiento, a pesar de su gran tecnificación, es considerada por organismos
de control ambiental de varios países, como actividad potencialmente causante
de degradación ambiental (Steinfeld et
al., 2006), planteándose como alternativa de menor impacto ambiental la
producción a campo (Rodríguez, 1993).
Los sistemas de producción de cerdos “a campo” o “al aire
libre” no son nuevos, los cerdos han permanecido al aire libre desde que fueron
domesticados. En todo caso lo nuevo es el renovado interés en mantener los
cerdos al aire libre desde ámbitos empresariales y académicos (Edwards, 2003),
sistemas que habían sido dejados de lado por el foco exclusivo en los sistemas de
confinamiento total. Pero ¿a que nos referimos con cerdos al aire libre? Una
definición puede ser, un sistema en el cual los animales permanecen al aire
libre en algunas o en todas sus etapas de producción, en grandes extensiones de
terreno con pasto o sin él, bajo el abrigo de cobertizos portátiles (Vado
1995). Para este trabajo usamos el término utilizado en Uruguay de producción a
campo (Vadell, 1999). Es diferente a la producción a “traspatio” o “en
chiqueros”, alimentados en base a residuos domésticos o de cosechas.
Los motivos por los que se retoma el interés por sistemas a
campo son variados según las regiones, en el caso de los países desarrollados, inicialmente
se planteaban bajar costos de instalaciones y más recientemente consideraciones
de tipo ambiental, etológico y obtención de un producto diferenciado (Edwards,
2003). En países Latinoamericanos, se suman a los anteriores interés por
eliminar, en cierta medida, la dependencia sobre la producción intensiva de
granos (Mora et al., 2000) y lograr
menor dependencia externa (González et
al., 2000).
Estos sistemas requieren menor demanda de capital que la
producción intensiva (Thornton, 1990; Edwards y Zanella, 1996; Santos, 2002), entre
un 20 y 25% del capital que se necesita para iniciar una unidad confinada de
igual tamaño (Vado, 1995). Otros autores además remarcan su flexibilidad
económico productiva (Dalla Costa et al.,
1995; Lopardo et al., 2000; Campagna et al., 2005) y bajo costo de producción
(Galvão et al., 2001).
En relación a la alimentación, en sistemas a campo se puede
ofrecer ración y fuentes de alimentación no convencionales para cerdos como
forrajes (Mora et al., 2000). Santos
(2002) afirma que los forrajes pueden complementar la alimentación de los
cerdos y las salidas de nitrógeno generadas usadas para mantener la producción
de forrajes o cultivos. Rodríguez y Preston (1997) señalan que la mayor
limitante nutricional de estos alimentos es su contenido de fibra, pudiendo
ocasionar una disminución de la digestibilidad, especialmente en animales
monogástricos. Vadell et al. (1999) plantean
que es posible sustituir hasta el 50% de la ración de las cerdas en gestación
por el consumo de pastura sembradas, resultando en una economía de ración por
ciclo reproductivo del orden del 23%, sin afectar la productividad de las
cerdas.
Otro aspecto que justifica la producción de cerdos a campo es
la oportunidad de brindarles cierto “bienestar” animal (Eriksen y Kristensen,
2001; Johnson et al., 2001; Edwards,
2003), relevante para mercados donde los consumidores cuestionan la ética del trato a
los animales confinados (Yang, 2007). Edwards
(2005), señala que estos sistemas aumentan la libertad animal y la diversidad
ambiental, sin desconocer que impone desafíos para la bioseguridad y la
protección del medio ambiente. Guy et al. (2002) también señala beneficios en términos de salud
animal, encontrando que cerdos en crecimiento criados al aire libre
tuvieron menos problemas sanitarios que en confinamiento. El bienestar también
se extiende a quienes trabajan directamente con los cerdos, un aspecto
generalmente olvidado. Vadell (2005) plantea que las condiciones laborales
generadas son más confortables que en los sistemas confinados, al no existir
tareas de limpieza de deyecciones, ni olores nocivos y desagradables para la
respiración. Los sistemas de confinamiento (y sus sistemas de tratamientos de
efluentes) están asociados a problemas cada vez mayores sobre la salud humana,
derivados de las emisiones gaseosas, diseminación de patógenos del estiércol, uso
de antibióticos y aumentos de nitratos en fuentes de suministros de agua
(Marks, 2001).
Los sistemas de cerdos en confinamiento son cuestionados por
los altos niveles de concentración de excretas y contaminación ambiental
(Pinheiro et al., 2002; Steinfeld et al., 2006; Yang, 2007). Si las
deyecciones de los cerdos fueran manejadas fertilizando directamente al suelo,
los problemas de polución podrían ser superados (Pinheiro et al., 2002). Asociado a las grandes granjas intensivas y más allá
de la forma de distribución de efluentes en el suelo, los riesgos de
contaminación ambiental por los sistemas de tratamiento de efluentes, queda de
manifiesto periódicamente con el colapso de los mismos. A modo de ejemplo es
significativo el caso de la rotura de lagunas anaeróbicas para tratamiento de
efluentes en Carolina del Norte (USA) en 1995, durante tormentas tropicales.
Esto motivó la moratoria de construcción de granjas de cerdos, y modificaciones
en las normas de construcción (Nowlin y Boyd, 1997), sin embargo en 1999 con el
huracán Floyd, nuevamente se rompieron lagunas generando amplios problemas
ambientales, ejemplos como este se repiten en todas partes del mundo. En la
producción a campo las excretas son depositadas directamente en el suelo,
reciclando nutrientes in situ,
reduciendo además la necesidad de utilizar fertilizantes químicos (Mora et al., 2000).
Los cerdos criados al aire libre pueden ser apropiados si se
los maneja correctamente, pero malos manejos generalmente asociados a la carga
animal pueden tener peor desempeño y dañar el ambiente (Dichio y Campagna, 2007).
Para los sistemas latinoamericanos Dalla Costa (1998) alertaba que algunas prácticas
basadas en experiencias europeas se presentaban como inviables, llegando a
producir en ocasiones problemas ambientales y sanitarios. Más allá de los
posibles problemas, varios investigadores remarcan las bondades para el
ambiente de los sistemas a campo en Latinoamérica (Mora et al., 2000; Pinheiro et
al., 2002; González y
Tepper, 2003; Vadell, 2005; Ly y Rico 2006, Brunori y Spiner, 2008); así como
la necesidad de priorizar objetivos basados en la comprensión de la sociedad y
necesidades de los productores, enfocados desde una perspectiva tanto local
como global para que los sistemas de producción porcina sean sostenibles (Yang,
2007). En ese marco es necesario el desarrollo de investigación local para
dilucidar las principales incógnitas del sistema de producción de cerdos a
campo, entre las que se encuentran la dinámica de nutrientes en las praderas y
su relación con esquemas de manejo, así como la búsqueda de parámetros que
puedan ser utilizados para evaluarlos ambientalmente (Mora et al., 2000).
2 ANTECEDENTES
2.1 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN DE CERDOS AL AIRE LIBRE EN EL MUNDO.
En diferentes regiones se han desarrollado sistemas al aire
libre con variantes, en cuanto a las etapas que se mantienen a campo, tipo de
alimentación, genética, instalaciones y manejo. En general las etapas de
reproducción y maternidad son mantenidas a campo y crecimiento y terminación en
confinamiento, aunque hay variantes donde todas las etapas son a campo. Otras diferencias
importantes se ven en la utilización o no de la cobertura vegetal como alimento
de los cerdos, y en la pertenencia o no a un ciclo de producción combinado con
agricultura para aprovechar los nutrientes aportados al suelo.
En el Reino Unido se originó el modelo llamado “Roadnight”, como
una variante moderna de los sistemas extensivos tradicionales, manteniendo
cerdos a campo en parcelas por un breve período, dentro de una rotación de
cultivos. En Francia se desarrolló el “Plein air”, que al igual que el sistema
anterior buscaba sustituir los enormes costos de las instalaciones de
confinamiento, por medio de parideras de campo (Berger, 1996). Este tipo de
explotación, denominada en inglés “outdoors”,
se ha incrementado considerablemente en muchos países, con un desarrollo muy
marcado en Gran Bretaña, llegando a un 20% en la actualidad; igualmente se ha
hecho popular en Francia, donde esta producción alcanza el 10% y en otros
países, como Estados Unidos, Dinamarca, Alemania, Portugal, Australia. En
España donde la producción a campo era tradicional en la explotación del cerdo
ibérico, pasó a realizarse también con otras razas y se lo denomina “camping”
(Lagreca y Marotta, 2009).
Estos modelos se extendieron y adaptaron en varios países
sudamericanos (Vadell, 1999), como el “sistema de cría al aire libre” (SISCAL)
desarrollado por EMBRAPA Brasil (Dalla Costa et al., 2002). En Latinoamérica se desarrollaron además sistemas
con un fuerte componente forrajero. A modo de ejemplo el sistema cubano CIAL,
que es acrónimo de “crías intensivas al aire libre”, implica un pastoreo
rotacional en parcelas con forrajeras cultivadas expresamente (Ly y Rico,
2006), similar a los desarrollados en Argentina por el INTA y varias
Universidades en torno al Grupo para la Investigación y el
Desarrollo de Sistemas Porcinos a Campo (GIDESPORC) o el caso del sistema
desarrollado en Uruguay por la
Facultad de Agronomía en el Centro Regional Sur (CRS) (Vadell, 1999).
2.2 PRODUCCIÓN DE CERDOS A CAMPO EN URUGUAY.
La producción porcina es una actividad extendida en todo el
país y está presente en una importante proporción de las explotaciones
agropecuarias, concentrada mayoritariamente en torno a mercados consumidores
(centros urbanos importantes). Según DIEA (2003), existía una importante
proporción de establecimientos que destinan su producción al autoconsumo, pero
el 32% de los productores desarrollaban la actividad con fines comerciales.
Sólo para el 16% de los establecimientos productores de cerdos la actividad
constituía la única fuente de ingresos (3027 predios). En la actividad
predominan los pequeños productores criadores, de las 18.923 explotaciones con
cerdos, el 96% tenían menos de 50 cerdos.
El número de explotaciones con cerdos disminuyó marcadamente
entre 1980 y 2000, pasando de 31.843
a 18.923 explotaciones. A pesar de ello, las existencias
de cerdos totales en el año 2000 eran ligeramente superiores a las de 1980,
aumentando el promedio a 16 animales por explotación. Estas tendencias se
mantienen hasta la actualidad, estimándose que solo permanecen como producción
comercial 2.808 explotaciones (DIEA, 2007), entre las cuales la minoría produce
en confinamiento y concentra el mayor porcentaje de animales (Tabla 1).
Tabla
1. Número de explotaciones y existencias
que involucran, según tipo de alojamiento predominante
Tipo de alojamiento
|
Explotaciones
|
Existencias
|
Cerdos por
explotación
|
|||
Número
|
%
|
Número
|
%
|
|||
Total
|
2.808
|
100
|
195.831
|
100
|
70
|
|
Confinado
|
191
|
7
|
75.701
|
39
|
397
|
|
Confinado c/acceso
|
822
|
29
|
22.098
|
11
|
27
|
|
Campo
|
1.224
|
44
|
34.429
|
18
|
28
|
|
Combinado
|
571
|
20
|
63.603
|
32
|
111
|
|
Fuente: MGAP – DIEA 2007.
En Uruguay los forrajes son parte importante de la dieta de
los cerdos, especialmente como alimentos de carácter secundario. La superficie
de campo destinada al pastoreo o alojamiento de cerdos en los predios
comerciales fue estimada en 10.838
ha. (Tabla 2), de las cuales 8.402 están ubicadas en
explotaciones orientadas a la cría. El 63% de dicha superficie se encuentra
cubierta por campo natural, las praderas artificiales ocupan casi el 32% del
área total de pasturas. La proporción de praderas es considerablemente mayor
entre las explotaciones de ciclo completo, en las que ocupan casi el 63% de la
superficie (DIEA, 2007).
Tabla
2. Superficie dedicada a cerdos (ha),
por tamaño productivo, según tipo de pastura.
Tipo de pastura
|
Superficie
|
Tamaño productivo
(Nº animales)
|
||||||
Total (ha)
|
%
|
< 50
|
%
|
50 a 499
|
%
|
> 500
|
%
|
|
Total
|
10.838
|
100
|
8.323
|
100
|
2.414
|
100
|
101
|
100
|
Campo natural
|
6.884
|
63
|
5.974
|
72
|
841
|
35
|
69
|
68
|
Praderas
|
3.448
|
32
|
2.158
|
26
|
1.270
|
53
|
20
|
20
|
Varios
|
506
|
5
|
191
|
2
|
303
|
13
|
12
|
12
|
Fuente: MGAP – DIEA 2007.
La problemática del manejo y conservación de los recursos no
parece ser un problema prioritario desde el punto de vista de los productores.
En la encuesta porcina (DIEA, 2007) los principales problemas que mencionan los
productores son de índole económica y comercial. Le siguen en orden de
importancia las limitaciones de infraestructura y las carencias en materia de
recursos humanos. El problema económico mencionado con mayor frecuencia es el
alto costo de insumos, especialmente ración y granos. Los principales problemas
comerciales son, en algunos casos, el bajo precio del producto final y en otros
la inseguridad de colocación del producto. El uso de sistemas de producción a
campo sobre la base de pasturas, mantiene vigente la necesidad de contar con
animales, que siendo monogástricos, poseen una gran adaptación al ambiente
pastoril y cierta rusticidad (Ponzoni, 1992; Vadell y Barlocco, 1997).
A nivel nacional coexisten varios sistemas de producción con
diferente incorporación de tecnología, los basados en bajos costos de
instalaciones y alimentación (utilizando pasturas y/o subproductos) han
demostrado una mayor permanencia en el tiempo (Ruiz y Capra, 1993; Barlocco et al., 1998). Durante muchos años, se
conocían los avances tecnológicos de la producción porcina, a medida que
llegaba la información de los países desarrollados, dando paso a su aplicación.
Este proceso se veía como “normal” ya que era en esos países ricos donde “se
desarrollaba” el conocimiento. Pero la aplicación de esas tecnologías, pocas
veces dejaba los resultados esperados. En las últimas décadas la brecha entre los
paquetes de producción procedentes del extranjero y las posibilidades de su
aplicación a nivel nacional, se distanciaron de tal manera que generaron una
fuerte crisis. Las formas “modernas” de producción exigían escalas mayores,
insumos de alto costo para nuestros productores y no consideraban los recursos
existentes en nuestro país, usados en el sector porcino. Unos pocos
establecimientos de gran tamaño, logran aplicar el paquete tecnológico, no sin
antes recurrir a distintos subsidios del Estado como forma de mantener su
funcionamiento (Vadell, 2005).
Ese apoyo a las grandes empresas, unido a la incorporación de
tecnología importada, se materializó en criaderos de confinamiento total,
alimentados con raciones balanceadas, con todo lo que implica (genética,
instalaciones, etc.), y por otro lado un abandono del resto del sector (la gran
mayoría) por parte del Estado. Estos procesos continuaron agrandando la brecha
entre grandes empresas con rodeos numerosos y los pequeños productores, con
diferentes sistemas productivos. Hay presiones para que los productores adopten
este paquete o parte del mismo, “olvidando”, que las condiciones
socioeconómicas y tecnológicas de la mayoría de los países del tercer mundo, no
permiten el desarrollo de una producción animal que sea creciente y sostenible,
si se siguen los parámetros impuestos por los modelos productivos transferidos
de países desarrollados (Cuellar, 1997).
Las innovaciones tecnológicas, pueden traer crecimientos o mayores
despliegues de algunos sectores, y por lo tanto es común remarcar el avance de
las fuerzas productivas que se logran con su utilización. Pero cuando se hace
referencia a estos avances, últimamente se “olvidan” que el concepto de modo de
producción resulta de la expresión combinada de las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción; cayéndose en una desviación conceptual
importante ya que ambos tienen una relación dialéctica. Por lo que no hay que
dejar de lado ni las consecuencias económicas, ni sociales de las tecnologías
que se aplican, y estudiar modelos o sistemas que consoliden el trabajo
nacional (Quartino et al., 1992).
Es a partir de reconocer la grave situación del sector, que a
fines de siglo pasado comienza la discusión entre productores y técnicos,
buscando alternativas a los sistemas de confinamiento (Vadell, 2005). Si bien en
Uruguay no hay ninguna línea de trabajo que trate específicamente sobre la
temática ambiental relacionada a la producción de cerdos, existen algunos trabajos
puntuales. Entre los escasos antecedentes encontramos el trabajo de Moreira et al. (2007) y el de Oyhantçabal
(2010). El primero, aplicó un Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental de
Actividades Rurales (EIAR) desarrollado en Brasil, en el cual los resultados
preliminares del componente suelos luego de 10 años de actividad, mostraron
aumento de materia orgánica y fósforo en las zonas de pastoreo. El segundo,
mediante un análisis relativo y horizontal de predios del sur de Uruguay,
realizó una propuesta metodológica específica para evaluar la sustentabilidad
de la producción familiar de cerdos a campo, y obtener líneas de interpretación
de sustentabilidad. El trabajo más allá de identificar aspectos económicos y
sociales como centrales, identificó en todos los predios escenarios de alto
riesgo de contaminación de aguas profundas y superficiales, y de alteración de
las propiedades físico-químicas del suelo. El abordaje de los impactos
ambientales y sustentabilidad son materias de estudio pendientes para los
equipos que están trabajando sobre el tema cerdos a campo en Latinoamérica y
particularmente en Uruguay.
2.3 PROBLEMAS OCASIONADOS POR LA PRODUCCIÓN DE CERDOS A CAMPO, EN EL AMBIENTE BIOFÍSICO DE EXPLOTACIONES PORCINAS.
Es necesario distinguir entre las causas estructurales y las
causas inmediatas de los problemas ambientales (Goldblatt, 1988, citado por
Foladori, 2005). Las causas estructurales en el sistema capitalista están en
sus propias relaciones de producción, que obligan al empresario, por razón de
la competencia, a utilizar para beneficio privado los bienes públicos o
colectivos (Foladori, 2005). Las causas inmediatas de los impactos ambientales
de la producción de cerdos a campo, dependen primariamente de la intensidad de
la producción y por lo tanto del manejo como las excesivas cargas animales, el tipo
y nivel de alimentación, las localizaciones permanentes y/o inadecuadas
ubicaciones (Quintern, 2005).
En términos generales los problemas en el ambiente biofísico
se derivan de la diferencia entre los ritmos naturales y los ritmos de
producción humana (Foladori et al.,
2005). En este sentido, la carrera en la búsqueda de una productividad cada vez
mayor conducirá al aumento incontrolado de insumos y sobreexplotación de
recursos, y problemas en el manejo de los residuos y efluentes, aparejando
además la consiguiente pérdida de rentabilidad (Vadell, 2005). Si bien esto
cuestiona especialmente a los grandes sistemas de producción de cerdos
confinados, los sistemas a campo también pueden generar problemas.
Los aspectos de posibles riesgos ecológicos más estudiados de
la producción de cerdos a campo, son la acumulación de nutrientes en el suelo y
la contaminación de aguas producto de la lixiviación y/o escurrimiento
superficial, vinculados generalmente con altas entradas de nutrientes y la
heterogeneidad en su distribución (Worthington y Danks, 1992; Menzi et al., 1998; Edwards, 1998; Watson et al., 2003; Eriksen et al., 2006b; Quintern y Sundrum, 2006).
También se mencionan problemas de degradación física del suelo (Zihlmann et al., 1997; Quintern y Sundrum, 2006),
deterioro de la cobertura vegetal (Kelly et
al., 2002; Rachuonyo et al.,
2005; van der Mheen y Spoolder, 2005; Eriksen et al., 2006a) y contaminación del aire (Petersen et al., 2001; Eriksen et al., 2002). Es de resaltar que la mayoría de los
trabajos de investigación estudian efectos en el corto plazo.
2.3.1 Efectos sobre nutrientes y características químicas del suelo.
En áreas de producción de cerdos a campo, puede haber un
incremento en el nivel de nutrientes en el suelo, por incremento relativo en
las entradas y cambios en los ciclos de los mismos. La cantidad de nutrientes
que entran al suelo depende principalmente de la densidad animal y la
permanencia de los mismos en una misma superficie (Menzi et al., 1998).
Los nutrientes estudiados con mayor impacto sobre el suelo y
el agua, aportados por los cerdos, han sido el N y P. Varios países y
organizaciones han reglamentado la producción de cerdos estableciendo límites a
la entrada de nutrientes al suelo. Como ejemplo, la reglamentación europea para
la producción ecológica fijó un total de deyecciones a aplicar en la granja,
inferior a 170 kg
ha-1 año-1 de N. Esto representa para las diferentes
categorías animales, cargas máximas (animales ha-1 año-1)
de 74 lechones, 6,5 cerdas o 14 cerdos en terminación (CE, 1999). En Suecia la
cantidad de deyecciones ha aplicar y la carga animal está reglamentada a nivel
nacional en base al P (22 kg
ha-1), correspondiendo a alrededor de 31 cerdos de engorde ha-1
año-1 o 2,2 cerdas de cría ha-1 año-1 (Rydberg,
2001; Salomon et al., 2007). En
Alemania la asociación nacional de productores orgánicos limita a 112 kg ha-1 año-1
de N y un máximo de P de 43 kg
ha-1 año-1 (Quintern y Sundrum, 2006).
Los factores ecológicos de mayor relevancia en los estudios
han sido las fuentes de nutrientes, la forma y distribución de los mismos en el
espacio y el tiempo. Parece haber un acuerdo generalizado en el tipo de fuente,
la forma en la que se encuentran y los flujos de los nutrientes, acuerdo que
deja de ser tal al momento de cuantificarlos y ubicarlos en el espacio y el
tiempo. Los principales factores estudiados que inciden en esas diferencias son:
diferentes suelos (Salomon et al.,
2007), variaciones climáticas (Eriksen et
al., 2002), carga animal (Menzi et
al., 1998), categoría animal (Eriksen et
al., 2006), nivel y tipo de ración (Watson et al., 2003), pastura utilizada, tamaño y forma de los piquetes,
(Galvão et al., 1998b), movilidad del
sistema (Benfalk et al., 2005) y el
tiempo de ocupación (Eriksen et al.,
2006).
La mayoría de los autores encuentra en la distribución de las
deyecciones una de las principales causas de la heterogénea distribución de
nutrientes (Eriksen y Kristensen, 2001; Watson et al., 2003; Benfalk et al.,
2005). Aún con moderadas densidades animales, el comportamiento de los cerdos
en cuanto a la distribución de sus excreciones produce “hot spots” con alta
acumulación de nutrientes en las parcelas. Particularmente los engordes de
cerdos a campo superan considerablemente las necesidades de nutrientes de los
cultivos (Zihlmann et al., 1997). Al
respecto Menzi et al. (1998),
sugieren que los “hot spots” siendo áreas pequeñas, no deben subestimarse sus
impactos. La naturaleza de la distribución espacial de nutrientes observada en
la producción de cerdos al aire libre tiene importantes consecuencias para la
construcción e interpretación de los balances de nutrientes y debe ser
considerado en el diseño de muestreos para el análisis del suelo (Watson et al., 2003).
Hay acuerdo al respecto de la heterogeneidad en la
distribución de las deyecciones, en que éstas son influenciadas por el manejo y
en que las zonas de menores concentraciones de deyecciones son las zonas de
pastoreo, más alejadas de las instalaciones y de otros animales. El acuerdo
deja de ser tal, a la hora de determinar dónde se concentran las mayores
cantidades de deyecciones. Varios autores plantean que los cerdos evitan defecar
en torno a los comederos y las áreas de descanso (Benfalk et al., 2005), en tanto otros le agregan además los bebedores (Olsen
et al. 2001, Stolba y Wood-Gush 1989,
Baxter 1982, citados por Benfalk et al.,
2005). Sin embargo otros plantean que los cerdos mantienen las áreas de
descanso secas y limpias de heces y orina, pero en las cercanías de las mismas
es donde se concentra la orina (Ingold y Kunz, 1997, citado por Quintern,
2005). En el mismo sentido Benfalk et al.
(2005) y Salomon et al. (2007) observaron
en sistemas móviles que los “hot spot” en relación a la deposición de las
deyecciones ocurrían en cercanía de refugios, comederos y bebederos. Kelly et al., 2002 también observaron mayor
frecuencia de orina en las áreas de bebederos, pero la menor frecuencia de
deyecciones en el área de refugios.
También se han sugerido motivaciones de territorialidad en la
distribución de las deyecciones, ya que los cerdos prefieren realizar
excreciones sobre los bordes de las parcelas (Watson et al., 2003), especialmente los que están en contacto con otros
cerdos (Kelly et al., 2002). Estos
comportamientos de territorialidad dependen de las categorías animales, cargas,
forma y tamaño de parcelas. En condiciones seminaturales defecan en la mañana
entre 5 a 15 m del lugar donde duermen
(Stolba y Wood-Gush, 1984, citados por Watson et al., 2003). Por otro lado Stern y
Andersen (2003) plantean que con pastoreo rotativo, las excreciones fueron más
frecuentes en las zonas recién asignadas al pastoreo, seguido por el área de servicio.
Las distintas zonas también se diferencian en la proporción
de heces y orina que reciben (Kelly et
al., 2002; Watson et al., 2003; Benfalk
et al., 2005). La orina esta más
asociada a las entradas de N y las heces al P (Watson et al., 2003). Al mismo tiempo el tipo de dieta puede modificar la
partición del nitrógeno excretado entre heces y orina (Canh et al., 1997). La no homogénea
distribución de nutrientes además de estar relacionada con la distribución de
heces y orina, está muy influenciada por las pérdidas de ración de los
comederos y el hozado (Quintern y Sundrum, 2006; Salomon et al., 2007).
2.3.1.1 Nitrógeno.
Las principales entradas de N al sistema suelo-planta, por
los cerdos a campo, son a través de la orina, heces y por pérdida de ración
(Quintern, 2005). Las mismas pueden ser muy considerables, Eriksen et al. (2002) estimaron para cerdas
lactantes, ingresos de N en la ración de 880 kg ha-1 en solo seis meses,
durante ese período las entradas de N superaron a las salidas en lechones en 490 kg ha-1. Worthington
y Danks (1992) estimaron un ingreso anual de N en la ración de 625 kg ha-1 para
cargas de 14 cerdas/ha. El nitrógeno exportado en carne de cerdo fue de 119 kg ha-1,
dejando un superávit de 506
kg ha-1 de N. Gustafson (2000) plantea que aún
con cargas bajas (2,5 cerdas ha-1 año-1), las entradas de
N en la ración son de todas formas considerables (172 kg ha-1). El
nitrógeno exportado en carne de cerdo fue 36% del consumido, dejando 110 kg ha-1 de
superávit.
A las entradas anteriores se suman las deposiciones
atmosféricas, fertilización nitrogenada y la fijación biológica de nitrógeno
(FBN) que en algunos sistemas pueden ser entradas muy importantes. Experimentos
controlados indican que la fijación de N2 potencial es de unos 200 a 400 kg ha-1 año-1
de N para una amplia variedad de leguminosas. Sin embargo, estudios en predios
de agricultores indican que la FBN
es normalmente inferior a su potencial (c. 20 - 200 kg N ha-1 año-1)
debido a las limitaciones nutricionales, la sequía, las plagas o enfermedades, limitaciones
comunes en sistemas pastoriles (Ledgard, 2001).
En las deyecciones de los cerdos la mayor parte del N está
presente en forma de urea en la orina. El N de las heces comprende N
indigestible de la dieta, N endógeno y N microbiano. Esta fuente de N es
mineralizada más lentamente, tiene menor riesgo de lixiviación y eventualmente podría
ser usada por los cultivos siguientes. El N proveniente de las pérdidas de
concentrado en los comederos, se concentra en sus inmediaciones, siendo la
mayor parte N orgánico. Presenta un gran riesgo de desnitrificación cuando los
comederos no son movidos y el suelo se compacta alrededor de ellos (Quintern,
2005). Relacionado con los factores anteriores, cuando se utilizaron dietas con
mayor cantidad de concentrado, con elevado contenido de N y sin peleteado o de
tamaño chico, se incrementan las cantidades de N y P perdidas al ambiente
(Quintern y Sundrum, 2006).
Williams et al. (2000)
plantean que los grandes excedentes de N generados en la producción de cerdos a
campo, pueden hacer una contribución de N a los cultivos siguientes, pero
también aumentar considerablemente las pérdidas al ambiente. Una vez en el
suelo el N de los cerdos puede seguir diferentes vías. El N que entra vía urea
es rápidamente hidrolizado, transformándose en amonio, pudiendo perderse por
volatilización o ser absorbido por las plantas. Dado que se trata de grandes
concentraciones, este N puede exceder las necesidades de los cultivos. El
amonio remanente puede nitrificarse, con pérdidas de óxido nitroso durante el
proceso y el nitrato acumulado puede ser posteriormente desnitrificado,
perdiéndose como óxido nitroso o N molecular. La pérdida de nitrato del suelo, es
un proceso controlado por varios factores, incluidos el clima, propiedades del
suelo, practicas de manejo agrícola y el pastoreo (Burt et al. 1993, Canter 1997, citados por Scherer-Lorenzen et al., 2003). La lixiviación de nitrato
es alta en suelos livianos y con altas precipitaciones, especialmente en
invierno. Williams et al. (2000)
encontraron menores pérdidas por lixiviación a cargas animales menores y con
mayor cobertura vegetal. La mayoría de los trabajos considera la pérdida por lixiviación
como la más importante, principalmente en situaciones de baja cobertura vegetal
(Williams et al., 2005; Eriksen et al., 2006b); llegando en algunos
sistemas a concentraciones de N mineral en las aguas de lixiviado superior al
máximo recomendado para las aguas de abastecimiento público, influenciando la
calidad de las aguas subterráneas (Horta, 2007). Por otro lado el proceso de
nitrificación puede contribuir a la acidificación del suelo (Jongbloed et al., 1999) y el incremento del pH favorece
la volatización de N (Quintern, 2005). La volatización de amonio de los parches
de orina puede ser parte muy significativa de las pérdidas de N (Sommer et al., 2001). La misma depende de la
temperatura, el contenido de materia orgánica, pH y el movimiento de aire,
entre otros factores. Otra forma de pérdida de N es la denitrificación (N2
y N2O) por la acción de bacterias denitrificantes, las cuales
requieren condiciones de ausencia de oxígeno, presencia de C metabolizable y NO3
(Petersen et al., 2001). El volumen
de orina y su contenido de nitrógeno tienen gran influencia en la volatización
de amonio y pérdida de N2O (Williams et al., 2000). Estos autores con 25 cerdas gestantes/ha sobre
rastrojos, encontraron que las mayores pérdidas gaseosas fueron de amonio (100,72 kg ha-1
año-1 de N-NH3) y que en los parches de orina se emite la
mayor cantidad del oxido nitroso. El efecto de la producción de N2O
en el medio ambiente, como gas de efecto invernadero, es más importante que la
pérdida cuantitativa de N. Con cerdas lactantes sobre praderas en base a
trébol-gramínea, Sommer et al. (2001)
encontraron pérdidas de N-NH3 por volatización de 4,8 kg cerda-1
año-1. Eriksen et al. (2002)
estimaron que de la totalidad de N que entra en la ración en parcelas con
cerdas lactantes, el 44% se podría ir en la carne de lechones, del 16 a 35% como lixiviación de
nitrato, el 13 % por volatización de amonio y el 8 % perdido por
desnitrificación.
La relevancia ecológica de las entradas y salidas no sólo
esta dada por la cantidad o forma, también por su distribución en el terreno. Eriksen
y Kristensen (2001) encontraron aumentos de N inorgánico en forma decreciente
desde los comederos hasta los 30
a 40 m.
Salomon et al. (2007) describen
grandes diferencias en distribución de nutrientes comparando un sistema de
engorde fijo y uno móvil durante dos años. Al final del período en el sistema
fijo, una baja proporción de nutrientes (7%) se concentró en el área de
pastoreo (45% del área total), mientras que en las zonas preferidas de
excreción la concentración de N mineral (0-90 cm de profundidad) fue
alrededor de ocho veces superior que en otras áreas. En tanto en el sistema
móvil, la menor proporción de nutrientes (5%) se concentró en área de pastoreo
(76% del área total). El N mineral se concentró tres veces más en las zonas de
excreción preferidas. Concluyendo que ninguno de los dos sistemas estudiados
logró evitar el exceso de cargas puntuales, Stauffer et al. (1999) citados por Quintern (2005) encontraron que el
potencial de lixiviación es 20 veces mayor frente a los refugios que en la
mayor parte del área de pastura. Petersen et
al. (2001) encontraron las mayores pérdidas por denitrificación en las cercanías
de comederos, asociado a la pérdida de ración, suelo más compactado, mayor
concentración de C orgánico disuelto y nitrato. Sommer et al. (2001) encontraron que la volatización de amonio fue mayor
cerca de la zona de comederos y refugios, donde los cerdos tienden a orinar
más, a 40 metros
de los comederos prácticamente no encontraron pérdidas.
En relación a la dimensión temporal, Eriksen (2001) encontró
que la lixiviación de nitrato fue baja en el año de pastoreo con cerdos, pero las
pérdidas fueron considerables en el otoño e invierno siguiente de retirados los
animales. Aún con grandes cantidades de N perdidas al ambiente al año siguiente,
la zona de servicio tenía mayor concentración de nitrato (Eriksen y Kristensen,
2001). Benfalk et al. (2005) también
reportaron mayores pérdidas de nitratos durante otoño e invierno en sistemas de
cerdos a campo con limitado crecimiento vegetal. Williams et al. (2005) comparando sistemas a campo contrastantes encontraron
en todos los casos que luego de retirados los animales (en primavera) en el
invierno siguiente se pierde la mayor parte del N acumulado, sin beneficios
residuales para el siguiente cultivo. Petersen et al. (2001) y Eriksen et
al. (2002) también describen variaciones temporales para la
desnitrificación y la volatización de amonio.
Así como el retorno de los nutrientes por las excretas, los
disturbios físicos del suelo provocados por el pisoteo, pueden tener gran
influencia en los flujos de nitrógeno (Šimek et al., 2006). En pasturas con cerdos se agrega el efecto del
hozado, generando remoción, deterioro de estructura del suelo y alterando la
mineralización de la materia orgánica del suelo. Estas áreas de hozado son
generalmente pequeñas e irregularmente distribuidas (Menzi et al., 1998), su localización depende de la interacción
suelo-animal-pastura y la forma de la parcela. En estas áreas dependiendo de
las condiciones de suelo, cultivo y climáticas, el riesgo de lixiviación es
superior a las áreas circundantes (Quintern y Sundrum, 2006).
2.3.1.2 Fósforo.
Si bien el exceso de P en el suelo no es usualmente un
problema agronómico, si alcanza cuerpos de agua, incrementaría el riesgo de
eutrofización (Carpenter et al. 1998,
citados por Elliot et al., 2005;
Koopmans et al., 2007). El P se mueve
de los campos agrícolas en forma disuelta o adherido a las partículas sólidas,
esta última forma predomina en la mayoría de las situaciones. El P disuelto en
agua de escorrentía de áreas con producción intensiva, particularmente con
historia de aplicación de estiércol, puede exceder niveles críticos y generar
eutrofización (McDowell y Sharpley, 2001, citados por Elliot et al., 2005). La concentración de P
reactivo disuelto en el agua de escorrentía, tiene alta correlacion con la
cantidad de P soluble en el estiércol aplicado (Sharpley y Moyer, 2000).
El trabajo de Koopmans et
al. (2007) con aplicación de grandes cantidades de estiércol, encontró que
luego de 11 años de aplicación, aumento de P en la capa de 40 a 50 cm, indicando también un
fuerte movimiento descendente de este nutriente. Plantean que en determinados
suelos la lixiviación de P debe considerarce para evaluar y gestionar los
riesgos a largo plazo de la pérdida de P de suelos que reciben grandes
cantidades de estiércol.
La cantidad de P que ingresa al suelo además de estar
relacionado a la carga animal, se relaciona a la eficiencia de utilización del
P de la ración por los cerdos. Eriksen et
al. (2006b) con cerdos en engorde, encontraron menor eficiencia de
utilización, en las situaciones climáticas de invierno y verano, y cuando los
engordes fueron realizados con ración ad
libitum, en comparación a dietas restringidas. Además las distintas fuentes
de alimentos contienen formas diferentes de P, alterando el tipo y la solubilidad
del P en las excretas (Leytem y Thacker, 2010) y por lo tanto la posibilidades
de movimiento sobre y en el suelo. Estos autores concluyen según sus resultados
que la mayor parte del P en las heces de los cerdos (alimentados con dietas a
base de granos de cereales) está presente en forma de fosfato y una relativamente
pequeña cantidad como fitatos, a excepción de las dietas a base de maíz donde
los fitatos en heces superan el 45%.
A diferencia del N considerado problemático, hay diferentes
visiones relativo al problema ambiental que significa la acumulación del P por
los cerdos a campo. Watson et al. (2003),
encontraron que 15 meses de pastoreo con cerdas gestantes fue suficiente para
saturar el perfil del suelo con P en las áreas preferidas para la excreción y producir áreas que representan un riesgo
ambiental significativo. En el mismo sentido Rachuonyo y McGlone (2007)
encontraron más P en la zona de comederos, concentraciones significativamente
superiores al resto de las zonas. Eriksen y Kristensen (2001), encontraron
correlación del P extractable con la distancia a los comederos y además efecto
significativo correlacionado a la distancia de los refugios aumentando al
acercarse a los mismos luego de varios meses con cerdos en pastoreo, pero al
año siguiente (de octubre a marzo sin cerdos) solo se mantuvo el efecto de
cercanía a los comederos.
Salomon et al. (2007) en un estudio
de dos años en un sistema fijo sobre suelo arenoso, reportaron aumento en la
concentración de P asimilable (de 0
a 30 cm)
en áreas preferidas para las deyecciones, de 241 mg kg-1 en
el primer año a 500 mg kg-1en el segundo. En tanto que en las áreas
menos preferidas para las deyecciones la concentración de P extractable fue
menor, 47 y 103 mg kg-1, para el primer y segundo año
respectivamente. En los mismos
años pero en un sistema móvil sobre suelo arcilloso, no observaron diferencias
claras en las concentraciones de P entre las zonas. Horta et al. (2008), concluyeron que el sistema de cerdos a campo (9
animales/ha) era una fuente de polución difusa, incrementando el P asimilable,
inorgánico y orgánico en el suelo, relacionado con la pendiente, carga animal y
cercanía a instalaciones. El contenido de P total en agua de drenaje en esas
condiciones era mayor a 0,1 mg L-1, valor considerado límite en
aguas de drenaje para evitar eutrofización.
Los ensayos de muy corto plazo, como los de Eriksen et al. (2006b) con cerdos por un período
de engorde en un sistema que mueven instalaciones cada 4 semanas, sobre suelo
arenoso, no encontraron aumento importante de P extractable, comparadas con el
testigo (sin cerdos). En el mismo sentido Quintern y Sundrum (2006), durante un
período de engorde a bajas cargas anuales (entre 6 y 10 cerdos en engorde ha-1
año-1, pero altas cargas instantáneas de entre 50 y 70 cerdos/ha), tampoco
encontraron diferencias en el P disponible entre el área de pastoreo y el
control, tanto cuando se realizó engorde con refugios y comederos fijos como
cuando estos fueron movidos regularmente; solo observaron un pequeño aumento
entorno a los comederos y refugios cuando fueron fijos.
2.3.1.3 Carbono.
Al igual que
con el P, el efecto de los cerdos sobre el carbono del suelo, es más notorio e
importante, cuando los trabajos son de más largo plazo. Dambreville et al.
(2006) en un estudio con purines de cerdos aplicados durante 9 años,
encontraron incremento en
la biomasa microbiana y aumento de 6,5% en el carbono orgánico total. Con cerdos
a campo encontramos muy pocos antecedentes, en el trabajo de Moreira et al. (2007) realizado en el CRS (al
igual que la presente tesis, pero sobre diferentes tipos de suelos y formas de
las parcelas), encontraron tendencia a incrementar el contenido de COS en la
zona de pastoreo, en comparación con la zona de servicio luego de 10 años con
cerdos. Galvão (1998b) en un sistema de cría con pastoreo rotativo, luego de
dos años no encontró diferencias en el contenido de materia orgánica del suelo,
entre parcelas con diferentes coberturas vegetales (Axonopus compressus y Hemarthria altíssima) y
cargas animales.
Eriksen y Kristensen, (2001) plantea que las variaciones en
la concentración de carbono orgánico soluble reflejarían, al menos en parte, el
comportamiento de la excreción de las cerdas, reportando concentraciones de 25,
33 y 19 mg kg-1 de suelo, en la primavera al inicio del ensayo, al
retirar los animales en otoño luego de tres secuencias de partos y en la primavera
siguiente (luego del invierno sin animales) respectivamente. En algunos puntos de
muestreo la concentración fue superior a 100 mg kg-1 en ambos
muestreos luego de retirados los animales. Al igual que con los nutrientes del
suelo, al final del período con cerdos el carbono orgánico soluble fue
significativamente mayor en lugares de alimentación.
2.3.1.4 Metales pesados.
Los metales pesados se acumulan en el suelo y dependiendo de
los elementos y propiedades del suelo, con tiempos de residencia que pueden
variar desde cientos hasta miles de años, podrían generar problemas ambientales
de mediano y largo plazo (L'Herroux et
al., 1997; Nicholson et al.,
1999).
La entrada de metales pesados por la producción de cerdos
puede ser importante. En un estudio realizado en Inglaterra en el 2000,
valorando la superficie agrícola total, concluye que si bien la deposición atmosférica
era la principal fuente para la mayoría de los metales (desde 25 a 85% de las entradas totales),
el estiércol era una fuente muy importante que representaba 37 % del total de
entradas de Zn, 40 % del Cu, y 10 % del Cd,
resaltando las entradas de Zn y Cu aportado por el estiércol de cerdo
(Nicholson et al., 2006).
El Cu y Zn son imprescindibles para numerosas funciones
metabólicas de los cerdos, por lo que es necesario proveer suficiente cantidad
de los mismos en la dieta (Revy et al.,
2003, Jondreville et al., 2002,
citados por Dourmad y Jondreville, 2007). Perdomo et al. (2001) plantea que en general las raciones de lechones
contienen dosis elevadas de Zn (3000 mg kg-1) y Cu (250 mg kg-1)
para la prevención de diarreas y como promotor del crecimiento respectivamente.
Ya sea que se utilicen como promotores de crecimiento o por ser usados en
exceso, el Cu y Zn generalmente excede las necesidades de los cerdos.
Una alta proporción del contenido de estos minerales en la
ración no es absorbida por los cerdos. Un estudio reveló que los cerdos
excretaban el 86% y 95% del Cu y Zn ingeridos en la dieta (Brumm, 2002, citado
por Herrero y Gil, 2008). Consecuentemente, estos elementos se concentran en
grandes niveles en las heces (Nicholson et
al., 1999) y se acumulan en el suelo, donde puede imponer a mediano o largo
plazo riesgo de toxicidad para plantas y microorganismos (Jondreville et al., 2003, citados por Dourmad y
Jondreville, 2007). A pesar que las nuevas regulaciones limitan su uso (tanto
en la UE como en
EUA), las entradas de Cu y Zn al suelo con efluentes de cerdos a tasas de N de 170 kg ha-1, aún
exceden las cantidades que pueden ser exportadas por los cultivos (Dourmad y
Jondreville, 2007).
Varios autores estudian efectos de la acumulación de metales
pesados por el uso de efluentes de cerdos, planteándose principalmente al Zn y
Cu como casos de estudios (Zhou et al.,
2005; Hao, 2007). En general, los valores obtenidos en Cu y Zn bioasimilables
tienen una tendencia a subir a medida que se incorpora una mayor cantidad de
purín año tras año (Llona y Faz, 2006), siendo las concentraciones de Zn
disponible en el suelo más afectadas (Zhou et al., 2005). L'Herroux et al. (1997) estudiaron el efecto de
adiciones de purines simulando la cantidad que se aplicaría en un siglo según
el máximo de la reglamentación francesa, aplicados en 4 años, analizaron Cu,
Zn, Mn, Co, Fe y Cd encontraron importante acumulación de Cu y Zn en capas
superficiales del suelo (0 a
40 cm).
El exceso de metales pesados también puede afectar el agua, se ha demostrado
que el proceso de quelación de los metales en excretas con alta proporción de
sustancias orgánicas solubles aumenta la solubilidad y la disponibilidad de
dichos metales. En este sentido un estudio encontró 66 y 90 ppb de Cu en
perforaciones cercanas a un criadero de cerdos y a un engorde a corral,
respectivamente (Sims & Wolf 1994, Galindo et al. 2004, citados por Herrero y Gil., 2008).
Estudios en sistema de producción de cerdos a campo en Suiza,
en base a los aportes de metales pesados plantean que las entradas al suelo de
Cu y Zn serían un problema ecológico de importancia, no así para Pb y Cd (Menzi
et al., 1998). En tanto que en
Suecia, encontraron al cabo de dos años aumento de Cu y Zn en sistemas fijos y
móviles, siendo el Zn más acumulado en las áreas preferidas para la excreción
en sistema fijo de engorde, pero con niveles no peligrosos hasta ahora (Salomon
et al., 2007).
2.3.1.5 Salinidad y Ph.
El pH del suelo puede ser afectado por muchos factores, entre
ellos por el pH de la orina y heces de los cerdos, que varían
significativamente según el tipo de dieta (Canh et al., 1997). En
ensayos realizados con aplicación de purines de cerdos, el pH del suelo
presenta un ligero aumento luego de 3 años de aplicación, tanto en superficie
como en profundidad, al tiempo que se registró un descenso en la conductividad
eléctrica (Llona y Faz 2006). Sin embargo Zhou et al. (2005) y Hao et al. (2007) observaron en suelos ácidos que
la aplicación de estiércol porcino aumentaba el pH y la CE.
En trabajos
con cerdos a campo Salomon et al. (2007) en un sistema rotativo de
engorde, sobre un suelo arcilloso luego de dos años, no encontraron diferencias
significativas en el pH por zonas dentro de las parcelas, pero describen una
tendencia a subir el pH en la zona preferida para las deyecciones. En las zonas
preferidas paso de 6,4 el primer año a 6,9 el segundo año, y en las menos
preferidas de pH 6,7 a
6,8 en el segundo año. En tanto que en un sistema fijo (en el cual el 30% de
las deyecciones no se depositaban a campo) el pH pasó de 6,3 en el primer año a
6,6 en el segundo año, y en las zonas menos preferidas registraron una leve
acidificación, de pH 6,1 a
5,9 en el segundo año. En el mismo sentido en un engorde de cerdos con
instalaciones fijas (Quintern, 2005) encontró que el pH no cambiaba en relación
al control sin cerdos al cabo de 9 semanas, pero aumentaba levemente (0,2 pH)
en torno a los comederos y considerablemente (0,65 pH) en frente a los
refugios. Asoció estos resultados a la distribución de orina y pérdidas de
concentrado entorno a los comederos.
Andriulo et al.
(2003) plantearon que para un feedlot
vacuno la salinización fue el principal impacto en todo el perfil del suelo, causado
por el exceso de materia orgánica acumulada en el largo plazo. Con cerdos a
campo, Menzi et al. (1998) observaron
incremento en la salinidad en el suelo con cerdos. Para el área de “pastoreo”
(excluyendo comederos y refugios) el incremento fue del 39%, registrando
valores agronómicamente no problemáticos. Las muestras de las áreas de refugios
tuvieron un incremento del 150%, llegando en algunas situaciones a niveles de posibles
daños para cultivos. Para los autores éste problema puede ser considerado de
mucha importancia local, pero concentrado en áreas reducidas.
2.3.2 Deterioros en las propiedades físicas del suelo.
El pastoreo de los animales tiene un efecto directo en la compactación
del suelo (por la fuerza de la pezuña en el suelo), y la redistribución de los
materiales en superficie. Los principales efectos indirectos están relacionados
al movimiento de agua (y aire) en y sobre el suelo (infiltración y
escurrimiento superficial), afectando de esta manera la dinámica de nutrientes,
cobertura vegetal, biología del suelo y el riesgo de erosión (Trimble y Mendel,
1995). Cuando los cerdos son mantenidos a campo durante todo el año, los
efectos en el suelo pueden ser considerables, especialmente en suelos mal
drenados (Worthington y Danks, 1992;
Menzi et al., 1998). Para algunos
autores los daños por compactación son uno de los aspectos más críticos de la
producción de cerdos a campo (Brandt et
al., 1995a, citado por Quinter, 2005).
El daño en las propiedades físicas está muy influenciado por
el tipo de suelo. Zihlmann et al. (1997)
encontraron que para los suelos de textura fina con alto contenido de arcilla y
limo, la compactación de la capa superficial del suelo fue sustancial. En suelos
arcillosos son mayores los riesgos de compactar el subsuelo a niveles que
limiten la producción agrícola, como mayor será también la persistencia del daño
realizado (Upadhyaya et al, 1994,
citado por Terminiello et al. 2004). Por
otro lado Menzi et al. (1998), además
de la compactación más intensa en suelos mal estructurados y en suelos
arcillosos, plantean que una parte importante del área también puede ser
afectada en suelos livianos.
El pisoteo afecta principalmente los macroporos de mayor
diámetro (> 80 µm), afectando la fauna y los lugares preferenciales de las
raíces. La presencia de poros llenos de aire en la superficie del suelo lo
vuelve a éste susceptible al daño estructural por pisoteo. Ello sucede debido a
la destrucción de agregados por el impacto de la pezuña sobre suelo seco
("crushing"). Este daño no genera una compactación excesiva, pero disminuye
el tamaño de agregados y la estabilidad estructural. Cuando el pastoreo en
suelos con elevada humedad se realiza con altas cargas instantáneas y por
cortos lapsos, el daño más frecuente de hallar es la fluencia plástica del
suelo o "poaching". A diferencia del "crushing", en que el
suelo se deforma para soportar el peso el animal, con "poaching" el
suelo no tiene la capacidad de porte suficiente para soportar el peso del
animal, y falla produciendo una huella profunda afectando un espesor de suelo
mayor, con posterior amasado del mismo. Este daño se considera el peor que
puede ocurrir en pastizales de clima húmedo (Taboada, 2007).
Dentro de los factores animales, la carga y categoría animal
(por el peso, forma y tamaño de la pezuña), son los que más inciden en el daño
físico sobre el suelo. Ausilio et al. (2007)
luego de 9 meses observaron un aumento importante de la densidad aparente del
suelo en los primeros 8 cm,
con animales gordos a partir de cargas superiores a 4000 kg ha-1. En
el caso de los cachorros se registró el mismo efecto con cargas superiores a 8000 kg ha-1
mientras que los cachorros de 4000
kg ha-1 no produjeron variaciones de
consideración en la compactación. Por otro lado Glatz y Ru, (2004), observaron
aumento de la resistencia a la penetración comparando el suelo antes y después
del pastoreo con 16 cerdos/ha, señalando que el efecto fue menor al registrado
con pastoreo de ovinos (16 ovejas/ha).
Las cargas animales manejadas en los diferentes sistemas es
muy variable, en general los sistemas recomendados en el MERCOSUR manejan
cargas bajas. A modo de ejemplo Dalla Costa et
al. (2002) recomiendan para el SISCAL, superficies de 800 m2 por cerda
en un sistema de rotación, lo que permite cargas de hasta 10 cerdas/ha. El Módulo
de Producción Porcina de la
Facultad de Ciencias Agrarias (Universidad Nacional de
Rosario), maneja 5,5 cerdas ha-1 año-1 (Campagna et al., 2007). En tanto que el INTA
Argentino de Marcos Juárez, según Brunori (2008) plantea usar cargas de 4,5
cerdas/ha cuando se usan sistemas a campo en base a gramíneas y cargas menores
cuando la pastura es en base a leguminosas. El criterio más común para fijar la
carga en los sistemas latinoamericanos es mantener una adecuada cobertura
vegetal. Sin embargo a nivel comercial Santa María (2000) plantea que en
Argentina la tendencia es a realizar un uso más intensivo del suelo, con cargas
de 20 a
25 cerdas/ha. Similar a la situación descrita en predios comerciales criadores
de cerdos a campo en Canelones (Uruguay), donde la carga total solo de hembras
reproductivas alcanzó hasta 24 cerdas ha-1 año-1,
comprometiendo fuertemente el recurso suelo (Oyhantcabal, 2010).
En general los sistemas a campo europeos manejan cargas
totales similares o mayores a los de nuestra región. Una encuesta realizada en
UK mostró que en promedio a nivel comercial, se manejaban cargas para cerdas,
gestantes y lactantes de 33, 27 y 19 cerdas /ha respectivamente (Abbott et al., 1996, citado por Glatz y Ru,
2004). Williams et al. (2000) usaron
25 cerdas gestantes/ha como la carga más común usada en UK, pero plantea 12
cerdas gestantes/ha sobre pasturas establecidas como la mejor practica de
manejo. En Suiza Menzi et al., (1998)
proponen que una carga razonable del plantel reproductor no debería pasar de 2500-3000
cerdas d ha-1 año-1, cargas similares al máximo de 6,5 cerdas
ha-1 año-1 establecida en Alemania por Bioland (2009). En
Francia para suelos muy permeables, con precipitaciones menores a 750 mm, se recomiendan
cargas inferiores a 25 cerdas/ha, y en suelos poco permeables, con
precipitaciones mayores a 750
mm, cargas máximas de 15 cerdas/ha (Lagreca y Marota, 2009,
en base a Vaudelet, 1987 y Muñoz Luna et
al., 1997). Por otro lado, algunos sistemas europeos donde los cerdos son
mantenidos a campo sólo en la estación cálida, manejan cargas anuales más bajas,
con altas cargas instantáneas (Rydberg, 2001). En los países europeos es común
fijar las cargas totales máximas, según el criterio de cantidad de nutrientes
aportados por los cerdos al suelo.
Con respecto a la distribución espacial, el impacto es mayor
en las áreas de servicio, particularmente en áreas donde permanece el suelo más
húmedo y entorno de refugios por el pasaje frecuente de los animales, en tanto
que la compactación es menor en la zona de praderas más lejanas (Zihlmann et al., 1997). Quintern y Sundrum (2006),
estudiaron efecto sobre propiedades físicas del suelo luego de un solo período
de engorde con baja carga 7,9 cerdos ha-1 año-1 (carga
instantáneas de 74 cerdos/ha), después de la cosecha de papas sobre un Luvisol.
Compararon tres áreas: (i) control sin cerdos, (ii) de uso frecuente donde los
cerdos hozan (medio impacto) y (iii) zona frente a bebedero y comedero (alto
impacto). En superficie (0 a
7 cm) aumentó
del volumen total de poros, pasando de 42,2% en el control, a 46,6% en las
zonas de hozado y a 49,1% frente a comederos. La actividad de los cerdos provocó
descenso de poros chicos y medianos, mientras aumentaron los grandes y los más
finos (<0,2 mm).
En la capa de 7 a
12 cm no
se encontraron variaciones significativas en la distribución del tamaño de los
poros. Si bien se detectó un ligero cambio de poros de 0,2 a 3 mm, a poros finos (<0,2 mm).
La mayoría de los trabajos que analizaron la compactación con
cerdos a campo, encontraron que la profundidad afectada es usualmente limitada
a menos de 15 cm
y aumenta con la carga animal (Menzi et
al., 1998; Quintern y Sundrum 2006; Ausilio et al., 2007). Sin embargo algunos autores observaron en áreas
puntuales daños a profundidades mayores. Zihlmann et al. (1997) señalan que el amasado del suelo normalmente más
húmedo en torno a comederos y bebederos, puede llegar a profundidades
considerables (20 a
25 cm,
incluso más).
La cobertura vegetal, así como la forma y tamaño de las
parcelas también influyen en el tipo y distribución de impactos. Cuando los
cerdos son mantenidos a campo con cargas razonables, una buena proporción del
área permanece con cobertura vegetal, protegiendo el suelo. Sin embargo en
períodos largos muy lluviosos y húmedos, la cobertura y la estructura del suelo
puede ser afectada drásticamente en unos pocos días (Menzi et al., 1998). Galvão (1998b) observó que luego de dos años de
pastoreo rotativo con cerdas gestantes, las parcelas menores de 1.500 m2,
sembrados con Axonopus compressus,
presentaron mayor resistencia a la penetración, que los sembrados con Hemarthria altísima y que el efecto era
diferente entre los laterales de las parcelas y el centro de las mismas.
Los diferentes hábitos de comportamiento de los cerdos, así
como el tiempo dedicado a los mismos influyen en las propiedades físicas del
suelo, particularmente el comportamiento de hozado, pastoreo, caminata y el
revolcarse. Estos comportamientos varían según el sistema de producción (Braund
et al., 1998, Hötzel et al., 2004). El hozado es promovido en animales
con dieta restringida (Stern y Andresen, 2003), cuando los vegetales bajo el
suelo son más digestibles que aquellos sobre la superficie (Edwards 1998) y también
con altas temperaturas para procurar enfriarse. Menzi et al. (1998), observaron impactos por hozado especialmente en los
bordes de las parcelas, pero siendo un efecto menor al del trillo de los animales.
No encontramos trabajos que hayan cuantificado erosión en
sistemas de pastoreo con cerdos. Menzi et
al. (1998) plantea que los cerdos a campo pueden compactar el suelo
reduciendo la infiltración y favoreciendo el escurrimiento superficial del
agua, generando condiciones altamente propicias para la ocurrencia de procesos
erosivos, sin embargo en su estudio apenas observaron incremento en la erosión,
atribuido por los autores a que los cerdos eran mantenidos en suelos con poca
pendiente. Más allá de la falta de mediciones se reconoce que la erosión del
suelo es probable que ocurra en suelos con cerdos a campo (Menzi et al., 1998; Perdomo et al. 2001; Evans, 2004).
2.3.3 Cobertura vegetal.
La cobertura vegetal en los sistemas a campo puede tener
diferentes objetivos, más o menos interconectados. Gran parte de los
investigadores en cerdos a campo consideran a la pastura principalmente como
cobertura vegetal del suelo necesaria para evitar daños físicos al mismo y
eventualmente utilizar nutrientes aportados por los cerdos. En este sentido
Eriksen y Hermansen (2005) señalan que la dificultad de mantener la cobertura
vegetal es uno de los problemas que contribuyen a mayores pérdidas de nitrógeno
del suelo, aportado por los cerdos a campo. Sin la cubierta vegetal el riesgo
de pérdida de nutrientes por lavado se incrementa (Kelly et al., 2002). Otros autores valorizan a la pastura también como
proveedora de alimento para los cerdos y por su efecto sobre la estructura y
fertilidad del suelo en rotaciones con cultivos agrícolas (Caminotti, 1998;
Edwards, 2003, Vadell et al., 2003).
Los cerdos afectan la cobertura vegetal directamente por el
consumo de forraje, daños a las plantas por pisoteo y hozado, e indirectamente
por deterioro del ambiente en el cual las plantas crecen. Más allá del tipo o
los objetivos buscados con la cobertura vegetal, los cerdos pese a no ser
herbívoros, siempre realizan consumo de la misma en forma más o menos
significativa. Los cerdos poseen un comportamiento de pastoreo diferente a los
bovinos, son altamente selectivos, tienen habito de hozar y remover el suelo y
en función de la pequeña superficie del casco, pueden dañar plantas y compactar
el suelo (Dalla Costa et al., 2002),
lo que torna el manejo del pastoreo con cerdos más complejo (Edwards y Zanella,
1996). A pesar de su intenso uso en sistemas de todo el mundo el uso de
pasturas como fuente de alimento en la producción de cerdos a campo es
escasamente documentado en la literatura científica (Eriksen et al., 2006a). El pisoteo causa daños
en las plantas que pueden provocar su muerte o ser vía de ingreso de patógenos.
En tanto que el hozado, que es uno de los hábitos exploratorios preferido de
los cerdos, puede generar grandes daños a la cobertura vegetal en muy poco
tiempo (Eriksen et al., 2006b). Watson
y Edwards, (1997), citados por Hermansen et
al. (2004) encontraron que con cerdas sin anillar la cobertura vegetal bajo
a menos de un 10% en un mes. El daño en la pastura fue afectado por la
presencia de áreas acondicionadas especialmente para facilitar o promover el
hozado (van der Mheen y Spoolder, 2005).
Los factores indirectos que más inciden en mantener la
cobertura vegetal, son el tipo vegetal, la carga animal, el momento del año
(Rachuonyo et al., 2002) y la
disponibilidad de comida (ración-pastura). Las pasturas difieren en su palatabilidad,
adaptación al pastoreo y pisoteo. Con leguminosas la cobertura se deteriora
antes que con gramíneas (Rachuonyo et
al., 2005). El momento del año es importante por el estado de las pasturas
y las condiciones climáticas relacionadas a la humedad del suelo que facilita
el daño por pisoteo y hozado. Las estaciones más críticas son el otoño e
invierno, Eriksen et al. (2006b), con
cerdos en engorde, encontraron que en las mismas era difícil mantener la
cobertura vegetal por encima del 10%.
Aumentos en intensidad de producción de cerdos a campo
acarrea la dificultad para mantener la cobertura vegetal (Perdomo et al., 2001). Con cargas altas (25
cerdas/ha) la cobertura vegetal se destruye en pocos meses, pero incluso con de
12 cerdas/ha la cobertura fue destruida en el correr del primer año (Williams et al., 2005). Además de la carga, la
categoría animal influye en la conservación de la cobertura. Con cerdas
gestantes se deteriora más rápidamente la cobertura vegetal, que en parcelas
con cerdas lactantes (Edwards, 2003; Eriksen et al., 2006a). Larsen y Kongste (2000) plantean que si bien las
gestantes consumen menos ración y de acuerdo a la cantidad de nutrientes que
aportan al suelo podrían mantenerse con cargas más altas que con lactantes, es
necesario considerar que al incrementar la carga animal se espera mayor daño de
la cobertura vegetal, especialmente durante el invierno. En su trabajo sobre
granjas comerciales en Dinamarca, el nivel de cobertura vegetal fue similar
para parcelas con cerdas lactantes y en gestación. De todos modos, la pastura fue
más baja en los potreros de gestación, ya que las cerdas gestantes eran
manejadas generalmente con restricción alimenticia, por lo que tienen más hambre
y mayor motivación para pastorear. Este último aspecto es resaltado por varios
investigadores. Braund et al., 1998
encontraron que cerdas a campo con alimentación restringida produce serios
daños en las pasturas. Cuando se les suministró dietas a voluntad con alto
contenido de fibra, se redujo el hábito de pastoreo, pero no el daño en la
pastura a niveles aceptables. También aumentó el pisoteo y hozado con cerdos en
crecimiento cuando recibieron 20% menos de ración (Stern y Andresen, 2003).
2.3.4 Interacción raza-sistema.
En las
últimas décadas han llegado a Sudamérica grandes empresas trasnacionales que
desarrollan criaderos filiales que repiten los planes que realizan en Europa o
Norte América. Venden reproductores con excelentes parámetros de producción,
tal vez de los mejores del mundo, pero lo son en función del sistema
desarrollado en el hemisferio norte, sistemas confinados, donde fueron creados
(Vadell, 1999). La introducción de esta genética ha acelerado la pérdida de la
variabilidad genética adaptada a las condiciones de producción locales, reduciendo
la presencia de razas tradicionales. En producción a campo el uso de razas
sintéticas no parece ser favorable en algunos parámetros reproductivos. Ponzoni
(1992) alerta sobre posibles fracasos de no considerar los altos requerimientos
de animales mejorados en otros ambientes. A campo no necesariamente tenemos que
usar el mismo tipo genético desarrollado para condiciones de confinamiento del
hemisferio Norte (Pinheiro et al.,
2002).
El posible impacto ambiental de
los cerdos a campo, está influenciado entre otros factores por la selección de
animales genética y fenotípicamente adaptados para el ambiente particular de
producción. Si bien es posible producir al aire libre con cualquier raza, las
razas locales de cerdos y las adaptadas a condiciones ambientales extremas,
generalmente son más adecuados para los sistemas de cerdos a campo (Miao et al., 2004). Los cerdos genéticamente
más adaptados al aire libre sufren menos daños corporales y menos problemas
pulmonares en crecimiento, comparado a los genotipos más adaptados al
confinamiento (Guy et al., 2002).
Los cerdos y su ambiente interactúan en permanente
modificación dialéctica. Por lo que son necesarios animales que se adapten al
aire libre, y a su vez que los cambios que éstos producen en el ambiente sean
los menos desfavorables posibles. La adaptación puede implicar mejoras en el
uso de recursos y/o reducción de los desechos. En este sentido, los cerdos
presentan una gran heterogeneidad morfológica en las distintas regiones
geográficas, lo cual posiblemente se deba a las diferentes adaptaciones, como
consecuencia de la variabilidad en los recursos y sistemas de producción
implementados en éstas. Los diferentes desarrollos corporales (tamaño, forma de
pies y miembros posteriores), en el caso de cerdos a campo, implica impactos diferenciales
sobre el suelo y la vegetación.
Los sistemas a campo necesitan la introducción de cierta
“docilidad” y “rusticidad” en su genética, para adaptarse a ambientes con
posibles limitaciones en la alimentación de los cerdos, restricciones de
confort ambiental, resistencia a enfermedades y parásitos diferentes a sistemas
confinados (Glatz y Ru, 2004). Las diferencias fisiológicas entre razas
producen impactos diferentes, por ejemplo en el balance de N de cerdos criollos
o mejorados (Gómez et al. 1976 y Ly et al. 1999, citados por Ly y Rico,
2006; Macias, 2006)
Las diferencias morfológicas y fisiológicas van acompañadas
de hábitos diferentes según el tipo genético y la forma de crianza. Si bien hay
algunos trabajos sobre el impacto en la forma de crianza sobre el
comportamiento posterior de los cerdos a campo, el estudio del efecto raza en
el comportamiento ha sido descuidado. Para el sistema desarrollado en el CRS se
optó por la raza Pampa-Rocha proceden del este de Uruguay, una zona
caracterizada por extensos bañados, esteros y palmares, con buena capacidad de
producir forraje. Los poseedores de estos animales, resaltaban su rusticidad,
capacidad de pastoreo, madres buenas productoras de leche y dóciles (Vadell,
1999). La morfología del tren posterior es distinta a la de cerdos mejorados
para sistemas de confinamiento total (se entierran menos). En las condiciones
del CRS, se ha observado que el tiempo destinado a las diferentes actividades
(entre ellas caminar y pastoreo) es diferente entre la Raza Pampa-Rocha
y las europeas usadas en el CRS, impactando diferencialmente sobre el suelo y
la pradera.
Más allá de las consideraciones técnicas a realizar, en
relación a las diferencias que puedan surgir de los diferentes genotipos animales,
cuando analizamos el impacto en el suelo de los cerdos a campo, es importante
resaltar la importancia de considerar la genética en la producción de cerdos en
su globalidad y no solo en términos productivistas de corto plazo. Es necesario
resaltar la importancia de trabajar en mantener los recursos genéticos nativos
y por tanto parte de la cultura y el patrimonio de los pueblos, muchos de ellos
amenazados por la intensificación de la producción a nivel mundial y la
globalización, como un componente importante de la recuperación de la
diversidad biológica. La producción de cerdos a campo puede contribuir a
mantener la producción familiar, así como preservar y valorizar las razas
autóctonas y los productos derivados de los sistemas que las emplean.
2.4 ALTERNATIVAS PLANTEADAS EN LA BIBLIOGRAFÍA PARA MINIMIZAR EFECTOS NEGATIVOS DE LA PRODUCCIÓN DE CERDOS A CAMPO.
La actividad de producción de cerdos a campo como vimos,
puede tener potenciales impactos negativos sobre el ambiente biofísico, con
riesgo de contaminación del suelo, la atmósfera, y los recursos hídricos. Para
mantener producciones ecológicamente sustentables, socialmente aceptadas, deben
tenerse en cuenta determinados parámetros productivos o condiciones a la hora
de realizar la actividad. A continuación se presentan algunas de las
recomendaciones planteadas en la bibliografía consultada.
2.4.1 Elección del lugar de producción.
La
producción de cerdos a campo requiere condiciones de suelo y clima más
restringidas que otros sistemas de producción de cerdos. Se recomienda lugares
con suelos planos o baja pendiente, para evitar erosión, escorrentía y
exportación de nutrientes (Vadell, 1999; Miao et al., 2004).
Adicionalmente son recomendados suelos con buen drenaje, no inundables,
livianos a medianamente pesados, evitando suelos pesados y húmedos
(especialmente en regiones de altas precipitaciones), así como suelos
pedregosos (Zihlmann et al., 1997;
Menzi et al., 1998; Dalla Costa et al., 2002; Glatz y Ru, 2004). No hay
planteos restrictivos en relación a la fertilidad o aptitud de uso del suelo,
pero cuasndo se plantea utilizar
pasturas como recurso alimenticio y especialmente cuando se integra la producción porcina en rotación
con agricultura, son necesarios suelos fértiles (Vadell, 1999).
Las diferentes regiones climáticas inciden en la producción (temperatura,
precipitaciones, vientos, irradiancia y fotoperíodo) afectando el metabolismo
de los cerdos, crecimiento de pasturas, los ciclos de nutrientes y condiciones
físicas del suelo. Varios autores plantean que los cerdos a campo deben
ubicarse en regiones con bajas precipitaciones (Glatz y Ru, 2004; Miao et al., 2004). En climas lluviosos o con
estaciones muy frías, es necesario prestar especial atención a adaptar la
entrada de nutrientes al riesgo específico de lixiviación de nitrógeno y otros
nutrientes según las condiciones de suelo (Eriksen y Kristensen, 2001). Lagreca
y Marotta (2009) plantean ajustar la carga en función del tipo de suelo y el
clima, reduciendo la misma con mayor precipitación y suelos menos permeables.
Sin embargo otros autores como Santos y Sarmiento (2005) plantean que en climas
tropicales es posible mantener cargas animales más altas que en climas
templados, pues la tasa de crecimiento de los pastos y la demanda de nitrógeno
pueden ser mayores.
2.4.2 Razonable ajuste de carga animal.
Es la dispersión de las piaras del sistema de producción a
campo lo que lo convierte en escasamente contaminante del ambiente, ya que las
deyecciones se distribuyen en el campo. Estas se incorporan como abono al
suelo, mejoran los niveles de materia orgánica y en rotación con asgricultura,
permite aprovechar nutrientes (Vadell, 1999). La carga recomendada puede ser
determinada de acuerdo a la categoría animal, tipo de suelo, topografía,
precipitación y tipo de forraje. Para sistemas donde las pasturas se utilizan
como componente importante de la alimentación se recomiendan cargas menores (Brunori,
2008).
También se plantea ajustar la carga y el nivel de dieta según
la aceptación de los excedentes de nutrientes en el ambiente, en función del
tipo de suelo, clima y distancia a la fuente de agua (Eriksen y Kristensen,
2001). Menzi et al. (1998) propusieron
que una carga razonable del plantel reproductor no debería pasar de 2500-3000 cerdas
d ha-1 año-1. Dependiendo del nutriente considerado las
cargas recomendadas varian. La reglamentación de la Comunidad Económica
Europea sobre producción ecológica limita el N aportado al suelo, a partir del
cual se ponen topes a la carga animal. En tanto la carga en la reglamentación
sueca, se condiciona al aporte de P, que corresponde a alrededor de 2,2 cerdas
ha-1 año-1 (Salomon et
al., 2007).
Altas cargas incrementan la pérdida de cobertura vegetal y
disminuyen el forraje disponible (Rachuonyo et
al., 2002). Es resaltada la importancia de manejar cargas variables
adaptando la cantidad de animales y condiciones de nutrición, especialmente a
la cantidad de alimento en relación a la superficie (Miao et al., 2004; Glatz y Ru, 2004).
2.4.3
Optimizar la estrategia de alimentación a utilizar.
El manejo de la dieta es clave para reducir la pérdida de
nutrientes al ambiente (Aarnink y Verstegen, 2007; Dourmad y Jondreville, 2007).
Limitar la cantidad de concentrado es una de las posibles alternativas
(Quintern, 2005), si bien los cerdos a campo pueden reducir la ganancia diaria,
pueden mantener niveles de conversión similares a los de confinamiento (Eriksen
y Hermansen, 2005). Ajustar la dieta a los requerimientos es la medidas más
planteadas, no excediendo las necesidades fisiológicas de proteína (Quintern,
2005), fósforo, Cu y Zn (Zihlmann et al.,
1997; Menzi et al., 1998; Dourmad y
Jondreville, 2007).
Con respecto al nitrógeno se ha sugerido mejorar la
caracterización de los requerimientos nutricionales de los cerdos, bajo el
concepto de aminoácidos digestibles y proteína ideal, lo que permitiría
disminuir el contenido de proteína cruda de la dieta sin alterar el
comportamiento productivo del cerdo (Castañeda et al., 1995; Kerr, 1996; Roth y Kirchgessner, 1996, citados por
Mariscal, 2007; Aarnink y
Verstegen 2007). Por otro lado los requerimientos de los cerdos en
general son estimados en condiciones de confinamiento y con alimentos
convencionales. El diseño de sistemas de alimentación debe tener en cuenta el
uso de fuentes de energía y proteína disponibles localmente para contribuir a
que estos sistemas sean sostenibles. Quien pretende usar fuentes proteicas
alternativas tropieza con diferentes limitaciones entre las que figura una
caracterización incompleta de su contenido de nutrientes, factores
antinutricionales, y junto con ellas, la incertidumbre de cuáles procesos
digestivos y metabólicos tienen lugar en cerdos alimentados con tales fuentes
proteicas (Ly, 1996).
Es posible incidir también en la forma del N eliminado por
los cerdos alterando, mediante la formulación de la ración la relación de
nitrógeno amoniacal, favoreciendo formas de nitrógeno menos volátiles (Mroz et al., 2000a; Mroz et al., 2000b citados por Mariscal, 2007); aumentar la cantidad de
nitrógeno fecal disminuyendo la excreción urinaria del mismo, incrementando la
proporción de carbohidratos fermentables a nivel de intestino grueso, lo cual estimula
el crecimiento bacteriano (Mariscal, 2007; Aarnink y Verstegen 2007).
En relación al fósforo, la deficiencia de éste nutriente resulta
en un crecimiento deprimido y anomalías en los huesos de cerdos, por lo que las
recomendaciones de alimentación durante años se han destinado a garantizar que
no sufran deficiencia de P. Esto implicó normalmente la inclusión de un amplio
margen de seguridad en las recomendaciones de alimentación, con el fin de
compensar la variación de la digestibilidad de P en la ración. Es posible
reducir el contenido de P del estiércol sin afectar la salud de los cerdos y la
productividad, manejando el contenido de P digestible en lugar de P total y mejorar
los conocimientos de necesidades de P por categoría, reduciendo los márgenes de
seguridad (Poulsen, 2000).
Con respecto a los componentes de la dieta, se plantea la
necesidad de incrementar el uso de fuentes de P orgánico en relación al
inorgánico (Hanrahan et al., 2009).
Usando entre las fuentes inorgánicas de
P las más digestibles, por ejemplo fosfato monocálcico antes que el dicálcico
(Dourmad y Jondreville, 2007).
La digestibilidad de fósforo en la ración de origen vegetal, puede ser
modificada, por lo que un enfoque complementario es hacer que el P de los
alimentos quede más disponible para los cerdos. Esto reducirá la necesidad de
la adición de fosfatos inorgánicos extra para la alimentación de los cerdos (Poulsen,
2000). El fósforo en forma de fitato no es biodisponible en cerdos por carecer
de la enzima fitasa, el uso de enzimas exógenas, permite disminuir la
concentración total de P, sin disminuir el nivel de P útil para el animal y
consecuentemente disminuir la excreción de fósforo al ambiente (Jongbloed et al., 2004; Dourmad y Jondreville,
2007). Brumm (2002), citado por Herrero y Gil (2008) plantea que agregando
fitasa es posible reducir 30 % el P en heces, en tanto Baxter et al. (2003) reportaron reducciones del 40 %.
En relación
a los metales pesados, particularmente el Cu y Zn se plantea como principal medida
no sobrepasar requerimientos animales en la formulación de dieta (Zihlmann
et al., 1997; Menzi et
al., 1998; Dourmad y Jondreville, 2007). Aarnink y
Verstegen (2007) plantea usar promotores de crecimiento alternativos al Cu y Zn
de la dieta de los cerdos. Adicionalmente al igual que con el P, es posible
alterar la disponibilidad y eficiencia de uso, por ejemplo con el agregado de
fitasa es posible reducir también el aporte de Zn en la ración, ya que éste
queda más disponible para los cerdos. Para lograr mejorar la eficiencia se
requiere un mejor conocimiento de los factores que afectan la disponibilidad de
Cu y Zn y una mayor precisión en los requerimientos por categoría
(Dourmad y Jondreville, 2007).
Además de los aspectos mencionados relativos a la formulación
de la dieta, la forma de administración de la misma es otro aspecto relevante
para minimizar la pérdida de nutrientes. La forma del comedero y la
presentación de la ración son los dos factores claves. El peleteado del
concentrado (preferiblemente con tamaños grandes), reduce las pérdidas del
mismo, especialmente con animales de mayor tamaño, al igual que usar comederos
donde se mantenga seca la ración y los animales no puedan entrar en ellos
(Quintern, 2005). Otras medidas de manejo como destetes tempranos, pueden
contribuir a reducir pérdida de ración en torno a los comederos, especialmente
teniendo en cuenta que los cerdos al final de la lactación aumentan el consumo
de concentrado significativamente (Eriksen y Kristensen, 2001).
Minimizar la cantidad de ración, de nutrientes en la misma y
evitar su pérdida, son objetivos comunes a todos los sistemas de producción de
cerdos. En los sistemas a campo se busca además el pastoreo para reducir el uso
de concentrado (Mora et al., 2000;
Quintern, 2005; Eriksen et al.,
2006b). En este sentido es fundamental que la formulación de dieta incluya el
aporte de nutrientes del forraje consumido. El consumo de pasturas con dietas
restringidas puede representar el 50% de la energía de mantenimiento y gran
proporción de nutrientes requeridos por cerdas gestantes. Existe un gran
potencial de aumentar el consumo de pasturas por los cerdos (reduciendo
ración), siendo necesario mejor conocimiento del consumo y digestión en
pastoreo, así como desarrollar mejores sistemas de pastoreo (Edwards, 2003).
2.4.4 Mejorar la distribución de nutrientes y su utilización por las pasturas.
Hay un acuerdo generalizado en que la distribución de
nutrientes en el suelo por los cerdos a campo no es uniforme. Lograr
homogeneidad en la distribución de las excretas animales es una de las claves
para optimizar el uso de los nutrientes disponibles, ya que zonas de concentración
de nutrientes incrementan las pérdidas y dificulta realizar recomendaciones de
fertilizaciones acertadas (Eriksen y Kristensen, 2001). La principal
alternativa de manejo para mejorar la utilización de nutrientes es integrar los
cerdos a sistemas de cultivos forrajeros, ajustando su carga al alimento
disponible (Miao et al., 2004); o a sistemas
silvopastoriles, donde se cultiva los parques con vistas a disminuir la
concentración de nutrientes en el suelo y como complemento para la alimentación
de los cerdos (Horta, 2007). Adicionalmente se plantea integrar la producción
porcina en una rotación en la cual, luego de retirados los cerdos se continúa
con pastura o instalan cultivos. Estos cultivos podrían disminuir las pérdidas al
ambiente (Quintern, 2005), para lo que debería pensarse en cultivos tolerantes
a altas concentraciones de nutrientes (Menzi et al., 1998) y/o alta demanda de los mismos.
El período de rotación varía según los autores y objetivos
buscados. En varios países es común rotaciones cortas, en UK los cerdos suelen
ser introducidos a los rastrojos de cereales o a pasturas por cortos períodos
en otoño o primavera, moviendo las unidades a un sitio nuevo cada 1 a 2 años (Williams et al., 2000). Algunos autores
recomiendan un máximo de ocupación por cerdos en la misma área de dos años, para
evitar erosión, compactación, infección bacteriana del suelo y contaminación de
lagos y ríos, observaciones comunes cuando las ocupaciones son mayores, especialmente
con cargas altas (Perdomo et al.,
2001). En sistemas sobre pasturas permanentes, los períodos pueden ser mayores.
Brunori (2008) plantea que el período de rotación de las parcelas estará dado
por la persistencia del tapiz, siendo para el sistema propuesto por INTA Marcos
Juárez, un tiempo máximo estimado de uso del suelo de 7 años. En el INTA Marcos
Juárez, hay montado un sistema de rotación, de 5 años con cerdos a campo (ciclo
completo) y 15 de agricultura (Brunori et
al., 2004). En este caso la pastura (con cerdos) juega un rol fundamental
en la recuperación del suelo y en evitar los problemas de la agricultura contínua,
par lo que se plantea usar bajas cargas animales.
Algunos sistemas consideran la rotación, más que como una
solución a los problemas que generan los cerdos, como una ventaja para la
agricultura. En este sentido Lagreca y Marotta (2009) plantean que cada dos o
tres años los potreros destinados a los cerdos deberán rotarse para contribuir
a la fertilización de los campos destinados luego a cultivos cerealeros. Sin
embargo, los estudios tendientes a comparar estrategias para el uso del suelo
después del pastoreo por cerdos, muestran resultados no siempre alentadores.
Algunos encuentran que los cultivos siguientes a los cerdos pueden o no tener
efectos beneficiosos, incluso disminuir su calidad (Gustafson, 2000). Williams et al. (2005) han demostrado que las
pérdidas por lixiviación de nitratos durante el primer invierno después de la
cría de cerdos al aire libre pueden ser grandes, sin beneficios residuales de N
disponible para los siguientes cultivos de cereales, dependiendo entre otras
cosas de las precipitaciones del primer invierno.
Los trabajos con instalaciones móviles mostraron que es
posible alterar la preferencia del lugar de excreciones moviendo instalaciones,
mejorando la distribución de nutrientes (Kelly et al., 2002; Eriksen et al.,
2006). Varios autores encontraron mayor uniformidad y menores pérdidas de
nutrientes rotando los comederos y refugios (Eriksen y Kristensen, 2001;
Petersen et al., 2001; Benfalk et al., 2005). Con intervalos de
movimiento de instalaciones cortos, se obtiene mejores resultados (Menzi et al., 1998; Quintern, 2005; Eriksen et al., 2006b). El pastoreo rotativo
también favorece la distribución de deyecciones (Dalla Costa et al., 2002; Stern y Andersen, 2003, Miao et al., 2004) y si las ocupaciones son por períodos
cortos es posible limitar la acumulación de excretas en los bordes de las
parcelas (Kelly et al., 2002).
Eriksen y Kristensen, (2001) plantean que alojando las cerdas individualmente
en parcelas pequeñas, mejora la distribución, comparado con grandes parcelas
colectivas.
2.4.5 Conservar pasturas.
Mantener los cerdos en parcelas con buena cobertura vegetal
para disminuir el riesgo de erosión y utilizar o captar nutrientes por la
pastura, es un objetivo permanente especialmente en regiones con abundantes
precipitaciones (Menzi et al., 1998;
Dalla Costa et al., 2002; Rachuonyo et al., 2005; Eriksen y Hermansen,
2005). Las especies vegetales a usar deben estar bien adaptadas a las condiciones
de suelo, clima y especialmente elegidas en función de los objetivos
productivos planteados. Encontramos dos grandes visiones del uso de pastura en
la producción de cerdos, como importante fuente de alimento para los cerdos o
no. Quienes plantean usar la pastura como alimento, manifiestan la necesidad de
usar especies palatables, de mayor valor nutritivo (Caminotti, 1998; Edwards,
2003; Vadell et al. 2003), sin
descuidar los aspectos de “resistencia” al pastoreo. En este sentido autores
vinculados a la agroecología plantean que para maximizar el insumo de energía
solar en el sistema a campo, es preciso que se utilice al máximo la pastura
para alimentación de los animales (Pinheiro et
al., 2002).
Si no se utilizan las pasturas como importante fuente de
alimento, se consideran prioritarios otros atributos en la elección de especies,
como gramíneas agresivas, resistentes al pisoteo, estoloníferas o que permitan
una rápida cobertura del suelo, perennes, con crecimiento todo el año (Dalla
Costa et al., 2002). El planteo de
usar especies más resistentes al pisoteo y hozado (Williams et al., 2000), o forrajes menos
preferidos por los cerdos para pastoreo (Rachuonyo et al., 2005), es común cuando el objetivo principal es mantener la
cobertura vegetal.
Relacionado con lo anterior y la distribución de nutrientes
hay dos visiones en relación al movimiento de las instalaciones. Algunos
plantean movimientos periódicos y frecuentes de las instalaciones (Eriksen et al., 2006) o siempre que se observe
el inicio de degradación de la cobertura vegetal (Dalla Costa et al., 2002). En tanto Dichio y
Campagna (2007) plantean que para mantener la cobertura vegetal, considerando
que los cerdos se mueven preferentemente dentro de la zona entre el refugio,
comedero y el bebedero, sería necesario realizar un mínimo desplazamiento de
instalaciones para limitar la degradación de la pastura a un área pequeña. Sea
rotando la zona de instalaciones o no, hay mayor consenso en que los pastoreos
rotativos son más indicados para conservar pasturas. Los pastoreos rotativos
considerando necesidades de las pasturas y carga animal son imprescindibles
(Dalla Costa et al., 2002, Dichio y
Campagna, 2007). Cuando hay buena disponibilidad de forraje, el pastoreo es
preferido al hozado y disminuye el tiempo de caminata. Por tanto la tendencia a
mayor hozado en áreas pequeñas o con alta carga, puede ser reducida si con
rotaciones frecuentes se mantiene una buena cobertura vegetal (Andresen y
Redbo, 1999).
Más allá de la pastura utilizada, el anillado continúa siendo
una de las principales alternativas, para lograr que la cobertura vegetal sea
menos deteriorada por los cerdos (Edwards, 1998; Vadell, 1999; Bornett et al., 2003; Eriksen, 2005). Las
medidas alternativas al anillado (charcas, áreas de hozado enriquecidas, entre
otras) no han sido lo suficientemente efectivas en reducir el daño a la pastura
en el largo plazo (Bornett et al.,
2003) o han reducido el tiempo de pastoreo (van der Mheen y Vermeer, 2005).
Junto con el anillado, la carga animal ajustada a las
características del sistema y condiciones climáticas es clave en la
conservación de la pastura (Dalla Costa et
al., 2002; Glatz y Ru, 2004). La carga tiene un efecto más importante que
la categoría animal, si bien los animales pequeños son más dinámicos y producen
más daño sobre el tapiz (Dichio y Campagna, 2007).
2.4.6 Otras consideraciones.
Las alternativas técnicas planteadas previamente, requieren
ser acompañadas de cambios que ataquen las causas estructurales, además de las
inmediatas. Según Goldblatt (1998), citado por Foladori (2005), existen tres
niveles a tener en cuenta en la cuestión ambiental, el hecho objetivo de la
degradación, su expresión cultural, y las medidas políticas, jurídicas y
económicas derivadas. Por lo que pensamos que las medidas técnicas planteadas
deben ser además complementadas con políticas específicas, que contemplen
aspectos de conocimiento de la problemática, así como aspectos organizativos y
económicos de la producción. El presente trabajo se focaliza en el primer
nivel, indagar sobre los hechos objetivos, las causas inmediatas de algunos
impactos biofísicos de un sistema de cerdos a campo, desde una visión técnica.
Es necesario complementar esta visión técnica, que sólo considera las causas y
consecuencias de los problemas ambientales, investigando las relaciones que
acompañan esos procesos técnicos. Para cada causa existen responsables, para
cada consecuencia, beneficiados y perjudicados. Estableciendo esa relación se
eleva el problema técnico a una cuestión política, que es la forma en la cual
deben tratarce los problemas ambientales (Foladori, 2005).
3 PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
El tema de investigación del presente trabajo puede
enmarcarse dentro de la pregunta ¿Es sustentable la producción de cerdos a
campo en gran escala en Uruguay? Está relacionado con la comprensión de los
procesos vinculados a la sustentabilidad y la generación de alternativas para
los sistemas de producción familiares con porcinos; así como a la evaluación de
instrumentos metodológicos pertinentes, adecuados y prácticos, que permitan la medición
de la dimensión biofísica de la sustentabilidad.
Dentro de esta pregunta mayor surgen varias líneas de
problemas a abordar. Estudiar la sustentabilidad en un sentido amplio, implica
trabajos interdisciplinarios en diferentes planos interrelacionados, económico,
ecológico, político, etc. Pretendemos iniciar el camino hacia la respuesta de
la pregunta inicial, a través del estudio de impactos ambientales parciales de
la cría a campo de cerdos, analizando aspectos biofísicos o agro ecológicos.
Esto no olvida el necesario carácter socioeconómico inherente a estudios
ambientales (Gómez Orea, 1997) y el necesario trabajo interdisciplinario en
estudios más completos, destinado a identificar, valorar y corregir los efectos
ambientales que diferentes aspectos del sistema productivo (itinerarios
técnicos y/o medidas de manejo) pueden causar en la calidad de vida del ser
humano y su entorno.
Para poder discutir sobre sustentabilidad biofísica y posibilidades
de manejos concretos, relacionados a recursos naturales que participan del
sistema de producción, es fundamental realizar consideraciones objetivas sobre
efectos en el largo plazo, en su distribución espacial, y en la capacidad de
resiliencia o de revertir ciertos impactos en el ambiente considerado. En este
sentido el centro del presente trabajo es procurar identificar efectos en el
largo plazo, del sistema desarrollado en el CRS sobre el suelo. El manejo de la
carga animal, la dieta a usar, forma de los piquetes, el manejo del área de
servicio y su posición, el tipo de cobertura vegetal, la movilidad del sistema,
su rotación de pastoreo e instalaciones, así como con agricultura, son algunos
de los aspectos puntuales para los que intentamos brindar información. También
realizamos una muy amplia variedad de análisis de suelo, para identificar cuáles
tendrían más relevancia (considerando costos y resultados), para estudiar
posibles impactos antes de una intervención antrópica, monitorear impactos de
las mismas o ayudar a identificar puntos críticos en relación al manejo
sostenible del suelo.
Creemos que las alternativas de manejo de los recursos y
estrategias de producción deben ser necesariamente locales, sin descuidar los
efectos globales. Dado que la información disponible relacionada a la temática
es mayoritariamente extranjera no necesariamente extrapolable y además centrada
en efectos en el corto plazo, es imprescindible contar con información en las
condiciones nacionales, que permitan un mejor uso de los recursos locales.
Estudiar variaciones en el suelo frente a diversas acciones impactantes,
contribuiría a poder incorporar criterios de sustentabilidad en las tomas de
decisiones políticas y de manejo productivo a todos los niveles.
4 OBJETIVOS
4.1
OBJETIVOS GENERALES
a)
Estudiar la interacción suelo-cerdos-pastura, desde una
perspectiva de manejo ambiental y conservación de los recursos naturales en el
largo plazo.
b)
Evaluar el efecto del manejo animal y rotación agrícola
del sistema de cerdos a campo desarrollado en la Unidad de Producción de
Cerdos de la Facultad
de Agronomía, sobre algunas propiedades del suelo, como insumo para el diseño
de tecnologías sustentables a escala familiar.
a)
Comparar el efecto acumulado en 12 años del manejo
animal, rotaciones agrícolas y su interacción, del sistema cerdos a campo de la UPC, en relación al mismo
suelo bajo “campo natural”, sobre propiedades físicas, químicas y biológicas
del suelo.
b)
Comparar y mapear diferentes propiedades físicas y
químicas del suelo, en función de las zonas en las parcelas, carga animal y rotación
agrícola.
c)
Comparar impactos a diferentes profundidades en las zonas
de las parcelas, en relación al manejo animal y agrícola realizado.
d) Identificar
las variables que puedan ser usadas directamente o que ayuden a la construcción
de indicadores compuestos de calidad de suelo relevantes para el sistema de
producción de cerdos.
5 HIPÓTESIS
5.1
HIPÓTESIS
a)
El sistema de producción de cerdos a campo impacta en características
físicas, químicas y biológicas del suelo, en el largo plazo.
b)
Los impactos sobre el suelo en el largo plazo presentan
diferencias en intensidad y distribución dentro de las parcelas, siendo la zona
de servicio donde se presentan las mayores transformaciones del suelo.
c)
La utilización de diferentes cargas animales, tiene
incidencia en los impactos.
d) Las
diferentes rotaciones agrícolas usadas no influyen sustancialmente en la
intensidad y distribución de los impactos sobre el suelo.
e) Los impactos pueden alcanzar capas
subsuperficial del suelo, especialmente en la zona de servicio.
5.2
PREGUNTAS A SER RESPONDIDAS
a)
¿Hay impactos sobre propiedades físicas, químicas y/o
biológicas del suelo?
b)
¿Hay impactos diferenciales espacialmente relacionados
al manejo y/o a la infraestructura al interior de las parcelas en estos
efectos?
c)
¿Hay influencia del manejo agrícola y animal, en la
intensidad y/o distribución de los impactos considerando el largo plazo?
d) ¿Cómo
varían estos impactos en profundidad en las diferentes zonas?
e)
¿Cuáles indicadores serían más relevantes para analizar
impactos sobre el suelo, considerando importancia de la información, tiempo y
costos de muestreos y análisis?
6 MATERIALES Y MÉTODOS
Se evaluaron los efectos acumulados sobre el suelo producto
del sistema de producción de cerdos a campo en el largo plazo, a través de
comparar la “foto actual” de la zona “con cerdos” con una zona aledaña
“testigo” sin cerdos. El suelo con cerdos y el testigo tuvieron similar manejo
previo (incluyendo varios años de agricultura), comenzando a diferenciarse en
otoño de 1997 con la siembra de las pasturas y la introducción de los cerdos en
la primavera siguiente. Los muestreos se realizaron en primavera del 2009, después
de 12 años con cerdos.
6.1
Sitio de estudio y diseño esperimental
El presente trabajo se realizó en la Unidad de Producción de
Cerdos (UPC) de la Facultad
de Agronomía ubicado en Juanicó (34° 36' S; 56° 13' W). La UPC comprende 10 hectáreas divididas
en parcelas de 1500 m2,
en las cuales se mantiene un rodeo reproductor de alrededor de 50 hembras (de
razas Pampa-Rocha, Duroc y sus cruzas) y
verracos (Pampa, Duroc y Large White). En la misma se realiza la cría y
posdestete hasta los 77 días.
La zona presenta clima templado con heladas invernales y
precipitaciones anuales en el orden de 1200 mm (DNM, 2011). Luego del primer
muestreo ocurrió un período de precipitaciones superiores a lo normal (Figura
1). La primavera también fue más lluviosa que el promedio hitórico, por lo que
se atrasó el tercer muestreo hasta diciembre, en los 15 días previos al último muestreo
llovieron 100 mm.
Se trabajó en suelos clasificados como Brunosoles Eutricos,
siendo los suelos dominantes de la zona cartografiada dentro de la unidad Tala
Rodríguez según la Carta
de Reconocimiento de Suelos del Uruguay 1:1.000.000 (MAP/DSF, 1976), ubicado
topográficamente en una ladera convexa (pendiente menor al 1%), sobre
materiales sedimentarios de la formación Libertad. El perfíl dominante de estos
suelos tiene un horizonte A de 25
cm con 3,04 % de MO, pH 6,6 y 22,9 meq/100g de bases
totales, seguido de un Bt hasta 65
cm (MGAP/DSA, 2001). La secuencia de horizontes
descripta en campo es: A subdividido en dos (0-15 y 15-30 cm), transición gradual al
Bt y C con acumulación secundaria de Ca. Coincidiendo a grandes rasgos con la
descripción realizada para este tipo de suelos por el MAP/DSF (1979).
Figura 1. Precipitación
mensual en INIA-Las Brujas (1972-2009) y el año de muestreo. Las flechas indican los tres momentos de
muestreo. Fuente:
www.inia.org.uy/disciplinas/agroclima
Se tomó como testigo suelo en laterales de las parcelas
(Figura 2), el cual se mantuvo con vegetación espontánea con pasadas de pastera
esporádicas (sin laboreo, fertilización, ni siembra), representando el manejo
de menor impacto antrópico sobre el suelo. Para el estudio se utilizaron 6
parcelas en dos sectores, correspondiendo las parcelas B11, B12, B13 al sector
B y las C11, C12 y C13 al sector C (Figura 2).
Figura
2. Ubicación de las parcelas y área
testigo.
Ambos Sectores sobre el mismo tipo de suelo se diferencian
por su rotación agrícola. Se utilizaron cuatro tipos de pasturas implantadas
para pastoreo: a) cultivo puro de Medicago sativa (cv. Chaná); b) mezcla de Trifolium pratense (cv. LE
116), Trifolium repens
y Cychorium intybus (cv. INIA Lacerta); c) Shorgum sp. y d) Avena sativa (cv. Estanzuela 1095).
En los primeros años de instaladas las pasturas perennes hubo presencia de
malezas, principalmente Raphanus
sp., cardos y presencia variable de Lolium multiflorum (no
sembrado). En los sucesivos años aumentaron paulatinamente malezas enanas, y gramíneas
no palatables (principalmente Cynodum dactilum y Stipa charruana). El control de malezas
realizado en parcelas puntuales consistió en pasadas de pastera y herbicida (glifosato). La instalación de
los cultivos se realizo hasta el 2002 con laboreo convencional (superficial o
reducido) y en adelante siembra directa. En la fertilización de base, para las
praderas mezclas se utilizó 40-100
kg de P2O5 y 10-24 kg N/ha, adicionalmente se
realizaron refertilizaciones puntuales con bajas dosis de urea. Para la alfalfa
se utilizó 80-100 kg/ha de P2O5. Se utilizó solo fuentes
fosfatadas, urea o binarios (NP), nunca se fertilizó con potasio o con aditivos.
En el sector C siempre se trabajó con la misma mezcla (trébol
rojo, blanco y achicoria) siembrada en 1997, 2002 y 2006, en tanto en el B la
primera pradera fue alfalfa sembrada en 1997, seguida de pradera mezcla en
2002, luego avena (vi) seguida de sorgo (vv) en 2006-2007 y nuevamente pradera
mezcla en 2007 (Tabla 3).
Tabla
3. Rotación agrícola 1997-2009 para
las 6 parcelas experimentales.
Parcelas
|
Años
|
||
1997 - 2001
|
2002 - 2005
|
2006 - 2009
|
|
B11, B12, B13
|
Alfalfa
|
Pradera
|
vi / vv / Pradera
|
C11, C12, C13
|
Pradera
|
Pradera
|
Pradera
|
Nota:
Pradera (trébol rojo, blanco y achicoria); vi/vv (verdeos invierno/verdeo
verano)
Los barbechos (desde el retiro de los animales a la nueva
ocupación) fueron muy largos, el sector B tuvo 5 cultivos, con 4 barbechos
totalizando 695 días (174 días promedio cada barbecho), en tanto el sector C
tuvo 3 barbechos totalizando 758 días (253 días promedio c/u).
Las 6 parcelas de 1500 m2 (20 x 75 m), estaban separadas por alambre
electrificado, con una paridera de campo móvil “tipo Rocha”, un bebedero
automático (chupete) sobre el camino de servicio y disponía de comederos
móviles (cubiertas cortadas). En cada parcela diferenciamos en base al manejo
dos grandes zonas: “de servicio” y “de pastoreo” (Figura 3). A la zona de
servicio la subdividimos en dos, la zona I no laboreada ni fertilizada, en
general engramillada o con importante área de suelo desnudo y la zona II
correspondiente a la parte de pastura implantada utilizada como zona de
servicio cuando la pastura fue envejeciendo. La zona III se correspondió con el
área de pastura implantada típicamente de pastoreo. El límite entre la zona II
y III no estaba claramente definido, variando entre años y estado de las
pasturas.
Figura
3. Esquema de las zonas e
infraestructura de las parcelas.
Durante el primer año de instaladas las praderas el servicio
a los animales (suministro de agua, ración y localización del refugio) se
realizó en la zona I (13% del área), a medida que fue quedando con suelo
desnudo, se comenzó a utilizar la zona II “sacrificando” parte de la pastura
para suministrar ración y ubicar refugios, llegando a utilizarse el 29% del
área. En promedio el área de pastoreo representó cerca del 75% de la superficie total de cada
parcela.
Todo el ciclo reproductivo se realizó en parcelas con pasturas,
manteniéndose los animales en grupos según el estado fisiológico. Las
categorías fueron: cerdas lactantes (cl), lechones (lch), cerdas gestantes
(cg), lechones post destete (lpd), cachorras de recría (cr) y verracos (v). La
rotación animal en las parcelas fue a tiempo fijo para lactantes, mantenidas
individualmente con su camada. En el caso de cerdas gestantes y verracos la
ocupación fue variable, procurándose mantener lotes de 3 animales por 2 a 4
semanas en cada parcela (Tabla 4). El tiempo de ocupación de las parcelas
respondió en primera instancia a necesidades de manejo animal y secundariamente
a criterios de manejo de pasturas.
Tabla
4. Tamaño del lote y tiempo de ocupación
de las parcelas, por categoría animal.
Categoría
|
animales por parcela
|
días ocupación
|
|||
media
|
máximo
|
media
|
máximo
|
||
cerdas gestantes
|
2,5
|
6
|
11
|
55
|
|
cerdas gestantes + verracos
|
3
|
6
|
15
|
56
|
|
cerdas lactantes
|
1
|
1
|
56
|
87
|
|
lechones postdestete
|
12
|
21
|
26
|
53
|
Durante los 4450 días considerados (octubre 1997 a noviembre 2009), en
promedio cada parcela fue ocupada con cerdos 2231 días (50%) y el período sin
cerdos fue 2219 días (50%), de los cuales 656 días (15%) correspondieron a
“barbecho” (Tabla 5).
Tabla
5. Días de ocupación de las parcelas
Parcela
|
Días de Ocupación
|
||
d totales
|
% del total
|
d año-1
|
|
B11
|
2255
|
51
|
187
|
B12
|
1825
|
42
|
152
|
B13
|
2029
|
46
|
169
|
C11
|
2569
|
58
|
213
|
C12
|
2485
|
57
|
206
|
C13
|
2220
|
50
|
183
|
La carga animal utilizada por parcela fue determinada según
la cantidad de animales por días en una hectárea anualizados (animales d ha-1 año-1) y en la
masa de los mismos (t d ha-1 año-1) (Tabla 6). Para calcular la masa animal de
cada categoría se utilizó el peso promedio por animal de cada categoría del
CRS, siendo para cerdas gestantes, lactantes, verracos, lechones posdestete y
cachorras recría de 130, 160, 190, 15 y 60 kg respectivamente.
Tabla
6. Carga según categoría (animales d ha-1
año-1), y carga total (t d ha-1 año-1), por
parcela.
Parcela
|
Reproductores
|
Lechones y
cachorras
|
Carga total*
|
|
(animales d ha-1
año-1)
|
(t d ha-1
año-1)
|
|||
B11
|
2016
|
1876
|
339
|
|
B12
|
1546
|
1834
|
267
|
|
B13
|
1686
|
1977
|
302
|
|
C11
|
1912
|
1916
|
350
|
|
C12
|
1736
|
2088
|
334
|
|
C13
|
1556
|
2442
|
305
|
|
Promedio
|
1742
|
1876
|
316
|
Nota:*
peso de todos los animales por días (todas las categorías) anualizadas por
hectárea
A las madres se les suministró diariamente durante
la gestación 1,25
kg de ración y durante la lactancia 3,0 kg de ración, agregando 0,25 kg por cada lechón
amamantado. A los verracos del rodeo durante toda su vida adulta se les
suministró 3,0 kg
de ración por día. La ración para los reproductores contenía 13,8 % de proteína
cruda y 13,8 MJ/kg de energía digestible. A los lechones se les suministró
ración en un escamoteador a voluntad desde los 21 días hasta el destete, y en
posdestete según el peso vivo, esta ración contenía 20,3 % de proteína cruda y
14,6 MJ/kg de energía digestible. Para una descripción más detallada de las
instalaciones y manejo de la UPC
puede verse Vadell (1999) y Monteverde (2001).
6.2 MUESTREOS
El diseño general de muestreo comprendió dos fases, la
primera buscó recabar información para construir mapas de impactos físicos
(muestreos I) y químicos (muestreo II) en la capa superficial del suelo (0-15 cm) y analizar su
concordancia con las zonas de manejo animal y agrícola. En la segunda fase (muestreo
III) se buscó comparar propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo entre
las diferentes zonas de manejo de las parcelas con cerdos entre si y con el
suelo testigo, tanto en superficie como en profundidad (0-15 y 15-30 cm).
1ª Fase: Muestreo I (23 y 24 de junio 2009). Se determinó la resistencia
a la penetración en suelo a capacidad de campo, con penetrómetro hasta 46 cm de profundidad (registros
cada 2 cm)
tomando como dato el correspondiente al promedio de tres repeticiones. Las
determinaciones se realizaron en 6 parcelas (B11, 12 y 13 y C11, 12 y 13)
utilizando un grillado de 5 x 5
m, (n= 360 para cada profundidad) y en el área testigo
(n=30) (Figura 4).
Muestreo II (4 y 5 de agosto 2009). En el mismo sitio y misma grilla de 5
x 5 m del
muestreo anterior pero en 4 parcelas (B12 y 13 y C 12 y 13), se tomaron
muestras de suelo en superficie (de 0
a 15 cm)
con calador manual. Las muestras fueron compuestas de 12 tomas, en un radio de 80 cm en torno al centro de
cada celda (totalizando 240 muestras compuestas).
2ª Fase: Muestreo III (3 y 4 diciembre 2009). En base a los datos
anteriores dentro de cada parcela se delimitaron 3 zonas, “I” (mayor impacto),
“II” (impacto moderado) y “III” (impacto leve). En cada zona se obtuvo una muestra compuesta (de 12 tomas)
en superficie (0-15 cm)
y otra en profundidad (15-30
cm) para los análisis de suelo (totalizando 18 muestras
en superficie y 18 en profundidad). En el área testigo se tomaron 6 muestras
compuestas en superficie y 6 en profundidad. En los 24 puntos de muestreo además
se tomaron muestras en ambas profundidades para densidad aparente con calador y se determinó resistencia a
la penetración con penetrómetro.
Figura
4. Esquema espacial de los muestreos.
6.3 ANÁLISIS
Las muestras inmediatamente luego de tomadas en todos los
casos (excepto para respiración microbiana, incubación, MOP y DA) fueron
desmenuzadas y secadas en estufa a 45ºC,
posteriormente molida en molino y tamizado a 2 mm.
Las determinaciones de pH se realizaron en agua destilada,
relación suelo:agua 1:2,5 (Dewis y Freitas, 1970) y en relación 1:1, en ambos
casos con electrodo de pH Orion Research 701A. Las determinaciones de
conductividad eléctrica se realizaron en suspensión en agua (relación
suelo:agua 1:2,5 y 1:1) con un conductímetro Orion 122. Los contenidos de
carbono orgánico del suelo (COS) y en la materia orgánica particulada (MOP) se
determinaron por oxidación con K2Cr2O7 en H2SO4
(Nelson y Sommers, 1996) y determinación colorimétrica (600 nm). Los contenidos
de P asimilable por método Bray 1 (Bray y Kurtz, 1945) con determinación
colorimétrica a 660 nm. Las determinaciones de Cu, Zn disponible se realizaron
de acuerdo al método definido por Rhue y Kidder (1983) usando Mechlich III como
extractor. Para las determinaciones de MOP y no
particulada (MONP), las muestras fueron desmenuzadas a mano sin tamizado y
secadas en estufa a 60ºC
durante 24/48 horas. Para el fraccionamiento físico una muestra de 50 g fue agitada con NaCl
0,05M durante 16 hs y luego tamizada según Cambardella y Elliot (1992), separando las fracciones de materia
orgánica particulada (MOP >200 µm, y entre 50 y 200 µm), y no particulada
(MONP < 50 µm). Las determinaciones de P orgánico en la MOP se realizaron por el
método de ignición (Saunders y Williams, 1955).
Para estudiar la respiración microbiana (RM) el material se
almaceno sin secado en heladera a 4ºC
analizado dentro de las 24 hs siguientes, desmenuzándolo a mano, procurando un
tamaño de partículas de 2 mm.
Para la determinación de la evolución de CO2 al inicio de la
incubación se pesaron 50 g
de suelo fresco en vasos de 50 mL; éstos se colocaron en frascos de 1 L cerrados herméticamente,
con un recipiente con 5 mL de NaOH 0,25 M. El exceso de NaOH se tituló con HCl 0,1 M (Hassink, 1994). Se
calcula el CO2 liberado por diferencia respecto al CO2
atrapado en frascos control sin suelo.
Para el análisis de N mineral la extracción se realizó agitando
20 g de
muestra con 100 mL de KCL 2M, por 1 hora. Se determinó N-NO3 por
colorimetría (540 nm); luego de la reducción de NO3- a NO2-
a través de una columna de cadmio (Reacción de Griess-Ilosvay; Mulvaney, 1986).
El N-NH4 se determinó colorimetricamente (660 nm) según el método de
Berthelot (Rhine et al., 1998). Las
determinaciones de nitrógeno potencialmente mineralizable (NPM) se realizaron
según Waring y Bremner modificado por Keeney (1982) incubando las muestras de
suelo a 40°C
durante dos semanas, al fin de las cuales se determinó el NH4+
producido. Para la determinación de bases (Na, K, Ca y Mg) se utilizó como
extractante Mechlich III (Mehlich, 1984), con una relación suelo:solución de
1:10 y determinación por AAS.
La resistencia a la penetración (RP) se midió utilizando un
penetrómetro Agridry Rimik, modelo CP20 y la densidad aparente siguiendo el
método descrito por Blake y Hartge (1986).
Análisis estadísticos.
Los valores empíricos de la grilla de los Muestreos I y II
fueron utilizados para generar representaciones espaciales de la RP a diferentes profundidades,
al igual que la concentración en superficie de COS, PBray, N-NO3,
N-NH4, Nmin, CE y pH. Para lo cual se utilizó el método de
interpolación local “Splines" utilizando Spatial Analyst del Arcview GIS
3.2.
Con los datos del muestreo III se analizó si existen
diferencias significativas entre las 3 zonas con cerdos y la zona testigo,
asumiendo un nivel de confianza del 95%. Para lo que se aplicó el modelo ANOVA
de Tipo I, considerando el efecto fijo de la zona. El ANOVA tiene como
requisito distribución normal y homogeneidad de varianzas, por lo que para
probar normalidad se utilizó el test de Shapiro Wilk, y para probar homogeneidad
de varianza, el test de Bartlett. Cuando no se cumplieron las hipótesis de
normalidad y/o homogeneidad de varianza (PBray, Psol, N-NO3, N-NH4,
K, Zn, CE y NPM en superficie, y PBray, Psol, N-NO3 y Nmin en
profundidad), se aplicó el test no paramétrico de Kruskal-Wallis que no
requiere supuestos de distribución.
Para identificar entre que zonas existieron diferencias
significativas, en los casos en que el ANOVA dio diferencias significativas, se
utilizó el test a posteriori de Bonferroni. En los casos en que al aplicar el
test de Kruskal-Wallis se obtuvieron diferencias significativas, se usó el test
a posteriori de Mann Whitney corregido por el criterio de Bonferroni.
Se analizó si existen diferencias significativas entre las 3
zonas de las parcelas del suelo con cerdos, comparando las variables asumiendo
también un nivel de confianza del 95%. Se aplicó el modelo ANOVA de Tipo I,
considerando la rotación y la zona como efectos fijos, la parcela anidada en
rotación y la interacción entre carga y zona. Para probar normalidad se utilizó
el test de Shapiro Wilk, y para probar homogeneidad de varianza, el test de
Breusch-Pagan. Cuando no se cumplieron las hipótesis de normalidad y
homogeneidad de varianza se realizaron transformaciones logarítmicas de las
variables (utilizado para analizar PBray, Psol y CE). Si aún con dichas
transformaciones no se cumplen los supuestos del ANOVA (Zn en superficie y PBray,
Psol y N-NO3 en profundidad), se aplicó el test no paramétrico de
Kruskal-Wallis.
Para los casos en que el ANOVA dio diferencias
significativas, se utilizó el test a posteriori de Bonferroni para identificar
entre que zonas existieron diferencias significativas. En los casos en que al
aplicar el test de Kruskal-Wallis se obtuvieron diferencias significativas, se
usó el test a posteriori de Mann Whitney corregido por el criterio de
Bonferroni.
Los datos se procesaron con el programa estadístico STATA/SE
versión 10.1. A menos que se indique lo contrario, las diferencias mencionadas
en el texto son significativas al nivel del 5%.
El grado de asociación entre las variables se analizó con el
coeficiente de correlación de Pearson (r), que expresa en términos relativos la
proporción de la variación total compartida por ambas variables, para lo cual
se utilizando el programa R versión 2.13.0 (2011).
7 RESULTADO Y DISCUSIÓN
7.1 DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE IMPACTOS (Muestreos I y II).
Luego de 12 años de instalado el sistema de
producción de cerdos, se observáron efectos en el suelo con gran variabilidad
espacial. Entre ellos, cambios físicos diferenciados según la zona de la
parcela. Los mayores impactos negativos reflejados en el cambio de resistencia
a la penetración (RP) se observaron en la zona de servicio, particularmente en
los primeros 10 m
desde el camino exterior (filas 1 y 2 de la grilla, Figura 5). Pese a que esta
zona no había recibido laboreo mecánico, fue la más usada para el servicio a
los animales y con menor crecimiento vegetal. Esta localización de impactos físicos
coincide con las observaciones realizadas por Zihlmann et al., (1997), Menzi et al.,
(1998) y Quintern y Sundrum (2006), quienes describen al área de suelo cercana
a comederos, bebederos, refugios y zonas con agua como las más afectadas en su
estructura, por los cerdos a campo. El suelo con cerdos tuvo valores promedios
mayores de RP en los primeros 8
cm de profundidad y a profundidades mayores a 30 cm, en relación al suelo
testigo.
Figura 5. Resistencia a la penetración (kPa) según profundidad, en el
promedio de las seis parcelas de cada fila de la grilla (5 x 5 m).
No encontramos diferencias importantes en RP
entre los laterales y el centro de los piquetes como describieron Galvão et al., (1998), así como tampoco entre
parcelas y sectores entre ellos a ninguna de las profundidades analizadas (Figura
6).
Figura 6. Distribución espacial
de la resistencia a la penetración (kPa), en las seis parcelas para diferentes profundidades
(10, 20, 30 y 40 cm).
Contorno del diagrama creado por interpolación local (spline) entre los valores
de las muestras en grilla (5 x 5
m).
En las capas superficiales del suelo la RP es mayor en cercanías de las
instalaciones. A profundidades mayores a 30 cm, si bien los primeros 10 m continúan siendo los más
compactados, en el resto del área no hay una relación clara con la distancia a
las instalaciones. A diferencia de trabajos revisados, que observaron compactación
usualmente limitada a los primeros 15 cm y sólo en situaciones puntuales a
profundidades mayores (Menzi et al.,
1998; Quintern y Sundrum 2006; Ausilio et
al., 2007), en el presente trabajo el suelo con cerdos tuvo mayor RP en
profundidad (30 a
46 cm)
en toda el área en relación al testigo.
El sistema de producción también modificó
propiedades químicas del suelo, diferenciadas espacialmente. La gran
variabilidad observada en el contenido de COS y nutrientes (Tabla 7) generó
parches y en algunas situaciones áreas claramente diferenciadas, siguiendo
patrones similares entre parcelas.
|
|
COS
|
|
P Bray
|
N-NO3
|
N-NH4
|
Nmin
|
|
pH
|
|
CE
|
||
g kg-1
|
|
mg kg-1
|
|
|
|
μS cm-1
|
|||||||
Promedio
|
|
19,9
|
|
84
|
10,7
|
10,5
|
21,3
|
|
6,0
|
|
121
|
||
mínimo
|
|
8,2
|
|
20
|
3,3
|
5,1
|
10,3
|
|
5,5
|
|
70
|
||
máximo
|
|
41,0
|
|
443
|
72,5
|
46,9
|
100,7
|
|
6,6
|
|
520
|
||
DS.
|
|
5,4
|
|
52
|
9,8
|
4,3
|
12,4
|
|
0,2
|
|
74
|
||
CV (%)
|
|
27
|
|
63
|
91
|
41
|
58
|
|
4
|
|
61
|
||
Nota: conductividad
eléctrica (CE) medida en relación suelo agua 1:2,5
A excepción
del COS todas las variables analizadas mostraron una clara tendencia a
disminuir a medida que aumenta la distancia a la cabecera del área de servicio
(Figura 7).
Figura 7. Variación relativa en función de la distancia a la primera fila
(100%), para COS
(g
kg-1), pH, CE (μS cm-1), P Bray, Nmin, N-NO3 y
N-NH4 (mg kg-1), promedio de 4 parcelas.
El COS tuvo un coeficiente de variación
entre muestras del 27% (entre 1,4 y 7,1% de MO), sin un claro patrón de
distribución espacial (Figura 8), presentando valores promedios inferiores a
los reportados para este tipo de suelo bajo uso agrícola (Duran, 1991), pero
superiores a los reportados bajo usos hortícolas (García et al., 2011). El COS no se correlacionó con las otras variables
del muestreo II, salvo en la zona I donde tuvo correlaciones positivas bajas pero
significativas (p<0,01) con la concentración de P Bray, N-NO3 y
CE (R2 = 32%, 21%, 28%, respectivamente).
El pH fue la característica menos variable,
observándose de todas maneras una cierta tendencia a valores más ácidos en la
zona de pastoreo y particularmente valores más básicos en los primeros 5 metros de la zona de
servicio (Figura 8). El pH tampoco se correlacionó con el resto de las
variables, nuevamente a excepción de la zona I donde tuvo baja correlación
negativa con N-NO3 (R2 = 22%, p < 0,01).
El P Bray presentó concentraciones altas en
un área importante (mayor a 50 mg kg-1 en el 60% del área),
correlacionadas con la concentración de N-NO3 (Figura 10). En el
área de pastoreo solo se observó diferencias entre las rotaciones en la
concentración de P Bray, donde el sector B que recibió 40 kg/ha más de P2O5
en el acumulado de fertilización en los 12 años (y la fertilización más
reciente) tuvo mayores valores.
Figura
8. Distribución espacial
del COS (g kg-1), pH y P Bray (mg kg-1) en superficie (0-15 cm), en las cuatro
parcelas. El contorno del diagrama fue creado por interpolación lineal entre
los valores de las muestras en grilla (5 x 5 m).
La distribución espacial de P Bray, N-NO3,
N-NH4, N min y CE no fue uniforme y todas tuvieron los valores
máximos en los primeros 10 m
de las parcelas (Figura 7, 8 y 9), disminuyendo al alejarse de la zona I. Esta distribución
se asemeja a la descrita por Eriksen y Kirstensen (2001) en el sentido que los
nutrientes disminuyen a mayor distancia de las instalaciones. En nuestro
trabajo no encontramos efectos importantes de los bordes, pero hay que considerar
que las tomas de muestras más cercanas eran a más de 2 m de los mismos.
Figura 9. Distribución espacial de Nmin, N-NO3 y N-NH4
(mg kg-1) y CE (μS cm-1 extracto
suelo:agua 1:2,5) en
superficie (0-15 cm),
en las cuatro parcelas. El contorno del diagrama fue creado por interpolación
lineal entre los valores de las muestras en grilla (5 x 5 m).
La concentración de N-NO3 fue relativamente
baja (inferior a 10 mg kg-1 en el 75% del área), de todas maneras
explicó gran parte de la variación del N mineral y estuvo altamente
correlacionada con la CE
y el P Bray considerando todos los datos (Figura 10 y 11) y a la interna de
cada una de las zonas (datos no mostrados).
Figura 10. Relación N-NO3 con Nmin (mg kg-1) y P Bray
con N-NO3 (mg kg-1), todos los datos (n = 240).
La
CE además de estar altamente correlacionada con el N-NO3,
tuvo relación lineal con el P disponible en el suelo con cerdos (Figura 11),
mostrando condiciones de mayor salinidad en la zona de servicio,
particularmente en la zona I.
Figura 11. Relación CE (μS cm-1 extracto suelo agua 1:2,5) con P
Bray y N-NO3 (mg kg-1), todos los datos (n = 240).
Si bien no todos los efectos muestran exactamente
la misma tendencia en cuanto a distribución espacial, particularmente el COS, se
ajustan a grandes rasgos a las 3 zonas de manejo diferenciadas. La zona I concentró
los mayores impactos, correspondiente a los primeros 10 m de las parcelas. La zona
II con impactos intermedios, entre los 10 y 20 m desde la cabecera de
servicio de la parcela. La zona III de menor impacto, corresponde al área
típicamente de pastoreo abarcando el resto de la parcela sembrada.
7.2 IMPLICANCIAS DEL MANEJO EN LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LOS EFECTOS SOBRE EL SUELO (MUESTREO III)
7.2.1 Compactación - densidad aparente y resistencia a la penetración.
El manejo realizado implicó factores que
impactaron directamente en la estructura del suelo como el pisoteo animal,
hozado, laboreo y tráfico de vehículos. Con efectos indirectos sobre el
movimiento de líquidos (y gases) en y sobre el suelo, afectando la cobertura y
crecimiento vegetal (variando aportes de residuos y protección del suelo), la
actividad biológica del suelo, dinámica de carbono y nutrientes. Uno de los
síntomas de deterioro observado fue la compactación, concebida como un proceso
que implicó la ocurrencia simultánea de aumento de densidad aparente y
resistencia mecánica a la penetración. La compactación fue diferente según la
zona de la parcela, tanto en superficie como en profundidad (Tabla 8), sin
diferencias estadísticamente significativas asociadas a la rotación o la carga
animal.
Zona
|
|
DA
|
|
RP
|
|||||
6-10 cm
|
|
20-24 cm
|
|
6-10 cm
|
|
20-24 cm
|
|||
I
|
|
1,34 a
|
|
1,22 a
|
|
1366 a
|
|
1547 a
|
|
II
|
|
1,33 a
|
|
1,25 a
|
|
1007 b
|
|
1016 b
|
|
III
|
|
1,23 ab
|
|
1,24 a
|
|
857 c
|
|
994 b
|
|
Testigo
|
|
1,19 b
|
|
1,20 a
|
|
817 c
|
|
974 b
|
|
Nota: letras diferentes indican diferencias
significativas (p < 0,05).
La
DA observada en superficie para la zona de servicio fue significativamente
mayor que en el área testigo, en tanto ésta última no presentó diferencias
significativas con la zona de pastoreo. La DA en superficie considerando todos los datos
tuvo poca variabilidad (CV = 6 %), siendo la zona más compactada la menos
variable (Figura 12). En profundidad no se observaron diferencias
significativas de la DA
entre zonas.
La RP mostró un patrón similar al observado
con DA en superficie (con diferencias más marcadas). La zona testigo y de pastoreo
no se diferenciaron, en tanto la de servicio tuvo valores significativamente
más altos, especialmente la zona I. En profundidad sólo la zona I ofrece
significativamente mayor RP que el resto de las zonas entre las cuales no se
encontraron diferencias estadísticas. La RP fue más variable que la DA (CV = 23
%), manteniendo la zona I la menor variabilidad, en superficie (Figura 12) y
profundidad. La mayor variabilidad de la
RP podría estar asociada a mayor sensibilidad frente al
manejo.
Figura 12. Diagrama de caja, densidad
aparente (DA) y resistencia a la penetración (RP) en superficie, por zona. (Las cajas representan los cuartiles 25 a 75%, la línea dentro de
la caja corresponde a la mediana, valores máximo y mínimo son las líneas cortas
horizontales)
7.2.1.1 Densidad aparente y resistencia a la penetración en superficie.
Considerando todos los datos del muestreo III
(n = 24) hubo una relación lineal positiva entre la DA y la RP (R2=0,56,
p<0,001) lo que robustece el análisis sobre compactación superficial. Los valores de DA en la zona de
servicio (I y II), se acercan a los valores de referencia a nivel nacional
mencionados por Sawchik (2000) para suelos de pasturas compactados (1,4 g/cm3),
estando en el rango inferior de valores críticos para el crecimiento vegetal de 1,3 a
1,9 g/cm3 mencionado por Daddow y Warrington (1983). Los valores de DA en la zona de
pastoreo y testigo se encuentran dentro del rango mencionado por Sawchik (2000)
como guía para situaciones de suelos no compactados bajo pastura (1,25 g/cm3).
En vertisoles bajo agricultura de Entre Ríos (Argentina) encontraron que
la DA fue de 1,103
Mg/m3 para la profundidad de 5-10 cm, mientras que para la capa de 10 a 30 cm fue de 1,292 Mg/m3,
valores similares a los observados en el área de pastoreo del presente trabajo (Cerana
et al., 2005a). Los valores de DA en
la zona de pastoreo fueron menores a los registrados en todas las intensidades
de uso de los trabajos de los años 90 sobre suelos de lomadas del este (Terra y
García, 2001, citado por García, 2003), si bien en suelos arcillosos (como en
el de nuestro trabajo) se alcanzan situaciones críticas a valores de DA más
bajos que en arenosos o francos.
Con respecto a la RP diversos trabajos, han
prestado considerable atención a los valores críticos para el crecimiento
radicular. Threadgill (1982) citado por Terminiello et al. (2004) determinó que valores de RP superiores a los 1,5 MPa,
pueden comprometer el desarrollo radicular normal mientras que valores
superiores al rango de 2,1 a
2,5 MPa pueden impedir o detener el crecimiento de las raíces de árboles
frutales. Considerando una amplia gama de tipos de suelo, especies vegetales y
técnicas experimentales, los valores críticos de RP han variado entre 1,0 y 5,6
MPa (Gerard et al., 1982; Ehlers et al., 1983; Bengough y Mullins, 1991;
Martino y Shaykewich, 1994, citados por Cuevas et al., 2004). En nuestro trabajo los valores de RP en superficie
presentaron máximos en la zona de servicio, especialmente en la zona I (Tabla 8),
pero sin llegar a los valores comúnmente mencionados como críticos (>2 MPa),
aunque el efecto depresivo de la RP
sobre el crecimiento vegetal se manifiesta aun a bajos niveles de resistencia
(Bengough y Mullins, 1991, citado por Cuevas et al., 2004). En la zona de pastoreo los valores se distancian de
situaciones críticas y sin diferencias estadísticas con el testigo, refuerzan
la idea de que en la capa de 6 a
10 cm el sistema solo compactó el suelo
significativamente en la zona de servicio.
7.2.1.2 Factores que incidieron en la compactación
En sistemas con cultivos continuos se ha
demostrado que hay aumento de la compactación. Sin embargo el efecto específico
del laboreo y particularmente con siembra directa no ha generado consenso entre
los investigadores en relación a la compactación (Draghi et al., 2005). En el presente trabajo más allá del posible efecto
atribuible al laboreo en la compactación, éste fue menor a los efectos
asociados al manejo animal, evidente en la zona I que fue la más compactada y
no laboreada. Además no hubo diferencias estadísticas en RP ni DA entre
sectores ni entre la zona de pastoreo (laboreada) y el testigo a ninguna de las
profundidades del muestreo III, quizás debido a que los laboreos fueron pocos y
superficiales.
Cuando se trata de siembra directa en
sistemas con pastoreo directo el suelo no está totalmente imperturbado y se
produce compactación en los primeros centímetros (García, 1998). En este
sentido Terminiello et al. (2004)
observaron problemas de compactación en sistemas con siembra directa no
solamente causado por el tránsito de máquinas sino también por el pisoteo del
ganado en pastoreo. En todas las parcelas se observó daño directo evidente por
pisoteo animal siendo el "poaching" (tal como lo define Taboada,
2007) el peor efecto, asociado especialmente a las parcelas con cerdas
gestantes y zonas de baja cobertura vegetal.
Según la carga animal afectaremos el suelo
en forma diferencial, siendo un efecto difícil de analizar pues integra varios
factores asociados (número de animales, peso de la categoría, consumo de ración,
hábitos y comportamiento entre otros). Las cargas usadas fueron similares o
superiores a las recomendadas para sistemas que usan la pastura como importante
fuente de alimento animal (Campagna et
al., 2007; Brunori, 2008) y menores a las usadas comúnmente en sistemas
comerciales de la región donde se observan problemas importantes de deterioro
de suelos (Santa María, 2000; Oyhantcabal, 2010). Si bien en el presente
trabajo la interacción carga por zona no fue estadísticamente significativa
asociado a la compactación, de todas formas se observó una leve tendencia a mayores
RP y DA con incrementos de carga especialmente en la zona de servicio, en el
mismo sentido que las observaciones realizadas por Menzi et al. (1998), Quintern y Sundrum (2006) y Ausilio et al. (2007). Pero en la zona de
pastoreo ambas variables tendieron a valores menores con aumentos de carga. Es
posible que algunos factores asociados a la carga animal como el hozado, favorecieran
procesos de descompactación superficial.
La carga además del efecto directo, tiene
efectos indirectos asociados relacionados al consumo de pastura, pérdida de
ración y las deyecciones animales que incidieron en la compactación. Hubo una
retroalimentación negativa, pisoteo - compactación - menor crecimiento vegetal –
más pisoteo - más compactación, que en la zona I prácticamente no se interrumpió,
en tanto en las zonas de pastoreo el ciclo se corto por el retiro de los
animales durante el barbecho, el laboreo y fundamentalmente por el gran
crecimiento inicial de la pastura implantada. En este sentido, la alfalfa
pueden tener efectos marcados en la descompactación del suelo (Unger y Kasper,
1994; Radcliffe et al. 1986 y
Blackwell et al. 1990, citados por
Martino, 2003) al igual que la achicoria que desarrolla sistemas de biocanales
profundos (Martino, 2003). Pero por otro lado, el manejo de los cerdos también influye
sobre otros organismos con capacidad de crear biocanales como lombrices, perjudicando
su hábitat (compactación), consumo (hozado) y posiblemente por efecto residual
del antihelmíntico utilizado (ivermectina). En este sentido es significativo
que durante los muestreos no se encontraron lombrices en ninguna de las zonas
muestreadas.
El cambio en DA además de asociarse a
compactación también pudo deberse a otros factores como cambios en el contenido
de materia orgánica, debido a su propia baja densidad relativa. Para García
(2003) el incremento de la DA
a mayor número de cultivos, se relaciona con la disminución del COS. En el
presente trabajo considerando todos los datos se observó una tendencia a mayor
DA con menor COS, pero con bajo coeficiente
de correlación (Figura 13).
Figura 13. Relación entre la densidad
aparente (DA) y el carbono orgánico (COS) en superficie (0 a 15 cm) (n =24).
Sin embargo cuando consideramos solo las
parcelas con cerdos la DA
y la RP no se
relacionaron claramente con el COS, pese a que además los Brunosoles éutricos
tienen gran estabilidad estructural, correlacionada muy significativamente con
el contenido de MO en el horizonte A (Bak y Cayssials 1974, citados por Duran
1991).
Los cambios asociados al componente animal implicaron
modificaciones en las características químicas del suelo, con incidencias en la
estructura del mismo. Analizando todos los datos en superficie la DA y RP mostraron correlaciones
lineales positivas (p < 0,001) con CE (1:1), P Bray, K y Zn, variables
relacionadas a las deyecciones animales, pérdida de ración y demanda vegetal,
por lo tanto vinculadas a la carga animal. Por otro lado en la zona con cerdos aumentó
el Na y tendió a disminuir el Ca, pudiendo haber incidido en la compactación.
La presencia de Na en cantidades importantes, pero sin que exista además una
concentración salina alta en el suelo, se asocia a malas estructuras, el Na contribuye
a desestabilizar los agregados (Cerana et
al., 2005b, Wong et al., 2005), en
tanto el Ca participa en la estructuración del suelo, con efecto floculante y
contribuye a estabilizar la MO.
7.2.1.3 Compactación en profundidad.
En la capa de 18 a 22 cm la DA mostró muy poca variabilidad
y no encontramos diferencias atribuibles a diferentes manejos, mientras que la RP fue más sensible al manejo y
presentó diferencias significativas entre zonas, siendo la zona I la más
compactada (Tabla 8). Esta compactación en la zona de servicio es coincidente
con las observaciones de (Zihlmann et
al., 1997) quienes encontraron que el amasado del suelo normalmente más
húmedo y sin protección en torno a comederos y bebederos puede llegar a
profundidades mayores de 20 cm.
La mayoría de los trabajos sobre
compactación por animales en pastoreo concentra la atención en la capa
superficial. Los estudios revisados por Hamza y Anderson (2005) determinaron
efectos concentrados en los 5 a
7,5 cm,
pero evidentes hasta los 20 cm.
Sin embargo en el presente trabajo a profundidades mayores a los 24 cm (Muestreo I) encontramos
en el suelo pastoreado la tendencia a mayor RP en relación a la zona testigo,
particularmente en la zona I (Figura 14). Esta observación coincide con las
realizadas por Touchton et al. (1989)
con, quienes detectaron efectos de vacunos en pastoreo sobre la compactación
hasta los 50 cm.
Al igual que en el Muestreo III, en el
Muestreo I los valores más altos de RP en el promedio de las parcelas siempre
ocurrieron en la zona I, también el valor máximo registrado de 3367 y 4250 kPa
a los 30 y 46 cm
de profundidad respectivamente. El aumento de la RP en la zona I podría ser debido a que es la
zona más transitada y que permanece más tiempo húmeda (entre otras cosas por la
menor cobertura vegetal y la cercanía al bebedero) y debido a que el agua no se
comprime, es posible la transmisión de la fuerza de la pezuña a profundidades
mayores. Además, la zona de servicio tiene menor crecimiento radicular, por lo
que se reducen los mecanismos de formación de biocanales y macroporos en
profundidad. En este sentido, la compactación observada en el sistema a mayor
profundidad será más persistente. Es importante señalar que el tipo de suelo utilizado
tiene una gran capacidad de “reestructurarse”, asociado al tipo de arcillas (comportamiento
vértico), alto contenido de Ca y de MO, lo que puede haber “diluido” el impacto
observado en compactación. Estos resultados, no son concluyentes en la
compactación en profundidad por los cerdos en la zona de pastoreo, siendo
necesarios más estudios al respecto.
7.2.2 Carbono orgánico y fracciones de la materia orgánica.
El sistema de producción afectó
significativamente la distribución del COS, la cantidad y el tipo de MO. Luego
de 12 años, el COS se redujo en forma significativa en el promedio de las zonas
con cerdos, 18% comparado con el testigo en superficie y 17% en profundidad (Tabla
9). En el suelo con cerdos no encontramos diferencias significativas en la
concentración de C entre zonas, ni asociadas a las rotaciones usadas tanto en
superficie como en profundidad (Tabla 9), sin embargo encontramos diferencias
espaciales en función de la zona y la carga en la composición de la MO.
Zona
|
COS (g kg-1)
|
|||||||
0-15 cm
|
|
15-30 cm
|
||||||
Promedio
|
DS
|
CV (%)
|
|
Promedio
|
DS
|
CV (%)
|
||
I
|
|
22,6 b
|
2,1
|
9,3
|
|
12,2 b
|
1,5
|
12,4
|
II
|
|
22,5 b
|
2,5
|
11,0
|
|
12,7 b
|
1,3
|
10,3
|
III
|
|
22,8 b
|
3,3
|
14,6
|
|
12,7 b
|
0,8
|
6,3
|
Testigo
|
|
27,4 a
|
2,6
|
9,5
|
|
15,1 a
|
1,5
|
9,7
|
Nota: letras
diferentes indican diferencias significativas (p < 0,05).
Usando el factor de van Benmelen 1,724 (Jackson,
1964) el promedio de MO en superficie fue 4,7%
en el testigo y 3,9% en el suelo con cerdos. Duran (1991) reportó
promedio de 5,7 % de MO para Brunosoles éutricos bajo tapiz natural o sin
cultivar por períodos largos. Valores que pueden disminuir bajo cultivos más o
menos intensos en torno al 20% alcanzando a 4,6 % de MO (Duran, 1991, en base a
Kaemmerer y Saco, 1977). Por tanto los valores observados de MO de la zona
testigo pueden considerarse “típicos” de estos suelos con historia agrícola.
Los valores observados en la zona con cerdos (0-15 cm) están en el rango (2 a 7,6%) y por encima del
promedio reportado por Barbazán et al.
(2007) para suelos cultivados desarrollados sobre Formación Libertad con altos
contenidos naturales de MO.
El menor contenido de COS en profundidad
coincide con el carácter isohúmico de Brunosoles reportado por Duran (1991). El
patrón de distribución de COS en el perfil del suelo fue similar con cerdos y
en el testigo, con marcada tendencia a disminuir en profundidad en ambos casos
sin diferencias significativas entre zonas.
La disminución del COS en el sistema con
cerdos, muestra que de la multiplicidad de factores que condicionan el balance
de MO del suelo, los procesos relacionados a la descomposición o pérdida
superaron a los de aporte. En este experimento el riesgo de erosión fue mínimo
debido a la escasa pendiente, por lo que consideramos al proceso de erosión
(importante en otras situaciones) de muy baja incidencia en los cambios en el
COS. La variación entre muestras con cerdos fue entre contenidos de COS de 19 y
28 g kg-1
con un CV de 11 % (en el área testigo el CV fue de 9,5 %), superando en
el área de pastoreo de la parcela con menor carga animal al promedio del área
testigo. Esto nos da la idea que si bien el sistema disminuyó el COS, bajo
determinadas condiciones de suelos y manejo es posible incrementar el COS con
la producción de cerdos a campo. El CV del COS
en el área testigo es similar, tanto en superficie como en profundidad, pero en
el suelo con cerdos el CV mantiene una relación inversa entre zonas comparando
la variación en superficie y en profundidad. En superficie hay mayor
variabilidad en la zona de pastoreo, en tanto que en profundidad la mayor
variabilidad la encontramos en el área de servicio.
7.2.2.1 Flujos de carbono del ecosistema
Las dos principales entradas de C al
ecosistema son por la fotosíntesis de las forrajeras y la ración. El sistema de
producción si bien suma una entrada (la ración), en el acumulado puede presentar
menor producción primaria bruta (PPB) en relación al testigo, considerando que
en la mezcla forrajera sembrada se usan mayoritariamente especies bianuales y
las rotaciones son largas, sumado a que el tiempo de descanso entre pastoreos
no se realizó considerando las necesidades de las pasturas. Las raíces y las
partes aéreas de las plantas devuelven parte del C a la atmósfera como
respiración. Una parte considerable de la producción primaria neta (PPN) es
transferida al suelo como residuos, muerte de raíces, exudación, y
transferencias a organismos simbióticos, incrementando el COS. En el sistema
con cerdos una parte de PPN es consumida por animales, quienes respiran una parte,
otra se exporta en producto animal y el resto es C transferido al suelo por
excreciones. Parte del C que entra al suelo es respirado por microorganismos
del suelo y en el sistema con cerdos ocurren pérdidas adicionales promovidas
por disturbios (laboreo, pisoteo y hozado).
La disminución del COS cuando se realiza
agricultura con laboreo, ha sido ampliamente reportada (VandenBygaart et al., 2003). Los disturbios mecánicos
ocurridos durante la preparación del suelo para la siembra de praderas alteran
la estructura y rompen agregados del suelo, lo que determinaría que las
partículas orgánicas que estaban protegidas, queden ahora expuestas a procesos
microbianos (Cambardella y Elliot, 1992) y la materia orgánica no adsorbida en
estos agregados, sería más fácilmente oxidada. Esta situación podría explicar
parte de la disminución del COS en las zonas sembradas pero no en la zona I. El
pisoteo animal y hozado en suelos con alta humedad puede provocar un efecto
similar al laboreo mecánico en el sentido de facilitar la oxidación de materia
orgánica en superficie.
Los distintos usos y manejos del suelo no sólo pueden provocar cambios
en los contenidos totales de MO, sino también en la composición del mismo. Analizar
las fracciones de la MO
nos ayuda a interpretar los procesos de formación y descomposición de MO
ocurridos.
7.2.2.2 Materia orgánica particulada
Se han desarrollado variedad de modelos para
representar los cambios del C en el largo plazo. Los modelos generalmente
representaron el comportamiento de la
MO, agrupando los componentes orgánicos según la cinética de
los mismos. Normalmente conceptualizados como un “pool” pequeño con rápida tasa
de reciclaje y uno o varios pools de mayor tamaño y menor tasa de reciclaje
(Cambardella y Elliot, 1992). El pool más activo de C en el suelo consistiría
entre otros en microorganismos, productos microbianos y exudados vegetales que
poseen un corto tiempo de reciclaje. La
MOP representaría la fracción lenta, relativamente joven,
poco transformada y con menor asociación con la parte mineral del suelo. Por
último la materia orgánica asociada a minerales (MOAM-fracción menor a 53 µm)
representaría la fracción pasiva, más humificada y estable en el tiempo,
difícil de degradar por su compleja estructura (Cambardella y Elliot, 1992). Bajo
estos supuestos en nuestras condiciones experimentales el C-MOP representaría
la fracción formada mayoritariamente por restos de plantas (principalmente aportados
por raíces como ocurre en ecosistemas de pradera), parte de las excreciones
animales y restos de ración. El C-MONP incluiría como componente principal al C
humificado y asociado a minerales, además de exudados vegetales, parte de la pérdida
de ración (polvillo), parte de la microfauna y de las excreciones animales y
los microorganismos componentes del pool más activo.
La disminución en el COS en el suelo con
cerdos en relación al testigo, estaría motivada tanto por las diferencias en al
aporte, como por la mineralización del C humificado (C-MONP) y de la materia
orgánica reciente (C-MOP). En este sentido se observó muy alta correlación
entre la disminución del C-MONP y del COS considerando todos los datos (Figura 15)
y en cada una de las zonas por separado. El coeficiente de variación entre
muestras en relación al C contenido en las diferentes fracciones fue 15 y 18 %
para MOP y MONP respectivamente, levemente superior a la variación del COS.
Figura 15. Relación entre el C-MONP y el COS en
la capa superficial (n =24).
La concentración de C-MOP no se diferenció
estadísticamente entre las zonas del suelo con cerdos ni con el testigo, al
igual que ninguna de sus dos fracciones (Figura 16), si bien en la zona testigo
la acumulación fue superior debido por presentar una vegetación permanente con
alto retorno de residuos vegetales y una mínima exportación de biomasa.
Figura 16. Distribución del
carbono según las fracciones de la materia orgánica (g kg-1), por
zonas (letras
diferentes indican diferencias significativas, p < 0,1).
Los valores de MOP encontrados fueron más
altos que los reportados en el trabajo de rotaciones de largo plazo
cultivos-pasturas del INIA La
Estanzuela (Morón y Sawchik, 2003). Comparado a igual
profundidad con dicho trabajo la zona testigo tiene similar MONP pero el doble
de MOP que la rotación más larga, Mientras que el suelo con cerdos tuvo valores
levemente menores de MONP que las rotaciones (cultivo-pastura) pero superior a
los sistemas de cultivos continuos, y más MOP que todas las situaciones, cerca
del doble que en rotaciones largas y 4 veces superior que las rotaciones de
cultivos continuos.
Varios trabajos plantean que la MOP tiene mayor respuesta a
los cambios de manejo que la
MONP. Mandolesi et al.
(2002) citado por Galantini y Suñer (2008) estudiaron diferentes secuencias
agrícolas, encontrando que la relación C-MOP/COS fue el indicador más sensible
para detectar los cambios ocurridos en el suelo. En el trabajo de Cambardella y
Elliot (1992) se partió de una pastura natural donde el C-MOP representaba el
39% del COS de los primeros 20
cm de suelo. Luego de 20 años de cultivo de trigo bajo
siembra directa o barbecho desnudo, el mismo pasó a representar un 25% y 18%
del COS respectivamente. En el trabajo de Terra et al.
(2006) citado por Salvo (2009), sobre suelos de texturas medias del este del
Uruguay, el COS de los primeros 15
cm estaba conformado por un 32 % de C-MOP y 68 % de
C-MOAM bajo pastura permanente. El C-MOP se redujo a 26 % luego de 8 años de
cultivo forrajero continuo con siembra directa. En el trabajo de Morón y
Sawchik (2003) luego de 36 años de cultivo continuo, el C-MOP representó el 7% del COS de los primeros 15 cm, mientras que las
rotaciones que incluyeron pasturas el C-MOP no supero el 15% del COS. En el trabajo de
Salvo (2009) las rotaciones bajo siembra directa que incluyen cultivos de
verano C4, tuvieron los mayores valores de COS y C-MOP, representando esta
última 13% del COS. Es de hacer notar que la mayoría de los estudios sobre impactos en el
suelo relacionados a cambios de uso, (especialmente en suelos de praderas) han
sido enfocados mayoritariamente a la conversión de éstos a un uso agrícola, en
menor medida estudios que involucran al cultivo forestal y prácticamente no hay
estudios relacionados a usos animales intensivos. Ningún antecedente analiza la MOP del suelo en sistemas con
cerdos.
En el presente trabajo si bien hubo pequeños cambios en la
cantidad total de C-MOP, a diferencia de otros trabajos la relación
C-MOP/COS no fue un indicador sensible para detectar cambios de manejo sobre el
suelo. Esta fracción representó el 24 % en el área testigo, en tanto fue en
torno al 25 % en el suelo con cerdos sin diferencias significativas entre
zonas.
Las diferencias en el manejo entre zonas
influyeron significativamente en el contenido de P y en la relación C/P de la MOP 200 (Figura 17). No
encontramos diferencias significativas en la fracción MOP 50, ni en el
contenido de C y P así como en el peso relativo de esta fracción en relación al
COS. A su vez se observó mayor variabilidad en el contenido de P en la MOP 200 (CV = 42%) que en la MOP 50 (CV = 23%). En la zona
I la relación C/P de la MOP
200 es considerablemente más baja que el resto de las zonas y el testigo,
indicando una gran proporción de P en su constitución (Figura 17). Esto
coincide con el hecho que en esta zona el aporte principal de C es vía
excreciones animales y/o desperdicio de la ración, ambos con alta concentración
relativa de P. En el resto de las zonas el aporte principal es de restos
vegetales y particularmente en el suelo testigo donde es la única fuente.
Figura 17. Contenido de P
(Bray) y relación C/P en MOP, por zona en superficie (0-15 cm). Letras diferentes indican diferencias
significativas (p < 0,05).
Estos resultados refuerzan la interpretación
que la MOP 200 es
la fracción más reciente de la
MO. El no haber encontrado diferencias en la MOP 50 (con o sin cerdos, ni
entre zonas diferenciadas de manejo) y que en todas las zonas tuvo mayor
concentración de P y menor relación C/P que la MOP 200 (indicio de corresponder a MO más
humificada), estaría indicando que al menos una parte sustancial de esta
fracción de la MOP
es de formación anterior al inicio del sistema. Otro hecho que refuerza la idea
que el C-MOP 200 está constituido mayoritariamente por restos recientes, es la alta
correlación encontrada entre C-MOP 200 con los nutrientes en el suelo (N-NO3,
P Bray, K y Zn) para la zona I (Figura 18). El P-MOP 200 mantiene un patrón espacial similar
al de los nutrientes relacionados al comportamiento de excreciones y/o pérdida
de ración, la MOP
de la zona I tiene la mayor cantidad de fósforo, seguida de la zona II y la
menor concentración en la zona de pastoreo.
Las diferencias en la MOP además de estar
influenciadas por los aportes, lo están por las pérdidas, relacionadas
fundamentalmente al laboreo y la actividad biológica. Es reconocido, en
general, que sistemas de producción que incluyen pasturas por períodos
prolongados presentan mayores contenidos de biomasa microbiana que aquellos con
rotaciones de cultivos anuales. A su vez que la tasa de mineralización de la MOS (y sus diferentes
fracciones), resulta de la interacción entre la materia orgánica viva
(microorganismos, plantas, etc.) y la materia orgánica muerta, siendo un tema
complejo y controversial (Kuzyakov, 2010).
7.2.2.3 Materia orgánica no particulada (MONP)
En el sistema con cerdos hubo reducción del
C-MONP en relación al suelo testigo, disminución que fue estadísticamente
significativa (p<0,1) en la zona de pastoreo. Esta reducción estaría dada
por la mayor tasa de mineralización, en gran medida promovida tanto por
actividades animales (pisoteo y hozado), como por el laboreo mecánico. Algunos
autores plantean que la rotura física de los agregados del suelo rompe la
protección física de la materia orgánica asociada, dejándola más expuesta al
ataque microbiano, incrementando su descomposición (Helal y Sauerbeck, 1984,
1986; citados por Kuzyakov, 2002). El aumento del Na también puede aumentar la
dispersión de coloides inorgánicos aumentando la exposición (Wong et al., 2005). Si bien los contenidos de
Na en las condiciones experimentales no fueron muy altos, se observó
correlación lineal con menores contenidos de C-MONP a medida que aumenta el Na,
efecto contrario al Ca (Figura 19).
Figura 19: Relación C-MONP con el contenido de
Na y Ca (cmol kg-1).
Una hipótesis complementaria podría ser que
en el suelo con cerdos ocurra lo que algunos autores llaman efecto “priming” o
sea el incremento de la tasa de descomposición de la material orgánica del
suelo, luego del agregado de materia orgánica fresca al suelo (Fontaine et al., 2003) ya sea este en pulsos o
continuo (Kuzyakov, 2010). En el suelo con cerdos hubo gran aporte de nutrientes,
por parte de las pasturas en forma relativamente constante, y concentrado puntualmente
por las perdidas de ración y las deyecciones animales que además no estaban
homogéneamente distribuidas. Estas últimos estimularían el crecimiento de la
biota del suelo en parches, generando hotspots
microbianos en el suelo, que según (Kuyakov, 2010) son lugares importantes para
el efecto priming. Por otro lado le siguieron momentos de aportes menores o casi
nulos, por lo que una vez consumidos los nutrientes rápidamente disponibles los
microorganismos del suelo atacarían compuestos humificados. Fontaine et al. (2003) plantean que es probable
que los hongos se beneficien de la necromasa bacteriana luego que la MO fácilmente disponible se
agota, utilizando enzimas extracelulares que puedan ser más eficientes en la
descomposición de la MO
del suelo.
El hecho de no encontrar diferencias
significativas en la MONP
entre zonas de las parcelas, y fundamentalmente la baja correlación entre el
C-MONP con las concentraciones de nitrato, P, K y Zn (muy influenciados por las
deyecciones de los cerdos y pérdida de ración), estarían reafirmando lo
planteado por otros autores y para otros sistemas en relación a que la MONP representa mayoritariamente
a compuestos más humificados y de mayor edad.
7.2.2.4 Efecto de la carga animal y su relación con la materia orgánica del suelo.
Variaciones en la carga animal modifica
aportes y egresos del COS. Al incrementar la carga aumentan las excreciones y pérdida
de ración, disminuyendo los aportes de residuos de la pastura. El pastoreo por
los disturbios físicos del pisoteo animal también influye en la transformación
de nutrientes y sus flujos (Šimek et al.,
2006) y aumenta el movimiento horizontal de C, incrementando la heterogeneidad
espacial del COS y sus componentes. La variación en el COS tuvo influencia
estadísticamente significativa de la interacción entre carga y zona de la
parcela. En la zona de pastoreo el COS se correlacionó con la carga lineal y
negativamente (Figura 20), mientras en la zona I el modelo cuadrático ajustó
mejor.
Este efecto de la carga además de variar
entre zonas en su relación con la
MO, impactó en forma diferencial en las fracciones de la
misma. En la zona de servicio el aumento de carga incremento la materia
orgánica recientemente aportada (C-MOP 200), en forma lineal con un coeficiente
de regresión positivo y significativo (Figura 21). En tanto que en la zona de
pastoreo no hay una clara relación entre carga y la materia orgánica
particulada, la relación es más notoria cuando la relacionamos con la materia
orgánica más reciente, donde el modelo cuadrático si bien no es significativo
tiene un mejor ajuste con C-MOP 200. Al aumentar la carga disminuye el aporte
de la pastura, pero a cargas mayores es más importante el aporte de heces,
efecto no tan marcado porque aún las cargas altas usadas son relativamente
bajas.
Figura 21. Relación entre la carga animal y el C-MOP en la zona
I de servicio (izquierda) y la zona de pastoreo (derecha).
Una de las consecuencias del aumento de
carga sobre la materia orgánica en la zona de pastoreo parecería estar
relacionada con el aumento del pisoteo (con movimiento de suelo) y hozado, que favorece
la mineralización de la materia orgánica, sumándose al laboreo mecánico
realizado en ésta zona. Las cargas mayores estuvieron altamente correlacionadas
lineal y negativamente con el C-MONP en la zona de pastoreo (Figura 22), pero en la zona de servicio el modelo que tuvo
mejor ajuste fue cuadrático.
Figura 22. Relación carga
animal con C-MONP en la zona I de servicio (izquierda) y la zona de pastoreo
(derecha).
Analizando la relación entre la carga y el P
en la MO, se
refuerzan las posibles explicaciones planteadas, la carga mantiene relación con
el P-MOP 200, con diferente relación para la zona I con respecto a las zonas II
y III (Figura 23).
En la zona I la explicación sería nuevamente
principalmente dada por la mayor concentración de las excreciones y la pérdida
de ración, a mayor carga más P en la
MO. En las zonas II y III hay algunos fenómenos con sentido
opuesto en relación a la carga, ya que la relación se ajusta a un modelo
cuadrático. Una posible explicación es que con cargas animales mayores aumentan
residuos con más P, aumentando también el pisoteo y mineralización del humus,
se descompone parte de los residuos recientes y se favorecería la
mineralización de los restos que tienen menor C/P, lo que también se vio
reflejado en la relación C/P de la
MOP 200. Estos resultados primarios parecerían indicar que
los procesos en torno a las variaciones de la MOP serían diferentes, en sistemas con cerdos en
pastoreo e incorporación de ración en la dieta, a las realizadas en sistemas
exclusivamente agrícolas o de ganadería extensiva.
7.2.3 Contenido de nutrientes en el suelo.
El sistema aumentó la concentración de los
principales nutrientes en el suelo (0-15 cm) en relación al testigo, con variaciones
significativas entre zonas. En cercanías de comederos, bebederos y refugios
aumentó la concentración de N, P, K y Zn (Tabla 10), coincidiendo en este
sentido con lo reportado en Eriksen y Kristensen (2001) y Salomon et al. (2007). Efectos asociados a la rotación
agrícola solo fueron significativos en relación al nitrógeno.
Zona
|
P Bray
|
N-NO3
|
N-NH4
|
Zn
|
Cu
|
|
K
|
Na
|
Ca
|
Mg
|
(mg kg-1)
|
|
(cmol kg-1)
|
||||||||
I
|
152
|
2,1
|
0,6
|
0,9
|
3,37
|
|
1.4
|
0.91
|
14.0
|
6.2
|
II
|
107
|
1,2
|
0,5
|
0,6
|
3,25
|
|
1.0
|
0.75
|
13.9
|
5.9
|
III
|
50
|
0,8
|
0,5
|
0,3
|
3,42
|
|
0.4
|
0.73
|
13.0
|
5.7
|
Testigo
|
25
|
0,9
|
1,2
|
0,2
|
3,20
|
|
0.7
|
0.49
|
17.0
|
5.6
|
La carga estuvo correlacionada con los
nutrientes en la capa superficial en forma diferente según la zona (Figura 24).
En la zona I, el N-N03, P, K y Zn mostraron aumento lineal con la
carga, relacionado en todos los casos con el incremento de excreciones, pérdida
de ración de los comederos y menor consumo de nutrientes por los vegetales. A
mayor carga instantánea aumenta la competencia por ración entre animales,
incrementándose las pérdidas desde los comederos. En la zona de pastoreo la
respuesta a diferentes cargas no fue tan evidente (datos no mostrados).
Varios factores inciden en la concentración
de nutrientes en el suelo y su distribución espacial y temporal, entre ellos
aquellos relacionados al manejo animal y vegetal como la fertilización, especies plantadas, pastoreo, comportamiento
de excreción de los animales y pérdida de ración entre otros. En nuestro trabajo
la fertilización fue el factor más homogéneo espacialmente, correspondiendo
solo a las zonas cultivadas (II y III). La pérdida de ración si bien fue más
heterogénea se concentró en la zona I y en menor medida en la II. Por la forma de
presentación de la ración y tipo de comedero utilizado, es esperable que la
pérdida de ración haya sido considerable, coincidiendo con lo observado por
Quintern y Sundrum (2006) y Salomon et
al. (2007). El comportamiento de pastoreo y excreción de los animales
fueron los más heterogéneos, abarcando las 3 zonas y con movimientos
horizontales de nutrientes.
El P (Bray y en solución), N (nitrato y
amonio), K, Zn y conductividad eléctrica son las variables que presentaron CV
superiores a 50 % para las muestras del suelo con cerdos, todas están
relacionadas con las excreciones y pérdida de ración. La mayoría de los autores
le atribuyen al comportamiento de excreción de los cerdos el peso más
importante en la distribución espacial de nutrientes. Las zonas de excreción se
diferencian además en el peso relativo que tienen la proporción de heces y
orina, estando éstas asociadas a las entradas de P y N respectivamente (Watson et al., 2003; Benfalk et al., 2005). La variabilidad fue en
todos los casos menor en la zona de pastoreo que en la de servicio, P Bray y Zn
tuvieron mayor variabilidad en la zona I (posiblemente más asociadas a heces),
en tanto que K y NO3 y NH4 (posiblemente más asociados a
orina) tuvieron su mayor variabilidad en la zona II seguida de la zona I (Tabla
11).
Zona
|
CE (1:1)
|
P Bray
|
Zn
|
K
|
N-NO3
|
N-NH4
|
I
|
50
|
31
|
28
|
20
|
36
|
19
|
II
|
31
|
11
|
26
|
36
|
45
|
21
|
III
|
14
|
10
|
18
|
11
|
28
|
17
|
Testigo
|
18
|
10
|
29
|
16
|
12
|
40
|
Área cerdos*
|
59
|
50
|
53
|
52
|
57
|
57
|
Nota: * Sobre
el total del área con cerdos.
En el presente trabajo no se registró el
comportamiento de excreciones ni la pérdida de ración, pero es factible suponer
que las deyecciones se distribuyen en toda la parcela, quizás aumentando su
concentración en la zona de servicio y que la pérdida de ración de los
comederos fue más importante en la zona I y a mayor carga animal.
7.2.3.1 Fósforo
Las entradas de P al sistema estuvieron
asociadas a la ración y al uso de fertilizante y las salidas a la exportación
en productos animales, escurrimiento superficial y en profundidad, los procesos
relacionados a la erosión serían de poca importancia para el suelo bajo estudio
dada la topografía plana. Además en suelos del Uruguay se produce generalmente
la retrogradación del P agregado hacia formas cada vez más insolubles
(Zamalvide et al., 1982).
El contenido de P disponible en el suelo con
cerdos fue muy superior al suelo testigo en todas las zonas, mostrando a su vez
una clara diferencia entre zonas, relacionada a la distancia de las
instalaciones, patrón similar a lo reportado por Eriksen y Kristensen (2001). Los
muy altos valores de P Bray encontrados en superficie (0-15 cm) en la zona I (sin
fertilización) provienen de pérdida de ración y excreciones animales. En la
zona de pastoreo, también hubo diferencias estadísticas y agronómicas muy
importantes con el testigo, siendo valores que no pueden explicarse solo por el
fertilizantes de las praderas, mostrando el importante aporte de excreciones de
los cerdos en esta zona (Tabla 12).
Tabla 12. Fósforo Bray 1 y en solución (mg kg-1) según las
zonas de las parcelas y testigo, en superficie y profundidad.
Zonas
|
|
P Bray
|
|
P en solución *
|
||||
0 - 15 cm
|
|
15 - 30 cm
|
|
0 - 15 cm
|
|
15 - 30 cm
|
||
I
|
|
152
a
|
|
46
a
|
|
3,66
a
|
|
0,34
a
|
II
|
|
107
a
|
|
41
a
|
|
1,24
a
|
|
0,14
ab
|
III
|
|
50 b
|
|
28
ab
|
|
0,11
b
|
|
0,18
ab
|
Testigo
|
|
25 c
|
|
20
b
|
|
0,05
b
|
|
0,05
b
|
Nota: * relación
suelo agua 1:1. Letras diferentes indican diferencias significativas (p <
0,05).
En profundidad la concentración de P Bray fue
menor en todas las zonas, pero en la zona de servicio los valores fueron de
todas formas altos, indicando que hubo importantes movimientos verticales desde
la capa superior. Por otro lado el P en solución es considerablemente alto en
la zona de servicio (I y II) en la capa de 0-15 cm, manteniéndose en
concentraciones más importantes solo en la zona I en la profundidad de 15 a 30 cm. Este aumento en
profundidad concuerda con observaciones realizadas por Koopmans
et al. (2007). Dichos autores
encontraron gran acumulación de monoésteres
de ortofosfato en las capas superiores de
los suelos tratados con estiércol y señalan que la mineralización de
P orgánico en las capas superiores también puede haber generado ortofosfato, lo que podría haber contribuido al movimiento descendente
de P. En nuestras condiciones también hubo probablemente
un importante movimiento de materiales por las grietas del suelo (muy comunes
en períodos secos para este tipo de suelo), incrementado por el pisoteo de los
animales sobre los bordes de las mismas.
Figura 25. Diagrama de cajas,
fósforo según zona en superficie (0-15 cm) (izquierda) y profundidad (derecha).
Después de 12 años el contenido de P
disponible (estimado en base a los valores de P Bray del Muestreo II y la
densidad del Muestreo III) en las parcelas con cerdos fue 230 kg/ha en los
primeros 30 cm,
mostrando un incremento de 126 kg/ha en relación al testigo (104 kg/ha de P).
Las entradas de P por fertilización son de 320 kg/ha acumulados en los 12 años
(promedio para las dos rotaciones). Las entradas de P en la ración (aprox. 45 kg ha-1 año-1
promedio) excedieron a la salida en lechones (los cuales retuvieron aprox. 20 kg ha-1 año-1)
en 25 kg
ha-1 año-1. En los 12 años el aporte neto acumulado de P
en la ración es aprox. 300 kg
de P/ha. De esta forma las entradas netas de P total en el suelo con cerdos
sumaron 620 kg
ha-1 en los 12 años, las que contribuyeron al incremento del P disponible
en 126 kg
ha-1, los restantes 494
kg ha-1 se incorporan al suelo o pierden al
ambiente (41 kg
ha-1 año-1). Teniendo
en cuenta lo postulado por Watson et al.
(2003), sobre la necesidad de tener en cuenta la distribución espacial de nutrientes
observada, para no subestimar las pérdidas de nutrientes obtenida con los balances
de nutrientes, podemos suponer que la pérdida de P del sistema fue importante.
La acumulación de P en el suelo no es
usualmente un problema agronómico, salvo en situaciones que pueda reducir la
absorción de otros elementos, tales como manganeso, cobre y/o zinc. Pero en la
medida que en sistemas de cerdos a campo estos elementos son incorporados en la
ración, también son incrementados en el suelo por las deyecciones.
Es de hacer notar que los valores de P Bray
si bien son agronómicamente altos especialmente en la zona de servicio, son
relativamente bajos comparado con otros sistemas intensivos de producción
animal. En este sentido Graetz et al.
(1999) en EEUU encontraron que los valores de P total en el horizonte
superficial del suelo de áreas con alta densidad de animales y de tambos
abandonados (2500 y 750 mg kg-1, respectivamente) superaban
enormemente los de áreas prístinas y los de suelos de pasturas con baja
densidad de animales (30 y 114 mg kg-1, respectivamente). En Uruguay
un estudio realizado en potreros utilizados como dormideros o para el
suministro de comida en predios lecheros, Ciganda y La Manna (2009) reportaron
concentraciones promedio de 45
a 302 mg kg-1 de P en los primeros 7,5 cm, para descender a 3
mg kg-1 a los 90 cm. En sistemas de cerdos a campo Watson et al. (2003) encontraron valores en el entorno de 700 mg kg-1 de P extractable en las zonas preferidas
para la excreción de los cerdos luego de solo 15 meses de pastoreo con cerdas
gestantes.
Como vimos en la revisión es unánime la
visión que el aumento en el contenido de P está relacionado con las deyecciones
de los cerdos. En el presente estudio se observó una muy alta correlación en
superficie del contenido de P Bray con el de Zn, K y N-NO3, lo que estaría
indicando el gran incremento del P asociado a la descomposición de productos
orgánicos, aumentando la correlación con los nutrientes menos móviles en el
suelo (Figura 26).
En nuestro trabajo los altos valores de P
Bray en superficie se correspondieron con altos valores de P en solución
(Figura 27). En profundidad si bien se mantiene la misma tendencia la
correlación no fue alta ni significativa. El 20 % de las muestras en el suelo
con cerdos tenía más de 0,5 mg kg-1 de P en solución en profundidad.
Debido a la gran concentración de P en la zona de servicio y a que los niveles
de P están altamente correlacionados con las zonas más compactadas, sumado a
que la capacidad de fijación de P en los Brunosoles éutricos es frecuentemente
media a baja (Duran, 1991, citando a Escudero y Morón 1978) es esperable que
gran parte de las pérdidas de P fueran por escorrentía.
Figura 27. Relación entre P Bray
y P en solución (mg kg-1) en superficie (0-15 cm), en parcelas con
cerdos (izquierda).
Diagrama de cajas, P en solución (mg kg-1) en superficie por zonas
(derecha).
Los sistemas de cerdos a campo pueden ser
una fuente de agua de escorrentía con elevadas cantidades de fósforo, problema
que se incrementa si el riesgo de erosión es considerable. Aún no siendo un
problema para el suelo, si el sistema de producción permite que el exceso de P
alcance cuerpos de agua, donde en combinación con N, altas temperaturas y luz
solar entre otros factores pueden incrementar el riesgo de eutrofización
(Carpenter et al., 1998, citados por
Elliot et al., 2005). Horta et al. (2004) señalan concentraciones de
P total de 0,1 mg/L como valor considerado límite en aguas de drenaje para
evitar la eutrofización del agua superficial. Considerando que en nuestro caso
las muestras fueron de la capa superficial, la concentración encontrada en la
zona de pastoreo puede implicar cierto riesgo de contaminación difusa.
Más allá de los problemas biofísicos que
pueda ocasionar el exceso de P al ambiente, estos elevados niveles en el suelo
reflejan un desbalance de nutrientes en la dieta de los cerdos y problemas en
la fertilización. Por lo que sería deseable y posible reducir el exceso de P
(modificando la ración), así como considerar su distribución para planificar la
fertilización fosfatada (de ser necesario) de las pasturas a utilizar.
7.2.3.2 Nitrógeno mineral (nitrato y amonio)
La concentración de N mineral en el suelo
fue afectada por el sistema, siendo estadísticamente significativos todos los
efectos analizados: rotación, zona y la interacción de la carga con la zona. Se
observó menor concentración de Nmin y N-NO3 (estadísticamente
significativa) en el sector B, aunque las diferencias desde el punto de vista
agronómico fueron reducidas, y posiblemente explicadas en gran medida por la
mayor demanda de las pasturas de dicho sector al momento del muestreo. En
relación a las zonas de las parcelas el N-NO3 aumentó su
concentración en la zona de servicio en la capa superficial, siendo
significativa la diferencia de la zona I con la de pastoreo y testigo. No se
observaron diferencias significativas entre el testigo y la zona de pastoreo en
superficie, ni entre ninguna de las zonas en profundidad (Tabla 13). El N-NH4
a diferencia disminuyó significativamente en todas las zonas
en relación al área testigo, tanto en superficie como en profundidad.
Zona
|
|
N-NO3
|
|
N-NH4
|
|
Nmin
|
|||||||||||||||||
0-15 cm
|
|
15-30 cm
|
|
0-15 cm
|
|
15-30 cm
|
|
0-15 cm
|
|
15-30 cm
|
|||||||||||||
I
|
|
2,1
|
a
|
|
1,4
|
a
|
|
0,6
|
b
|
|
0,4
|
b
|
|
2,7
|
a
|
|
1,8
|
a
|
|||||
II
|
|
1,2
|
ab
|
|
0,5
|
a
|
|
0,5
|
b
|
|
0,3
|
b
|
|
1,7
|
b
|
|
0,8
|
a
|
|||||
III
|
|
0,8
|
b
|
|
0,3
|
a
|
|
0,5
|
b
|
|
0,4
|
b
|
|
1,3
|
b
|
|
0,7
|
a
|
|||||
Testigos
|
|
0,9
|
b
|
|
0,3
|
a
|
|
1,2
|
a
|
|
0,8
|
a
|
|
2,0
|
ab
|
|
1,1
|
a
|
|||||
Nota: letras diferentes indican diferencias
significativas (p < 0,05).
Al igual que lo observado en el muestreo II
el N-NO3 explica la mayor parte de la variación del Nmin en el suelo
con cerdos, tanto en la capa superficial (0-15 cm) como en profundidad (R2
= 0,98 en ambas profundidades), a diferencia de la zona testigo donde la mayor
parte del Nmin estaba bajo la forma de N-NH4. En el suelo con cerdos
las concentraciones en superficie de N-NH4 fueron muy escasas y poco
variables, en tanto que el N-NO3 tuvo mayor variación especialmente
en la zona de servicio (Figura 28). Los resultados son concordantes con los de
Gustafson (2000), quien describe que después de retirados los animales, las
parcelas pastoreadas por solo unos meses tuvieron significativamente más N-NO3
en la capa de 0-30 cm
(34.2±6.4 kg
ha-1) y similares cantidades de N-NH4 comparadas con las
áreas testigo sin cerdos.
Figura 28. Diagrama de cajas, concentración de
N-NO3 y N-NH4 (mg kg-1), en superficie y por
zona.
El hecho de que los animales en pastoreo pasen
más tiempo alrededor de bebederos, sitios de alimentación y en zonas de
descanso, puede influir en la distribución del nitrógeno (Oenema et al., 1997 y White et al., 2001, citados por Šimek et al., 2006). En este sentido, la
concentración de Nmin y N-NO3 observada fue más alta cerca de los
sitios de alimentación, bebida y refugios, disminuyendo hacia el otro extremo
de las parcelas, similar a lo descrito por Eriksen y Kristensen (2001). Las causas
probables del aumento de N en la capa superficial de la zona de servicio,
estarían relacionadas con la pérdida de ración y la menor utilización por las
pasturas (menor crecimiento vegetal). El patrón de distribución de orina depositadas
en parches no homogéneos si bien es señalado por varios autores como una de las
posibles causas fundamentales del incremento de NO3 en superficie
(Gustafson, 2000; Watson et al,
2003), no parece ser de los principales motivos en nuestras condiciones.
Durante los 12 años en promedio entraron al
sistema 220 kg ha–1 año–1 de N por la
ración, 80 kg
ha–1 por fertilización y una considerable cantidad
(no determinada) por fijación biológica de nitrógeno y deposición atmosférica. Las
importantes entradas por ración fueron relativamente bajas comparadas con otros
sistemas de cerdos a campo (Worthington y Danks, 1992; Williams et al., 2000; Gustafson, 2000). A pesar
de éstas entradas, no se observó gran acumulación de Nmin, se calculó para la
zona I (0-15 cm)
una diferencia de 0,12 kg ha–1 de Nmin superior al área testigo, en tanto
que en la zona II y III hubo menos Nmin en el suelo con cerdos. En las
condiciones de Uruguay la acumulación de N depende fuertemente de las
condiciones climáticas. Las concentraciones en el muestreo II fueron superiores
a las del III, en parte debido a que éste se realizó luego de intensas lluvias.
Las concentraciones de N-NO3 incluso en la zona de servicio, fueron
bajas comparadas con otras producciónes animales intensivas. A modo de ejemplo
Ciganda y La Manna
(2009) reportaron concentraciones promedio de 7 a 176 mg kg-1 de
N-NO3 en los primeros 7,5
cm, decreciendo a promedio < 10 mg kg-1 a
los 90 cm, en nocheros o piquetes de alimentación lecheros.
Considerando la cantidad de N retenida en
los animales, estimada en 120
kg ha–1 año–1, una
considerable cantidad de N es retenida en forma orgánica en el suelo o perdida
al ambiente (lavado, desnitrificación y volatización). Si bien no se realizaron
mediciones específicas, es esperable que la mayor parte del exceso de N se haya
perdido al ambiente, ya que entre otras cosas no se observó incremento de la MO del suelo. Por otro lado la
lixiviación de NO3 posiblemente implicó arrastre de bases como Ca y
contribuyó a bajar el pH, coincidiendo con lo observado en la zona de pastoreo.
A diferencia de lo planteado por Williams et
al. (2000), en nuestras condiciones climáticas, estos resultados sugieren
como poco probable, que el sistema acumule significativamente Nmin factible de
ser aprovechada por cultivos siguientes.
Dada la importancia que tiene desde el punto
de vista ambiental (y productivo) el ciclo del nitrógeno y los impactos que
sobre él causa el sistema de producción, resulta imprescindible trabajar sobre
medidas de manejo que atiendan a reducir los excesos de éste nutriente. Donde
de acuerdo a los resultados del presente trabajo, la rotación, carga animal y
dieta (forma de pastoreo, nivel, tipo y forma de presentación de ración) son
factores a continuar estudiando.
7.2.3.3 Bases totales (Na, K, Ca, Mg)
El sistema de producción modificó la
concentración de bases en el suelo, en forma diferencial según la base
considerada. El K y Na aumentaron en la zona de servicio, en tanto que el Mg y
Ca no tuvieron diferencias significativas ni entre zonas de las parcelas ni con
el testigo, observándose si tendencia a menor contenido de Ca en la zona de
pastoreo (Tabla 14). En el suelo con cerdos la rotación y la carga animal no
influyeron estadísticamente en el contenido de bases y solo fue significativo
el efecto de la zona sobre el K.
Zona
|
K
|
Na
|
Ca
|
Mg
|
BT
|
I
|
1.4 a
|
0.91 a
|
14.0
a
|
6.2
a
|
22
a
|
II
|
1.0
b
|
0.75 ab
|
13.9
a
|
5.9
a
|
22
a
|
III
|
0.4
c
|
0.73 ab
|
13.0
a
|
5.7
a
|
20
a
|
Testigo
|
0.7
bc
|
0.49
b
|
17.0
a
|
5.6
a
|
24
a
|
Nota: letras
diferentes indican diferencias significativas (p < 0,05).
Siendo dominante en el complejo de
intercambio el Ca, la concentración de bases en el testigo es similar a la
reportada por Barbazán et al., (2007)
para suelos con cultivos de Lotus sobre formación Libertad (0,63 cmol kg-1 de K, 0,53
de Na, 14,08 de Ca y 3,67 de Mg,) y algo inferior a la reportada por Duran
(1991) para perfiles representativos de Brunosoles éutricos sobre formación
Libertad (1,1 cmol kg-1 de K,
1,0 de Na, 22,7 de Ca y 5,0 de Mg).
Los aumentos de la concentración y
variabilidad del K y Na principalmente en la zona de servicio (Figura 29) están
relacionados a la mayor excreción animal, pérdida de ración y menor demanda
vegetal, pero sin llegar a valores problemáticos de CE ni de salinidad sódica.
Figura 29. Diagrama de cajas, concentración
de Na y K en superficie por zona.
(Las cajas representan cuartiles 25
a 75%, la línea dentro de la caja corresponde a la
mediana, el círculo los valores fuera del rango típico y las líneas cortas
horizontales el máximo y mínimo).
Las concentraciones de K en la zona I son similares
a las reportadas por Eriksen y Kristensen (2001) donde luego de 8 meses
llegaron a concentraciones máximas de K intercambiable de 1,5 cmol kg-1, en promedio
el incremento fue 0,22 cmol kg-11, similar a lo que observamos en la zona II,
y encontraron que la concentración disminuía a medida que se alejaban de las
instalaciones, sin embargo no encontraron aumentos significativos en el P
extractable.
El aumento de Na en la zona de pastoreo
indicaría que en esta zona hay una importante deposición de orina, considerando
que entre el 80 al 85% del Na excretado por cerdos es vía orina (Hagsten y Perry
1976). El Na intercambiable, por ser un catión débilmente retenido no suele
acumularse en suelos de clima húmedo si no existe algún impedimento en el
drenaje natural (Duran, 1991). Normalmente la facilidad con que son liberados
los cationes, sigue el orden relativo al potencial iónico: Na, K, Mg, Ca. Es
decir, el Na es liberado con mayor facilidad y el Ca con menor facilidad en una
reacción de intercambio incompleto. El potencial iónico es uno de los factores
que influyen en el intercambio catiónico incompleto, pero el sistema de
producción de cerdos altera otros factores que hacen que aumente la
concentración de Na y K. Entre estos factores podría tener un rol importante
las variaciones en la concentración salina externa al complejo de intercambio
catiónico en el suelo, inducida por parches de heces y orina. Los coloides son
más selectivos cuando la solución se encuentra diluida. A concentraciones bajas
disminuye la proporción de los iones monovalentes en el complejo de
intercambio, en tanto que aumenta la de los bivalentes.
Otro factor que podría contribuir al
incremento de Na es que en algunas especies vegetales es posible que exista una
sustitución parcial del K por el Na, especialmente en aquellas funciones
vinculadas con el mantenimiento de la presión osmótica (Mills y Jones, 1996;
Marschner, 1995). Específicamente, el trébol blanco que es la leguminosa más
persistente de la mezcla usada, es categorizado como una especie con
características natrofílicas (plantas que absorben el Na y lo transportan hasta
sus hojas) por varios autores (Tower y Smith, 1983; Dunlop y Hart, 1987;
Marschner, 1995).
A pesar que este tipo de suelo tiene alta
capacidad de retener cationes, asociado a la presencia de coloides orgánicos y
minerales, y al nivel de MO (Duran, 1991), solo el K y el Ca presentaron
tendencia a disminuir en la zona de pastoreo (aunque no difieren
estadísticamente de la zona testigo), posiblemente en parte por una
redistribución horizontal hacia la zona de servicio al ser capturados por las
plantas y éstas consumidas por los cerdos y por el lavado hacia capas profundas
del suelo. La redistribución horizontal de K puede ser más importante, debido a
que las pasturas pueden realizar captación de lujo de K (Troeh y Thompson,
2005), siendo probable que esto ocurra en los parches de orina como resultado
de la alta concentraciones de K, situación que se daría fundamentalmente en la
zona de pastoreo (mayor crecimiento vegetal). En torno a los parches de orina
además aumenta la absorción de NO3 lo que favorecerían captación de
K como contraión (Carran 1988, citado por Early et al., 1998).
La disminución del Ca posiblemente se de por
arrastre, asociado al NO3 lixiviado, especialmente en los parches de
orina. El Ca y en menor medida el Mg, pueden actuar equilibrando cargas del NO3
(Holland y Durante 1977, Hogg 1981, Steele et
al. 1984, Williams et al. 1990;
citados por Early et al, 1998). Otros
autores plantean que es el Mg el portador preferido cuando el NO3 se
lixivia (Archer, 1998, citado por Craighead 2002). La disminución del Ca en la
zona de pastoreo está asociada al proceso de acidificación (Figura 30). En suelos
agrícolas que contienen Ca procedente de las rocas originarias (como suelos
sobre Formación Libertad), éste domina entre los cationes y la cantidad se refleja
en la saturación de arcillas y el pH. Si bien la acidificación es un proceso
natural de formación del suelo, se acentúa en sistemas donde existen procesos
que generan protones (H+) en el medio.
Figura 30. Relación entre la
concentración de Ca y el pH para todos los datos (izquierda) y en la zona de
pastoreo (derecha).
La modificación en el contenido de Ca puede
además alterar la estabilidad de agregados y de la materia orgánica. En
presencia de altas concentraciones de Ca, la materia orgánica evoluciona a
humus muy estable y polimerizado, que forma complejos firmes y estables con la
arcilla. Por lo que el Ca tendría un efecto positivo en la estabilización de la
materia orgánica (Sollins et al.,
1996). Al mismo tiempo el Ca es más retenido por los ácidos húmicos que por la
montmorillonita, situación inversa a la de otros cationes. En el presente trabajo se observó tendencia a mayor
cantidad de C-MOP 200 a
mayor contenido de Ca en el suelo y especialmente mayor relación con la
fracción más estabilizada (C-MONP) (Figura 31).
Figura 31. Relación entre el
Ca intercambiable del suelo (cmol kg-1) con C-MOP 200 y C-MONP (g kg-1)
para todos los datos.
El aumento de Na podría también incidir en
la evolución de la MOS
y la estructura del suelo. Es un hecho reiteradamente verificado que en
presencia de altas concentraciones de Na intercambiable las arcillas se
dispersan, deteriorándose la estructura (Duran, 1991).
Otro aspecto relevante en algunas
situaciones productivas es el cambio en la proporcion de bases. White (2006)
señala que excepto en suelos más ácidos y en los más alcalinos las bases están
presentes aproximadamente en las siguientes proporciones: Ca 80 %; Mg 15 %, Na
+ K 5 %. La relación Mg/K es importante porque el Mg puede inducir deficiencia
de K en las plantas (McNaught et al.,
1973, citado por Craighead 2002). También se ha sugerido deficiencia inducida
en sentido contrario, habría mayor probabilidad de deficiencias de Mg si la
relación K/Mg intercambiable es cercana a 1:1 y/o la relación Ca:Mg es mayor a
15:1 (Tisdale et al. 1993, citado por
Brabazán et al., 2007). El material
original del suelo del presente trabajo tiene alto contenido de Mg y el sistema
casi no lo afectó, pero si afectó el K modificando éstas relaciones (Tabla 15).
Zonas
|
K
|
Na
|
Ca
|
Mg
|
BT
|
|
Ca/Mg
|
Mg/K
|
I
|
6
|
4
|
64
|
28
|
100
|
|
2,3
|
4,4
|
II
|
5
|
3
|
63
|
27
|
100
|
|
2,4
|
5,9
|
III
|
2
|
4
|
65
|
29
|
100
|
|
2,3
|
14,3
|
Testigo
|
3
|
2
|
71
|
23
|
100
|
|
3,0
|
8,0
|
Nota: letras diferentes indican diferencias
significativas (p < 0,05).
En
la zona de pastoreo aumentó la relación Mg/K, aumentando el riesgo de deficiencia
de K inducida por Mg. En el país no hay establecido niveles críticos de K en suelo,
se ha sugerido valores menores a 0,35 cmol kg-1 para suelos muy
arcillosos, para la mayoría de los cultivos (Hernández, 1997 citado por Barbazán
et al., 2007), o 0,3 cmol kg-1 para texturas más finas que franco arenoso
(Perdomo y Cardellino, 2006, citando a Zamalvide y Hernández). Estando la
concentración en la zona de pastoreo cerca de dicho límite. En suelos
montmorilloníticos, con baja capacidad de reponer K, tan importante como la de
aquellos donde predomina la illita (Duran, 1991), esta situación sería más
comprometida en el largo plazo.
7.2.3.4 Metales pesados
En el sistema con cerdos hubo al cabo de 12
años un aumento significativo en relación al testigo del Zn extractable pero no
del Cu (Tabla 16), lo que podría estar relacionado a entradas reducidas en la
ración, al alto contenido de Cu en el suelo, o atribuible al método de
extracción. El aumento más pronunciado de las concentraciones de Zn en relación
al Cu, concuerdan con lo observado por Zhou et
al. (2005). La concentración de Zn fue una de las características más
variables entre muestras (CV= 66 %), siendo más variable en el área de
servicio, en tanto que considerando todos los datos el Cu tuvo baja
variabilidad (CV = 8 %).
Zona
|
|
Zn
|
|
Cu
|
||||
Promedio
|
DS
|
CV (%)
|
|
Promedio
|
DS
|
CV (%)
|
||
I
|
|
0,88
a
|
0,24
|
28
|
|
3,37
a
|
0,23
|
7
|
II
|
|
0,57
a
|
0,15
|
26
|
|
3,25
a
|
0,22
|
7
|
III
|
|
0,27
b
|
0,05
|
18
|
|
3,42
a
|
0,17
|
5
|
Testigos
|
|
0,18
c
|
0,05
|
29
|
|
3,18
a
|
0,35
|
11
|
Nota: letras
diferentes indican diferencias significativas (p < 0,05).
Las entradas de Cu y Zn al suelo fueron
principalmente por la ración, en tanto las salidas fueron principalmente en
productos animales. En el el suelo con cerdos el Zn estuvo altamente correlacionado
con el N-NO3, P y K y la
CE (Figura 32), por lo tanto muy asociado a las excreciones
animales y/o pérdida de ración.
Los cerdos eliminan el Cu y Zn en las
excreción principalmente vía heces, perdiéndose por la orina una pequeña
proporción. En base a los resultados consideramos al patrón de distribución del
Zn y P como los que mejor podrían reflejar la distribución de heces dentro de
las parcelas.
Figura 32. Relación del contenido
de Zn con el de K, P Bray, N-NO3 y CE en superficie (parcelas con cerdos)
La concentración promedio de Zn en la zona I
fue la mayor, siendo levemente superior al mínimo nivel recomendado para el
cultivo de maíz en Iowa de 0,8 mg kg-1 (Voss et al. 1999, citado por Kaspar et
al. 2004) y similar al promedio de Zn disponible (0,75 mg kg-1)
reportado para suelos en cultivos de trébol blanco en la zona Este de Uruguay
(Morón, 2004). Por lo que podría considerarse que los niveles de incremento de
Zn son poco importantes y eventualmente pueden revertirse rápidamente. En base
a los resultados obtenidos el Zn y Cu no son un problema desde el punto de
vista de acumulación de metales pesados en el suelo.
El Zn y Cu siendo limitantes de cultivos en
varios sistemas de producción a nivel mundial también pueden ser analizados
desde el punto de vista de micronutrientes esenciales. En Uruguay son escasos
los estudios de micronutrientes asociados a la producción animal. Uno relevamiento
realizado por Morón y Baethgen (1998) en cultivos de maíz, mostró que el Zn y
el Cu en hoja estaban por debajo del rango de suficiencia planteado por Mills y
Jones (1996) en algunos sitios. En base a lo anterior los niveles de incremento
por los cerdos a campo de la concentración de Cu y especialmente de Zn en el
suelo, podrían considerarse beneficiosas para los cerdos y la producción vegetal.
7.2.4 Conductividad eléctrica y pH
Como vimos el sistema generó grandes
entradas de nutrientes al suelo, afectando la salinidad del mismo. Sin embargo
la mayor CE registrada en la zona I (Tabla 17), tuvo valores promedio inferiores
a los que podrían considerarse levemente salinos, mayores a 980 μS cm-1
(USDA, 1999). Aún teniendo en cuenta que niveles moderados de CE pueden
ocasionar menores rendimientos vegetales, en ésta zona y en el resto del área
los valores de CE indicarían que no habría efectos negativos importantes sobre
el crecimiento de los cultivos.
Tabla 17. Valores promedios
de conductividad eléctrica (μS cm-1) y pH, por zona, según
profundidad del suelo.
Zona
|
|
CE (1 : 1)
|
|
pH (1 : 2,5)
|
||||||||||
|
|
0-15 cm
|
|
15-30 cm
|
|
0-15 cm
|
|
15-30 cm
|
||||||
I
|
|
541
|
a
|
|
571
|
a
|
|
6,1
|
ab
|
|
7,0
|
a
|
||
II
|
|
347
|
ab
|
|
340
|
b
|
|
5,9
|
b
|
|
7,0
|
a
|
||
III
|
|
263
|
b
|
|
323
|
b
|
|
6,0
|
b
|
|
6,8
|
a
|
||
Testigo
|
|
306
|
b
|
|
307
|
b
|
|
6,4
|
a
|
|
6,7
|
a
|
||
Nota:
Mediciones en extracto suelo:agua = 1:2,5 para pH y 1:1 para CE. Letras
diferentes indican diferencias significativas (p < 0,05).
La conductividad eléctrica (CE) como
resultado del uso y manejo del suelo está generalmente asociados con los
cationes Ca+2 , Mg+2, K+, Na+, H+
o los aniones NO3-, SO4-, Cl-,
HCO3-, OH- (USDA, 1999). Sin embargo en el
sistema de producción estudiado analizando el conjunto de las muestras con
cerdos en superficie, la CE
estuvo altamente correlacionada con N-NO3, K, pero también con Zn y
P Bray (R2 = 0,89; 0,78; 0,84 y 0,68 respectivamente, p < 0,001).
Por lo que el comportamiento de excreciones de los cerdos parece incidir
fuertemente también sobre la CE
y su distribución espacial.
Al igual que el resto de las variables
relacionadas con la carga animal, la
CE mostró mayor variabilidad en superficie en la zona I, que
en la III (CV= 50
y 14 % respectivamente). La CE
en superficie dentro de la zona I tuvo alta correlación con la carga animal (R2
= 0,66) y el C-MOP (R2 = 0,7), siendo en esta zona donde más
influyo el contenido de N-NO3 explicando el 90 % de la variación (p
< 0,001). En la zona III la CE
tuvo menos relación con la carga (R2 = 0,56; con p<0,1) y si bien
tendió a aumentar a mayor cantidad de N-NO3, P, K y Zn, la
correlación con la concentración de estos nutrientes fue baja y en ningún caso
significativa. En profundidad únicamente la zona I mostró incremento de CE en
relación al testigo, con valores similares a los encontrados en superficie.
Con respecto al pH fue la característica de
menor variabilidad entre el total de muestras (CV = 4 %). En la mayoría de las
situaciones se registró baja acidez o ligeramente alcalino (pH > 6) y solo
en unas pocas situaciones condiciones moderadamente ácidas (pH 5,7 a 6,0). Aún con esa
mínima variación hubo diferencias significativas entre el área con cerdos y el
testigo (Tabla 17, Figura 33), siendo estadísticamente diferentes la zona de
pasturas sembradas (II y III) con el testigo, manteniéndose de todos modos en
torno a los valores promedios reportados por Duran (1991) para los Brunosoles
éutricos de pH 6,0 y dentro del rango de pH asociados a praderas subhúmedas
(USDA, 1999).
En términos generales el sistema acidificó
el suelo, sin llegar a pH problemáticos. Los valores más bajos están por encima
de 5,5 valor por debajo del cual serían esperables problemas relacionados al aluminio
intercambiable o disponibilidad de micronutrientes.
Las causas de acidificación en suelos de
ecosistemas pastoriles han sido atribuidas a procesos que involucran entre
otros factores a la exportación de productos animales (Helyar y Porter, 1989;
Ridley et al, 1990, citados por Burle et
al., 1997), siendo para varios autores la exportación de productos
alcalinos más importante en sistemas de pastoreo que en los de cultivo
(Coventry y Slattery, 1991, citados por Burle et al., 1997). La acumulación o pérdida de materia orgánica, junto
al desbalances en los ciclos del carbono y nitrógeno son unas de las
principales causas de acidificación (Helyar y Porter, 1989, citados por Burle et al., 1997; Tang, 1998). En el sistema
bajo estudio todos estos factores tuvieron diferencias importantes entre zonas.
En la zona I la reducción de pH fue menor, especialmente en los primeros 5 m del frente de las parcelas
(Figura 7). En esta zona el aporte de nutrientes y fundamentalmente el Na parece
tener el papel principal, observándose alta correlación del pH con la concentración
de Na (R2 = 0,89; p<0,01). Estos resultados irían en el mismo
sentido en cuanto a localización a los descritos por Quintern (2005) en un
sistema fijo con cerdos en engorde, de un leve incremento en el pH en las áreas
de comederos (0,2 pH) y frente de refugios (0,65 pH) comparadas con el testigo
sin cerdos. De todas maneras los valores encontrados en términos de cambio de
pH son menores, considerando el efecto acumulado de 12 años.
La disminución del pH en la zona de pastoreo
frente al testigo, parece relacionarce con procesos vinculados a las pasturas, ciclo del
N y exportación (o lavado) de bases. Según Morón (2003) la utilización de
fertilizantes nitrogenados que generan amonio, combinado con la utilización de
leguminosas puede hacer disminuir el pH. Por otro lado se ha sugerido que en
suelos con menor concentración de K (como ocurre en la zona de pastoreo) las
leguminosas generan mayor acidez en el suelo, relacionado con aumento de la
captación de Ca, Mg y Na que da lugar a un aumento de la concentración en
exceso de cationes en las plantas (Tang, 1998). El pH de la zona de pastoreo se
correlacionó negativamente con el Nmin (R2 = 0,58; p < 0,08) y
lineal y positivamente con las BT, fundamentalmente el Ca (R2 = 0,69
p < 0,05 y R2 = 0,62 p < 0,05 respectivamente). En la zona de
pastoreo el pH descendió a mayor cantidad de aportes de materia orgánica,
resaltando en este sentido la alta correlación del pH (lineal y negativa) con
el Zn y el C-MOP (R2 = 0,77 y 0,63 respectivamente p < 0,05).
7.2.5 Actividad biológica del suelo.
Los cambios en el uso del suelo alteran la
abundancia de biomasa y diversidad de su biota. Las comunidades presentes están
determinadas por la intensidad del cambio y por la habilidad de los organismos
para adaptarse a los mismos, en el largo y corto plazo (Brown et al. 2001,
citados por Zervino y Morón, 2003). En este sentido, la RM y el NPM han sido utilizados
como indicadores de actividad microbiológica del suelo bajo diferentes manejos.
En la tabla 18 se presentan los resultados de incubación del suelo. No hubo
diferencias estadísticas en la RM entre el suelo con cerdos y el testigo,
aunque se registraron menores tasas en la zona de servicio (Figura 34). Si bien
algunos autores plantean que la RM
es sensible a las alteraciones producidas por distintas rotaciones de cultivo
(Martínez et al., 2008), no
encontramos diferencias estadísticas atribuibles a las rotaciones utilizadas,
ni a zonas de la parcela.
Tabla 18. Valores de C
producido por incubación aeróbica (RM) promedio diario de 46 días (mg kg-1.día-1),
y de nitrógeno potencialmente mineralizable (NPM) incubación anaeróbica por 14
días (N-NO3 en mg kg-1), por
zona.
Zona
|
|
RM
|
|
NPM
|
||||
Promedio
|
DS.
|
CV (%)
|
|
Promedio
|
DS.
|
CV (%)
|
||
I
|
|
6,8 a
|
2,4
|
36
|
|
67,9
ab
|
7,7
|
11,3
|
II
|
|
8,6 a
|
3,1
|
36
|
|
68,0
b
|
2,2
|
3,3
|
III
|
|
9,8 a
|
2,9
|
30
|
|
71,1
ab
|
3,3
|
4,6
|
Testigo
|
|
10,1
a
|
3,3
|
32
|
|
74,0
a
|
4,1
|
4,1
|
Nota: letras
diferentes indican diferencias significativas (p < 0,05).
Generalmente se asocia el agregado de
estiércol (como enmienda orgánica) a incrementos en la cantidad de C en el
suelo y promotor de la actividad biológica. Sin embargo en el sistema con
cerdos hubo efectos contrapuestos, a mayor cantidad de estiércol (más carga
animal) tenemos mayor compactación y menor aporte de las pasturas. Por lo que
se afecta la cantidad y calidad de materiales orgánicos aportados al suelo, que
son determinantes de la RM
(Martínez et al., 2008), así como se
ven afectados los organismos que los respiran y sus condiciones ambientales. La
zona de servicio si bien recibe aporte de materia orgánica de excreciones y pérdida
de ración, disminuyen los aportes de las forrajeras, sumado a la mayor
compactación que perjudica las condiciones ambientales de los microorganismos
aeróbicos.
Considerando que las muestras fueron tomadas
de pasturas viejas (con poca oferta forrajera) y que la población de
microorganismos en el suelo es mayor en la vecindad de las raíces (la
incubación aeróbica fue realizada “in
vitro” sin plantas) la diferencia entre zona de servicio y la de pastoreo en
condiciones de campo podrían ser más importantes. Por otro lado es
significativo que en la zona de pastoreo la RM se correlacionó lineal y negativamente con la RP y DA, aumentando respiración
en zonas menos compactadas, y también se correlacionó lineal y positivamente
con Zn, PBray, K y NO3 asociados a las excreciones animales.
En el área de servicio se observaron los
valores más bajos de NPM, encontrándose diferencias estadísticamente
significativas solo entre la zona II y el testigo. Si bien las tendencias
fueron similares, la correlación entre RM y NPM fue baja en todas las zonas. No
se observó efectos significativos asociados a las rotaciones usadas. Morón
(2003) destaca que al NPM, fue uno de los indicadores de calidad del suelo más
sensible para detectar los diferentes efectos del uso y manejo del suelo en rotaciones
largas cultivos-pasturas. No encontramos trabajos que analicen NPM con cerdos a
campo para comparar. Los valores de NPM promedios, tanto por zona como para el
testigo (Tabla 18), son intermedios entre los reportados por Echeverria et al. (2000) para suelos bajo pastura (82
mg kg-1) y con manejos agrícolas (55 mg kg-1), para
suelos del sudeste de Buenos Aires. Estos resultados refuerzan la idea de que
el sistema evaluado tiene poco potencial para liberar N para eventuales
cultivos siguientes.
Varios trabajos plantean una alta
correlación lineal entre el NPM y la materia orgánica más reciente. Morón y Sawchik (2003) encontraron alta
correlación entre el NPM y el C-POM 212, mayor a la encontrada con C-POM 53 y C-MAOM,
sugiriendo que el nitrógeno orgánico más lábil está en esta fracción. Fabrizzi et al. (2003) también encontraron alta
correlación entre NPM y POM y sus fracciones, en suelos cultivados. Sin embargo
en nuestro trabajo el NPM del suelo con cerdos no se correlacionó con ninguna
de estas variables. En la zona de pastoreo el NPM se correlacionó lineal y negativamente
(p<0,05) con P Bray y K (R2 = 0,71 y 0,66 respectivamente),
relación inversa a la encontrada para la RM. El aumento de estos nutrientes acumulados está
correlacionado a la carga animal, implicando mayor pisoteo y mineralización de MO,
lo que podría haber disminuido las fuentes potenciales de N.
Los indicadores de actividad biológica
usados no fueron muy sensibles a las diferentes situaciones de manejo, quizás
debido a la gran heterogeneidad espacial que implica el pastoreo de cerdos y a
los efectos opuestos de la carga animal en relación al aporte de residuos
orgánicos, mineralización de la MO
y compactación del suelo.
8 CONCLUSIONES
El sistema de
producción de cerdos a campo implementado durante 12 años, produjo
modificaciones importantes en las propiedades físicas, químicas y biológicas del
suelo. Factores principalmente vinculados al manejo animal y por otro lado a la
capacidad de recepción y moduladores del ambiente condicionaron el proceso de
contaminación y degradación del suelo. Las principales acciones impactantes
fueron pisoteo, hozado, pérdida de ración de los comederos y las deyecciones
animales. Las que dependen fundamentalmente del sistema de pastoreo (como la
combinación de animales, plantas, suelo y otros componentes ambientales y los
métodos de pastoreos) y del suministro de ración (nivel, calidad y forma de
presentación).
La
mayoría de los cambios fueron influenciados por la carga animal. Comparando los
impactos acumulados, con los daños y cargas mencionados en la bibliografía
internacional para cerdos al aire libre, pensamos que los impactos son
inferiores debido a que el sistema utilizó cargas bajas. Esto permitió una
relativa alta cobertura vegetal y considerable producción de forraje, posibilitando
entre otras cosas reducir el uso de ración.
Las
dos rotaciones analizadas se diferenciaron levemente en parámetros relacionados
al ciclo del nitrógeno, estando los impactos en el suelo espacialmente más
relacionados a las zonas de manejo dentro de las parcelas. La zona I fue la más
afectada, seguida por la zona II que presenta valores intermedios, y los
menores impactos se ubicaron en la zona de pastoreo.
En
relación a las distintas variables de respuesta, el sistema ocasionó deterioro
de las propiedades físicas del suelo en toda el área. Los daños por
compactación en superficie fueron leves. El daño fue mayor en la zona sin
laboreo del área de servicio, coincidiendo con la zona de mayor concentración
de nutrientes y menor cobertura vegetal, por lo que al incrementar el flujo de
agua sobre el suelo aumenta el riesgo de contaminación de aguas superficiales y
de erosión. En profundidad la zona I continua siendo la más compactada, en
tanto la zona de pastoreo no difiere del testigo en la capa subsuperficial (20-24 cm), pero a mayor
profundidad (30 a
50 cm)
se observó una leve tendencia a mayor RP del suelo con cerdos.
Los
principales cambios en la composición química del suelo estuvieron dados por la
disminución del carbono en todas las zonas e incremento de los nutrientes
particularmente en la zona de servicio. El COS se redujo en forma significativa
en el promedio de las zonas con cerdos, 18 % comparado con el testigo en
superficie (0-15 cm) y 17 % en profundidad,
estando altamente correlacionado a la disminución del C-MONP y sin una clara
distribución espacial. De todas formas se observó que en algunas áreas del
suelo con cerdos con bajas cargas aumentó el COS, lo que deja abierta la
posibilidad de estudiar manejos que profundicen este aspecto.
Los
cambios químicos del suelo estuvieron asociados a la carga animal, pérdida de
ración, crecimiento vegetal y el comportamiento de excreciones de los animales.
De los elementos químicos estudiados, el N y P fueron los más afectados por los
cerdos a campo, siendo los más sensibles para evidenciar problemas de
contaminación. Si bien en términos generales hubo disminución en la
concentración de bases, se incrementó el Na y K fundamentalmente en el área de
servicio. Los aumentos de N, P y K en la zona sin laboreo del área de servicio
estuvieron asociados al aumento de la
CE. De los metales pesados estudiados el Zn aumentó su
concentración en el suelo, estando de todas formas muy por debajo de niveles
considerados problemáticos, por lo tanto más que un problema podría ser una
ventaja desde el punto de vista de fertilidad del suelo, especialmente en suelos
donde el Zn es un nutriente limitante.
Los
resultados sugieren que la producción de cerdos a campo si bien tiene un alto
potencial de generar problemas en el ambiente biofísico por malas prácticas de
manejo, también podría en situaciones particulares mejorar algunas de las
características agronómicas de los suelos, siendo necesario más estudios al
respecto.
9 PERSPECTIVAS Y SUGERENCIAS.
9.1 MEDIDAS DE MANEJO SUGERIDAS PARA MITIGAR ASPECTOS NEGATIVOS DEL SISTEMA.
En base a los resultados obtenidos y
discusión realizada, es posible plantear algunas líneas de trabajo que podrían
ser exploradas y aportar elementos para repensar algunas medidas de manejo del
sistema desarrollado en el CRS. Según Vadell (1999) las premisas básicas consideradas en la definición
del modelo de producción de cerdos creado en el CRS fueron, factibilidad de
ser adoptado por la mayoría de los productores, mínima inversión, que los
productores logren su continuidad a lo largo del tiempo, bajos costos
operativos, mejorar parámetros productivos, respetar el comportamiento animal,
mínima agresión al ambiente e integrar el rubro porcino a otros rubros de
producción. Para esto se trabajó con los criterios de máximo uso de
pasturas como alimento, instalaciones de muy bajo costo y uso de mano de obra
familiar (Vadell, 2005). Compartiendo estos objetivos y criterios, planteamos
prestar especial atención para la sustentabilidad de la producción de cerdos a
campo, al ajuste de carga animal y la movilidad acorde al los recursos
biofísicos disponibles.
Considerando que los impactos medidos fueron
relativamente leves y podrían minimizarse aún más mejorando varios aspectos del
sistema, es viable considerar que las cargas manejadas son inferiores, aunque
cercanas al límite máximo deseable. Dada la distribución de impactos
registrada, la movilidad del sistema es otro factor clave para minimizar
efectos degradantes sobre el medio y potencializar los positivos. La carga y
movilidad del sistema tiene implicancias en la elección del lugar, la
definición del área de servicio, tipo de dieta, pasturas
y la rotación a usar entre otras medidas. Por ejemplo los criterios para elegir el lugar
donde instalar un criadero a campo con base forrajera en Uruguay según Vadell
(1999) son básicamente sitios no inundables, con
pendientes moderadas y suelos agrícolas. En base a los resultados y
experiencia en otros países aún con cargas moderadas en sistemas con áreas de
servicio semipermanentes, la actividad de producción de cerdos a campo parece
potencialmente contaminante de aguas por N y P, con riesgo creciente a mayor
tamaño de rodeo y áreas fijas de servicio. Por lo que la localización debería considerar
además el grado de vulnerabilidad de las fuentes de aguas cercanas, y valorar
la localización (especialmente de la zona de servicio) dentro del predio en
función de la ubicación de tomas de agua. En sistemas con área de servicio
fija, dada la concentración de nutrientes y compactación debería haber un
diseño para manejar el agua de escorrentía, que contemple al menos esta zona.
El manejo de la dieta es otra de las claves
para la rentabilidad económica del sistema y reducir la pérdida de nutrientes
al ambiente. Manteniendo el criterio principal de elección de especies a
incluir o favorecer en la pastura, centrado en las características
económico-nutricionales de la forrajera, parecería necesario introducir alguna
gramínea en la mezcla forrajera con capacidad de reciclar N, al tiempo que
permitiría aprovechar el efecto beneficioso para la estructura del suelo del
sistema radicular de las mismas. Pensando en minimizar los excedentes de
nutrientes aportados al medio y reducir los costos de alimentación, es
necesario ajustar la dieta de los cerdos teniendo en cuenta el aporte de las
pasturas y considerar muy especialmente las necesidades animales en pastoreo de
proteína y P. Para lo cual es imprescindible profundizar en el estudio sobre el
uso de pasturas en la dieta de los cerdos y requerimientos de pastoreo de los
genotipos utilizados. Considerando que los altos niveles de nutrientes en el
suelo en la zona de servicio se deban entre otros factores a pérdidas
considerables de ración desde los comederos, parece necesario evaluar diferentes
tipos de comederos, incluyendo la forma de presentación de la ración.
Los
trabajos sobre posdestete en el CRS han confirmado la viabilidad de realizar el
posdestete a campo, resaltando los buenos resultados productivos y la muy baja
mortalidad de lechones (Barlocco et al.,
1999). Este destete basado entre otras aspectos en mantener la camada como una
unidad productiva luego de destetada, utilizar el mismo alimento concentrado
que fue suministrado durante la lactancia a los lechones y el aporte de
pasturas a voluntades, es sin duda una fortaleza del sistema en términos
productivos. Por otro lado ésta categoría tiene un fuerte impacto en la
generación de excesos de nutrientes y daño de cobertura vegetal. Siendo una
categoría que cosecha poco forraje, sería razonable estudiar destinar las
pasturas de mayor edad para el posdestete, dilucidando que tan importante es al
aporte de pastura de calidad para esta categoría. Realizando el posdestete
sobre pasturas viejas y ubicando los comederos en la zona de pastoreo,
resultaría en una mejor distribución de nutrientes. Esta medida mejoraría los
aspectos ambientales y no requeriría mayores inversiones, eventualmente tendría
escaso incremento de costos y tiempo de trabajo.
Los resultados reafirman lo planteado por
Watson et al., (2003) en el sentido
de que la distribución espacial de nutrientes (e impactos físicos y biológicos)
observada con cerdos a campo, debe considerarse en el diseño de muestreos para
el análisis del suelo.
En relación a las variables analizadas la RP y P Bray fueron las más
sensibles a cambios de manejo e indicadoras de problemas ambientales. La RP es más fácil y rápida de
medir que la DA,
pero tiene la desventaja que requiere equipos específicos (penetrómetro) y tiene
fuerte dependencia con la humedad del suelo. De todos modos es posible
identificar límites claros en los que se pasa de una situación ambiental a
otra, se pueden realizar muchas mediciones rápidamente, y permite identificar
cambios tendenciales. Desde el punto de vista de los nutrientes los sistemas de
cerdos a campo son generalmente excedentarios. En suelos similares a los del
presente trabajo el contenido de P Bray, parece la variable más relevante para
detectar cambios de manejo en el largo plazo y nitrógeno en el corto plazo.
Dada la existencia de multiplicidad de
factores que controlan el balance de materia orgánica del suelo, y como los
manejos que modifican el COS afectan a su vez directa o indirectamente otras
características fisicoquímicas, varios autores han planteado su uso como
indicador de calidad del suelo (Bautista et
al., 2004). Sin embargo, en el presente trabajo las variaciones del COS no
parecen un buen indicador del efecto diferencial de los manejos sobre el suelo
relacionados a los cerdos a campo. Analizar la MOP podría ser una alternativa, sin embargo aún
hay relativamente pocos estudios en este sentido.
El pH por ser rápido y económico, podría ser
un indicador interesante para descartar situaciones extremas, pero dado que los
valores del pH en los suelos cultivados sufren importantes oscilaciones en el
tiempo mayores a la diferencia encontrada entre zonas del suelo con cerdos,
pensamos no sería un buen indicador en situaciones no extremas. La CE siendo también de análisis
rápido y económico tuvo mayor variabilidad frente a los cambios de manejo y
mayor correlación con la acumulación de nutrientes que el pH.
Esperamos que este trabajo contribuya para analizar
posibles impactos antes de una intervención antrópica, monitorear impactos de
las mismas o ayudar a identificar puntos críticos en relación al manejo
sostenible de los recursos.
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