(Voisin, A. 1971. Dinámica de los pastos. Editorial Tecnos. Madrid. España. 452 p)
Continuamos en esta tercera parte sintetizando los aspectos más relevantes según nuestro punto de vista, del libro “Dinámica de los pastos"manteniendo el orden dado por Voisin.
La primer parte se puede ver en: Dinámica de los pastos (parte 1). de Voisin, 1971.
La seunda parte se puede ver en: Dinámica de los pastos (parte 2). de Voisin, 1971.
Influencia del abono nitrogenado sobre la flora pratense
“La
acción de los abonos nitrogenados sobre los pastos ha sido estudiada
sobre todo desde el punto de vista del rendimiento.
Este es el caso de la mayor parte de los problemas referentes a los
pastos; lo que n deja de ser normal, ya que finalmente se trata
siempre de obtener de los mismos un rendimiento óptimo. No olvidando
que esos rendimientos deben ser valorados a través de los resultados
observados en los animales sobre el pasto
y no computando los rendimientos en materia seca y de las pretendidas
proteínas. Pero lo que más sorprende es la irregularidad de los
resultados que incluso se traducen frecuentemente por notables
contradicciones” (Voisin, 1971).
En
conjunto, parece que la mayoría de los autores estiman que el aporte
de abonos nitrogenados tiende a hacer retroceder al trébol blanco en
los pastos, aunque no faltan observaciones en contrario. El problema
no es solo en cual es el porcentaje de trébol blanco (como fuente de
nitrógeno para las gramíneas). Se trata de producir económicamente
la mayor cantidad de forraje con elevado valor nutritivo y que
permita obtener animales sanos. Pero además hay que esforzarse en
regularizar la producción de hierba en el transcurso del año y
prolongarla al máximo posible. Entonces el asunto es combinar el
empleo de los abonos nitrogenados con el mantenimiento de una cierta
cantidad de tréboles, de tal forma, que se pueda obtener el mejor
rendimiento.
Los
abonos de fondo modifican el efecto de los abonos nitrogenados sobre
la flora. El nitrógeno puede compararse con la llama de una lámpara,
que no arde más que cuando tiene aceite (abono de fondo). Por otra
parte el retroceso del trébol blanco cuando se fertiliza con
nitrógeno es menos marcado cuando se fertiliza con potasio. Además
en ciertas circunstancias el trébol blanco puede aumentar con el
agregado de fertilizantes nitrogenados.
El
azufre desempeña un importante rol en el metabolismo del nitrógeno,
ya que se trata de un elemento que forma parte de ciertas proteínas.
La carencia de azufre retrasa la síntesis de dichas proteínas,
produciendo en la planta un acumulo de cuerpos nitrogenados,
minerales u orgánicos.
En
las leguminosas, si bien hasta ahora no se a demostrado que el azufre
juegue un rol determinado en la fijación biológica de nitrógeno
(FBN), dicho papel parece probable ya que hay estudios que demuestran
que el agregado de azufre cambia el color, tamaño y número de
nódulos. Por otra parte, el molibdeno desempeña un papel cierto en
la FBN. Ahora bien existe una interacción entre el efecto del azufre
y el del molibdeno sobre los nódulos de las leguminosas. La
aportación de molibdeno no aumenta el número de nódulos gruesos
más que en presencia de azufre.
El
aporte de azufre favorece el desarrollo de los tréboles den los
pastos. El uso de superfosfato (que contiene sulfato cálcico) ejerce
un marcado efecto sobre la flora aún en suelos que tiene elevada
cantidad de fósforo. Walker (1955) y Walker y Adams (1958) (citados
por Voisin, 1971) creen que se a atribuido en demasía al fosfato de
los superfosfatos la causa del efecto favorable ejercido por este
fertilizante sobre el crecimiento del trébol blanco, mientras que
sobre otros muchos suelos este efecto puede ser debido al sulfato
cálcico. Advirtamos que en suelos ligeramente ácidos, pero ricos en
manganeso asimilable, pueden obtenerse malos resultados con los
superfosfatos por el hecho de que el yeso aumenta la absorción de
manganeso, creando un antagonismo manganeso-molibdeno.
Competencia
entre las gramíneas y los tréboles del pasto frente al azufre del
suelo.
En
suelos de pastoreo bien secos, la mayor parte del azufre se encuentra
bajo la forma orgánica. En la capa superficial del suelo la relación
N/S es bastante constante y las gramíneas utilizan virtualmente todo
el nitrógeno y el azufre mineral asimilable por el hecho de la
descomposición microbiana de la materia orgánica. Los tréboles
recibirán entonces el azufre de una fuente exterior (atmósfera o
abono) y fijarán el nitrógeno mediante simbiosis. De ello resulta
que, en ausencia de aportes exteriores de cantidades suficientes de
azufre, las gramíneas, en una asociación de gramíneas leguminosas,
llegarán a dominar casi por completo la flora.
Walker
en suelo neozelandés ha encontrad que agregando yeso (sulfato
cálcico) aumenta notablemente la proporción de tréboles y el
rendimiento total (gramíneas + leguminosas) aún a bajas dosis de
yeso como 28 kg/ha. Por otro lado cantidades suficientes de azufre en
el suelo impiden que el trébol blanco retroceda como consecuencia
del abono nitrogenado.
La
acción de los fertilizantes nitrogenados sobre la flora está
igualmente relacionada con la importancia de las lluvias (naturales o
artificiales).
El
empleo del nitrógeno en los pastizales no puede desligarse de los
sistemas de explotación. El N no ejerce la misma influencia sobre la
flora de un prado de siega que sobre la de los pastizales. Veamos las
consecuencias de los sistemas de explotación sobre la relación
entre los abonos nitrogenados y el trébol blanco. En los pastos
intensamente usados por el ganado, la sombra es relativamente débil.
Por este motivo se puede llegar a mantener una proporción de trébol
blanco mucho más elevada en un pastizal a diente (aunque reciba
importantes aportes de nitrógeno) que en un prado de siega en el que
se realicen unos pocos cortes anuales.
Por otro lado hemos visto que el trébol blanco se desarrolla mucho
peor en suelos no apisonados de los prados de siega. Se comprende por
tanto que el aporte de N hará retroceder mucho menos al trébol
blanco sobre pastizal a diente que sobre un prado de siega, sin
hablar de la sombra.
Un
aspecto muy olvidado, y que rara vez se ha tenido en cuenta en las
experiencias, es el empleo del abono nitrogenado en los pastos; va
estrechamente ligado al sistema de pastoreo. Desde el punto de vista
general es preciso no olvidar lo siguiente : “tanto si se siega con
hoz o con cosechadora, o si se arrancan las zanahorias a mano o a
máquina, en ningún caso el sistema de recolección modifica la
aplicación del abono nitrogenado”. “Con los pastos no sucede lo
mismo: el sistema de pastoreo condiciona y regula el empleo del abono
nitrogenado”. Desgraciadamente no se ha estudiado, por así
decirlo, esta estrecha relación existente entre el empleo de los
abonos nitrogenados y el sistema de pastoreo, ya se trate de la salud
de los animales o de la flora.
Los
aportes nitrogenados deben realizarse distribuidos en el año, una
fuerte dosis aplicada de una sola vez, puede ocasionar importante
modificaciones para la flora, peligro para los animales y
contaminación ambiental. Los aportes prudenciales de nitrógeno
permiten obtener una producción de hierba mucho más regular.
Desgraciadamente, el nitrógeno aportado por el TB no parece permitir
la compensación del descenso de producción de verano, como lo
permite sin embargo el empleo prudencial de los abonos nitrogenados.
El aporte de N permite además prolongar la estación de pastoreo,
permitiendo el pastoreo un poco más temprano al inicio de la
estación y además prolongar la estación de pastoreo, especialmente
por el aporte de las gramíneas.
El
abono nitrogenado así como el TB pueden presentar inconvenientes
para el animal, como meteorismo entre otros. Debemos repetir hasta la
saciedad que el animal es el juez supremo de todos los sistemas de
explotación de los pastos.
La
naturaleza del abono nitrogenado y su influencia en la flora es un
asunto muy discutido. La aplicación continua de sulfato de amonio
hace desaparecer las leguminosas, y acidifica el suelo. El nitrato
sódico no suprime tanto a las leguminosas y estimula el desarrollo
de otras gramíneas no promocionadas por el uso de sulfato de amonio.
No
hay que olvidar que el abono nitrogenado puede convertir a ciertas
gramíneas en altamente sensibles frente al ataque de enfermedades
criptogámicas (causadas por hongos), lo que contribuirá
evidentemente a la disminución de estas gramíneas modificando la
flora. Esta sensibilidad puede ser distinta según la naturaleza del
fertilizante.
Los abonos orgánicos y la flora pratense
Es
posible usar en los pastos abonos sólidos (estiércol y compost) y/o
semilíquidos (purines, etc). La utilización de abonos orgánicos en
los pastos ha suscitado muchas controversias que no podemos examinar
aquí. Parece admitirse que es preferible aplicar los abonos
semilíquidos en los pastos que en las tierras de labor. Se aconseja,
utilizarlos en los prados de siega y no en los pastos, sobre los que
los animales hacen un aporte directo de excrementos.
Estos
abonos como los demás ejercen una acción determinada, debida a los
elementos que contienen. Como son relativamente pobres en ácido
fosfórico (pobreza extrema en el caso de los purines), se ha
estimado con frecuencia que podrían modificar la flora por exceso de
potasio (desequilibrio). No obstante los abonos orgánicos actúan a
través de otros muchos elementos, conocidos o desconocidos.
Particularmente muchos modifican la microflora y microfauna del
suelo.
Debemos
recordar que esta acción depende de otros factores, en particular
del sulo.
El
estiércol y el compost parecen, en general, modificar poco la flora.
El estiércol aumenta, sobre todo, el porcentaje de leguminosas
cuando el suelo está empobrecido en fosfatos y potasa. Los abonos
orgánicos líquidos como el purín que es extremadamente pobre en
fósforo y cal, así como proporcionalmente ricos en nitrógeno y
potasio, no pueden conducir más que a desequilibrios en el suelo y
la flora si no se toman las medidas necesarias para completar las
estercoladuras.
Bleichert
1951, citado por Voisin (1971) ha comprobado que el aporte de purín
a los pastos (sin abono complementario) reduce un 90% el número de
Azotobacter, bacteria fijadora de nitrógeno del aire. Es evidente
que semejante perturbación en la vida del suelo no puede quedar sin
efectos en la flora.
El
purín y los abonos semilíquidos, favorecen especialmente el
desarrollo de las umbelíferas. Boas 1949 (citado por Voisin, 1971)
estima que este aumento se debe al aporte al suelo de ciertas
hormonas y una importante cantidad de iones cloro. Hacer pastar
reduce este efecto, el pie del animal hace retroceder a las
umbelíferas, que son sensibles al pisoteo.
Es
evidente que los abonos líquidos orgánicos intervienen, como los
nitrogenados, en la lucha por la vida entre las plantas. El N del
purín favorece en este caso al desarrollo de las gramíneas y a las
hierbas altas, que sofoca a las gramíneas y leguminosas bajas,
incluso si se aplica fosfatos. Esta combinación de todas formas
genera menos cambio en la flora, con excepción del estrago que
produce en los tréboles, que parece muy difícil de evitar. Por otra
parte el abono semilíquido fresco (más parecido a los excrementos
depositados directamente durante el pastoreo) parece perjudicar menos
a la flora. El método más sencillo para remediar las degeneraciones
de la flora ocasionadas por el abono semilíquido es es evidentemente
el interrumpir su aplicación, mejorando rápidamente en pocos años.
Para
mejorar un pasto es preciso, ante todo, suprimir las causas de
degeneración de la flora (Vosinin, 1971).
¿Mejora los pastos el rastrillado?
Discusión
sin fin. Se escuchan las afirmaciones más contradictorias, lanzadas
con tanta seguridad en un sentido como en otro. La única forma de
conciliar ambos criterios sería la de obtener resultados precisos.
No obstante, éstos escsean. Mejor dicho, puede decirse que no existe
resultado alguno, ya que las cifras dadas por los diversos autores
parecen haber sido establecidas teóricamente y no como consecuencia
de experiencias prolongadas y precisas. Algunas veces incluso se
tiene la impresión de que se trata de juicios establecidos a priori.
La
historia técnica de la agricultura es, desgraciadamente, muy poco
conocida; no obstante, resulta muy instructivo repasar viejos libros
y antiguas revistas agrícolas. Por ello me ha parecido interesante
echar una mirada retrospectiva sobre la pequeña historia del
rastrillado de las praderas (los últimos 80 años). A continuación
Voisin plantea diferentes opiniones a favor y en contra desde 1879
desde “la academia”, para posteriormente plantear un sugestivo
título: “El plebiscito campesino, ¿condena el rastrillado de los
pastos?”. Continua, “he encontrado cultivadores que opinan que el
rastrillado había mejorado los pastos. Pero es preciso confesar que
su número es muy pequeño y que la inmensa mayoría de los
agricultores de todos los países no rastrillan sus pastos. Puede
objetarse que ello puede ser debido a pereza o a negligencia. Es
posible, pero lo que aún es más grave e inquietante es que muchos
agricultores rastrillaban y no rastrillan ya. Mientras tanto,
esperamos que experimentaciones más concretas y de suficiente
duración permitan emitir un juicio más sólido. Por mi parte me
muestro reservado en lo que respecta a los efectos favorables del
rastrillado sobre la flora y sobre el rendimiento de los pastos.”
Uno
de los argumentos de los defensores del rastrillado es el de que
permite la aireación del suelo muy apisonado. Sabemos que el suelo
del pasto está poderosamente tratado y removido por los elementos
vivos del mismo, especialmente por los gusanos de tierra. Si el suelo
está apisonado y sin airear se debe a que los métodos defectuosos
de explotación han reducido y hasta aniquilado a estos “labradores”.
Destrucción
de las malas hierbas por productos químicos. Los herbicidas se
han utilizado, sobre todo en los cultivos de labor. Es indiscutible
que el empleo de estos ha mejorado las labores, contribuyendo así al
aumento del rendimiento de las cosechas. La utilización de los
herbicidas se ha desarrollado relativamente poco sobre los pastos. Es
posible que en el futuro, la aplicación de estos productos químicos
adquiera cada vez mayor aplicación en los pastos. Pero la primera
cuestión es, saber cuáles son las “malas hierbas” que deben
destruirse. En efecto, la clasificación en: buenas hierbas (algunas
gramíneas y leguminosas) y malas hierbas (el resto), es realmente
demasiado simplista. Por ejemplo clasificar al llantén y al diente
de león como mala hierba parece muy aventurado, cuando es sabido que
son muy apetecibles por el ganado y además contienen elementos
nutritivos y protectores muy útiles. Otro aspecto relevantes es que,
la destrucción química de una mala hierba no hace desaparecer las
causas de su existencia. Existen “verdaderas” malas hierbas que
son signo de un suelo rico y vivo como el cardo, pero la mayor parte
de ellas reflejan un suelo degenerado, degradado, empobrecido,
demasiado ácido, húmedo, etc.
Insecticidas
y gusanos de tierra. Más adelante veremos la influencia de los
gusanos de tierra sobre la flora y los rendimientos de los pastos.
Ahora bien, los productos utilizados en los diversos tratamientos
pueden, al penetrar en el suelo, ser nefastos para los gusanos de
tierra y la vida del suelo y por consiguiente, perjudicar
indirectamente a la flora.
Gusanos de tierra, flora y civilización.
Los
gusanos de tierra abarcan varios géneros y especies que se
diferencian entre otras cosas por el tipo de alimento que consumen
(desde hojas apenas descompuestas hasta de humus), el lugar donde
depositan sus excrementos, la profundidad en la que se encuentran,
sus hábitos, la capacidad de “remover la tierra”, modificar la
microflora del suelo y de hace asimilables los elementos del suelo.
“El gusano de tierra no es solamente un labrador removedor de
tierra, es también un notabilísimo químico”.
La
flora de los pastos mejora paralelamente con el aumento de los
gusanos de tierra, por tanto, se plantea la cuestión de saber en que
forma podemos ayudar a los gusanos de tierra, sobre todo a ciertas
lombrices.
La
acidez del suelo y los gusanos de tierra. Como en todas las
cuestiones relacionadas con la acidez, debemos preguntarnos, en
primer lugar, se es la acidez misma o es el escaso contenido en
calcio asimilable lo que perjudica a los gusanos de tierra.
Posiblemente sean ambas, hay acuerdo en que, una aportación moderada
de cal a un suelo ácido y pobre en calcio favorece al desarrollo de
la mayor parte de los gusanos de tierra activos.
El
empleo consecutivo de sulfato amónico como fertilizante perjudica a
los gusanos de tierra, especialmente en suelos levemente ácidos al
aumentar su acidez. Jacob 1952 (citado por Voisin, 1971) estima que
generalmente se observa aumento de gusanos de tierra con aporte de
abonos nitrogenados, no por el enriquecimiento del suelo, sino por el
aumento de la sombra y de la disponibilidad de mayor cantidad de
alimento, en forma de raíces muertas u hojas caídas. En este
sentido el retorno al suelo de los excrementos de los animales que
pastan aumenta el número y peso de los gusanos de tierra.
“Recordemos
que la población animal que se encuentra bajo la hierba tiene un
peso por lo menos dos veces más elevado que la de bovinos (u otros)
que pastan en la misma hierba. Resulta lógico, por tanto, que
nuestros esfuerzos como ganaderos no se limiten solamente a la
selección del ganado vacuno, sino que se extienda igualmente a los
animales del subsuelo del pasto.”
Czerwinka
miembro del célebre Instituto de sociología Vegetal Aplicada de
Austria dice así (citado pro Voisin, 1971): “Paralelamente a la
mejora o a la degeneración de la asociación vegetal, se produce una
evolución en la microflora y en la microfauna del suelo. Debemos,
pues, conceder tanta atención a la evolución de estas asociaciones
vivas del suelo como a la de la flora del pasto.” “Uno de los
grandes progresos de la humanidad fue domesticar los animales. ¿no
deberíamos esforzarnos también en domesticar y mejorar esa multitud
de animales minúsculos que trabajan gratuitamente en nuestros
pastos, removiendo cada año más cantidad de tierra por hectárea
que la que podamos remover nosotros con nuestras más modernas
máquinas, gastando mucho carburante y mano de obra?”.
“Una
de las mayores enseñanzas de la ecología dinámica de los pastos es
esta estrecha correlación entre la vida del suelo y su flora, o lo
que es lo mismo, la estrecha correlación de los elementos vivos del
suelo con la planta, el animal y el ser humano” (Voisin, 1971).
(fin de la tercera parte, continua en conclusiones)
ver última parte: Conclusiones.
(fin de la tercera parte, continua en conclusiones)
ver última parte: Conclusiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario