5 jun 2013

Dinámica de los pastos (parte 3). de Voisin, 1971.

(Voisin, A. 1971. Dinámica de los pastos. Editorial Tecnos. Madrid. España. 452 p)

Continuamos en esta tercera parte sintetizando los aspectos más relevantes según nuestro punto de vista, del libro   “Dinámica de los pastos"manteniendo el orden dado por Voisin.

La primer parte se puede ver en: Dinámica de los pastos (parte 1). de Voisin, 1971.

La seunda parte se puede ver en: Dinámica de los pastos (parte 2). de Voisin, 1971.

 

 Influencia del abono nitrogenado sobre la flora pratense

La acción de los abonos nitrogenados sobre los pastos ha sido estudiada sobre todo desde el punto de vista del rendimiento. Este es el caso de la mayor parte de los problemas referentes a los pastos; lo que n deja de ser normal, ya que finalmente se trata siempre de obtener de los mismos un rendimiento óptimo. No olvidando que esos rendimientos deben ser valorados a través de los resultados observados en los animales sobre el pasto y no computando los rendimientos en materia seca y de las pretendidas proteínas. Pero lo que más sorprende es la irregularidad de los resultados que incluso se traducen frecuentemente por notables contradicciones” (Voisin, 1971).
En conjunto, parece que la mayoría de los autores estiman que el aporte de abonos nitrogenados tiende a hacer retroceder al trébol blanco en los pastos, aunque no faltan observaciones en contrario. El problema no es solo en cual es el porcentaje de trébol blanco (como fuente de nitrógeno para las gramíneas). Se trata de producir económicamente la mayor cantidad de forraje con elevado valor nutritivo y que permita obtener animales sanos. Pero además hay que esforzarse en regularizar la producción de hierba en el transcurso del año y prolongarla al máximo posible. Entonces el asunto es combinar el empleo de los abonos nitrogenados con el mantenimiento de una cierta cantidad de tréboles, de tal forma, que se pueda obtener el mejor rendimiento.

Los abonos de fondo modifican el efecto de los abonos nitrogenados sobre la flora. El nitrógeno puede compararse con la llama de una lámpara, que no arde más que cuando tiene aceite (abono de fondo). Por otra parte el retroceso del trébol blanco cuando se fertiliza con nitrógeno es menos marcado cuando se fertiliza con potasio. Además en ciertas circunstancias el trébol blanco puede aumentar con el agregado de fertilizantes nitrogenados.

El azufre desempeña un importante rol en el metabolismo del nitrógeno, ya que se trata de un elemento que forma parte de ciertas proteínas. La carencia de azufre retrasa la síntesis de dichas proteínas, produciendo en la planta un acumulo de cuerpos nitrogenados, minerales u orgánicos.
En las leguminosas, si bien hasta ahora no se a demostrado que el azufre juegue un rol determinado en la fijación biológica de nitrógeno (FBN), dicho papel parece probable ya que hay estudios que demuestran que el agregado de azufre cambia el color, tamaño y número de nódulos. Por otra parte, el molibdeno desempeña un papel cierto en la FBN. Ahora bien existe una interacción entre el efecto del azufre y el del molibdeno sobre los nódulos de las leguminosas. La aportación de molibdeno no aumenta el número de nódulos gruesos más que en presencia de azufre.

El aporte de azufre favorece el desarrollo de los tréboles den los pastos. El uso de superfosfato (que contiene sulfato cálcico) ejerce un marcado efecto sobre la flora aún en suelos que tiene elevada cantidad de fósforo. Walker (1955) y Walker y Adams (1958) (citados por Voisin, 1971) creen que se a atribuido en demasía al fosfato de los superfosfatos la causa del efecto favorable ejercido por este fertilizante sobre el crecimiento del trébol blanco, mientras que sobre otros muchos suelos este efecto puede ser debido al sulfato cálcico. Advirtamos que en suelos ligeramente ácidos, pero ricos en manganeso asimilable, pueden obtenerse malos resultados con los superfosfatos por el hecho de que el yeso aumenta la absorción de manganeso, creando un antagonismo manganeso-molibdeno.

Competencia entre las gramíneas y los tréboles del pasto frente al azufre del suelo.
En suelos de pastoreo bien secos, la mayor parte del azufre se encuentra bajo la forma orgánica. En la capa superficial del suelo la relación N/S es bastante constante y las gramíneas utilizan virtualmente todo el nitrógeno y el azufre mineral asimilable por el hecho de la descomposición microbiana de la materia orgánica. Los tréboles recibirán entonces el azufre de una fuente exterior (atmósfera o abono) y fijarán el nitrógeno mediante simbiosis. De ello resulta que, en ausencia de aportes exteriores de cantidades suficientes de azufre, las gramíneas, en una asociación de gramíneas leguminosas, llegarán a dominar casi por completo la flora.

Walker en suelo neozelandés ha encontrad que agregando yeso (sulfato cálcico) aumenta notablemente la proporción de tréboles y el rendimiento total (gramíneas + leguminosas) aún a bajas dosis de yeso como 28 kg/ha. Por otro lado cantidades suficientes de azufre en el suelo impiden que el trébol blanco retroceda como consecuencia del abono nitrogenado.

La acción de los fertilizantes nitrogenados sobre la flora está igualmente relacionada con la importancia de las lluvias (naturales o artificiales).

El empleo del nitrógeno en los pastizales no puede desligarse de los sistemas de explotación. El N no ejerce la misma influencia sobre la flora de un prado de siega que sobre la de los pastizales. Veamos las consecuencias de los sistemas de explotación sobre la relación entre los abonos nitrogenados y el trébol blanco. En los pastos intensamente usados por el ganado, la sombra es relativamente débil. Por este motivo se puede llegar a mantener una proporción de trébol blanco mucho más elevada en un pastizal a diente (aunque reciba importantes aportes de nitrógeno) que en un prado de siega en el que se realicen unos pocos cortes anuales. Por otro lado hemos visto que el trébol blanco se desarrolla mucho peor en suelos no apisonados de los prados de siega. Se comprende por tanto que el aporte de N hará retroceder mucho menos al trébol blanco sobre pastizal a diente que sobre un prado de siega, sin hablar de la sombra.

Un aspecto muy olvidado, y que rara vez se ha tenido en cuenta en las experiencias, es el empleo del abono nitrogenado en los pastos; va estrechamente ligado al sistema de pastoreo. Desde el punto de vista general es preciso no olvidar lo siguiente : “tanto si se siega con hoz o con cosechadora, o si se arrancan las zanahorias a mano o a máquina, en ningún caso el sistema de recolección modifica la aplicación del abono nitrogenado”. “Con los pastos no sucede lo mismo: el sistema de pastoreo condiciona y regula el empleo del abono nitrogenado”. Desgraciadamente no se ha estudiado, por así decirlo, esta estrecha relación existente entre el empleo de los abonos nitrogenados y el sistema de pastoreo, ya se trate de la salud de los animales o de la flora.

Los aportes nitrogenados deben realizarse distribuidos en el año, una fuerte dosis aplicada de una sola vez, puede ocasionar importante modificaciones para la flora, peligro para los animales y contaminación ambiental. Los aportes prudenciales de nitrógeno permiten obtener una producción de hierba mucho más regular. Desgraciadamente, el nitrógeno aportado por el TB no parece permitir la compensación del descenso de producción de verano, como lo permite sin embargo el empleo prudencial de los abonos nitrogenados. El aporte de N permite además prolongar la estación de pastoreo, permitiendo el pastoreo un poco más temprano al inicio de la estación y además prolongar la estación de pastoreo, especialmente por el aporte de las gramíneas.

El abono nitrogenado así como el TB pueden presentar inconvenientes para el animal, como meteorismo entre otros. Debemos repetir hasta la saciedad que el animal es el juez supremo de todos los sistemas de explotación de los pastos.

La naturaleza del abono nitrogenado y su influencia en la flora es un asunto muy discutido. La aplicación continua de sulfato de amonio hace desaparecer las leguminosas, y acidifica el suelo. El nitrato sódico no suprime tanto a las leguminosas y estimula el desarrollo de otras gramíneas no promocionadas por el uso de sulfato de amonio.

No hay que olvidar que el abono nitrogenado puede convertir a ciertas gramíneas en altamente sensibles frente al ataque de enfermedades criptogámicas (causadas por hongos), lo que contribuirá evidentemente a la disminución de estas gramíneas modificando la flora. Esta sensibilidad puede ser distinta según la naturaleza del fertilizante.

Los abonos orgánicos y la flora pratense


Es posible usar en los pastos abonos sólidos (estiércol y compost) y/o semilíquidos (purines, etc). La utilización de abonos orgánicos en los pastos ha suscitado muchas controversias que no podemos examinar aquí. Parece admitirse que es preferible aplicar los abonos semilíquidos en los pastos que en las tierras de labor. Se aconseja, utilizarlos en los prados de siega y no en los pastos, sobre los que los animales hacen un aporte directo de excrementos.

Estos abonos como los demás ejercen una acción determinada, debida a los elementos que contienen. Como son relativamente pobres en ácido fosfórico (pobreza extrema en el caso de los purines), se ha estimado con frecuencia que podrían modificar la flora por exceso de potasio (desequilibrio). No obstante los abonos orgánicos actúan a través de otros muchos elementos, conocidos o desconocidos. Particularmente muchos modifican la microflora y microfauna del suelo.
Debemos recordar que esta acción depende de otros factores, en particular del sulo.

El estiércol y el compost parecen, en general, modificar poco la flora. El estiércol aumenta, sobre todo, el porcentaje de leguminosas cuando el suelo está empobrecido en fosfatos y potasa. Los abonos orgánicos líquidos como el purín que es extremadamente pobre en fósforo y cal, así como proporcionalmente ricos en nitrógeno y potasio, no pueden conducir más que a desequilibrios en el suelo y la flora si no se toman las medidas necesarias para completar las estercoladuras.

Bleichert 1951, citado por Voisin (1971) ha comprobado que el aporte de purín a los pastos (sin abono complementario) reduce un 90% el número de Azotobacter, bacteria fijadora de nitrógeno del aire. Es evidente que semejante perturbación en la vida del suelo no puede quedar sin efectos en la flora.

El purín y los abonos semilíquidos, favorecen especialmente el desarrollo de las umbelíferas. Boas 1949 (citado por Voisin, 1971) estima que este aumento se debe al aporte al suelo de ciertas hormonas y una importante cantidad de iones cloro. Hacer pastar reduce este efecto, el pie del animal hace retroceder a las umbelíferas, que son sensibles al pisoteo.

Es evidente que los abonos líquidos orgánicos intervienen, como los nitrogenados, en la lucha por la vida entre las plantas. El N del purín favorece en este caso al desarrollo de las gramíneas y a las hierbas altas, que sofoca a las gramíneas y leguminosas bajas, incluso si se aplica fosfatos. Esta combinación de todas formas genera menos cambio en la flora, con excepción del estrago que produce en los tréboles, que parece muy difícil de evitar. Por otra parte el abono semilíquido fresco (más parecido a los excrementos depositados directamente durante el pastoreo) parece perjudicar menos a la flora. El método más sencillo para remediar las degeneraciones de la flora ocasionadas por el abono semilíquido es es evidentemente el interrumpir su aplicación, mejorando rápidamente en pocos años.

Para mejorar un pasto es preciso, ante todo, suprimir las causas de degeneración de la flora (Vosinin, 1971).

¿Mejora los pastos el rastrillado?


Discusión sin fin. Se escuchan las afirmaciones más contradictorias, lanzadas con tanta seguridad en un sentido como en otro. La única forma de conciliar ambos criterios sería la de obtener resultados precisos. No obstante, éstos escsean. Mejor dicho, puede decirse que no existe resultado alguno, ya que las cifras dadas por los diversos autores parecen haber sido establecidas teóricamente y no como consecuencia de experiencias prolongadas y precisas. Algunas veces incluso se tiene la impresión de que se trata de juicios establecidos a priori.

La historia técnica de la agricultura es, desgraciadamente, muy poco conocida; no obstante, resulta muy instructivo repasar viejos libros y antiguas revistas agrícolas. Por ello me ha parecido interesante echar una mirada retrospectiva sobre la pequeña historia del rastrillado de las praderas (los últimos 80 años). A continuación Voisin plantea diferentes opiniones a favor y en contra desde 1879 desde “la academia”, para posteriormente plantear un sugestivo título: “El plebiscito campesino, ¿condena el rastrillado de los pastos?”. Continua, “he encontrado cultivadores que opinan que el rastrillado había mejorado los pastos. Pero es preciso confesar que su número es muy pequeño y que la inmensa mayoría de los agricultores de todos los países no rastrillan sus pastos. Puede objetarse que ello puede ser debido a pereza o a negligencia. Es posible, pero lo que aún es más grave e inquietante es que muchos agricultores rastrillaban y no rastrillan ya. Mientras tanto, esperamos que experimentaciones más concretas y de suficiente duración permitan emitir un juicio más sólido. Por mi parte me muestro reservado en lo que respecta a los efectos favorables del rastrillado sobre la flora y sobre el rendimiento de los pastos.”

Uno de los argumentos de los defensores del rastrillado es el de que permite la aireación del suelo muy apisonado. Sabemos que el suelo del pasto está poderosamente tratado y removido por los elementos vivos del mismo, especialmente por los gusanos de tierra. Si el suelo está apisonado y sin airear se debe a que los métodos defectuosos de explotación han reducido y hasta aniquilado a estos “labradores”.

Destrucción de las malas hierbas por productos químicos. Los herbicidas se han utilizado, sobre todo en los cultivos de labor. Es indiscutible que el empleo de estos ha mejorado las labores, contribuyendo así al aumento del rendimiento de las cosechas. La utilización de los herbicidas se ha desarrollado relativamente poco sobre los pastos. Es posible que en el futuro, la aplicación de estos productos químicos adquiera cada vez mayor aplicación en los pastos. Pero la primera cuestión es, saber cuáles son las “malas hierbas” que deben destruirse. En efecto, la clasificación en: buenas hierbas (algunas gramíneas y leguminosas) y malas hierbas (el resto), es realmente demasiado simplista. Por ejemplo clasificar al llantén y al diente de león como mala hierba parece muy aventurado, cuando es sabido que son muy apetecibles por el ganado y además contienen elementos nutritivos y protectores muy útiles. Otro aspecto relevantes es que, la destrucción química de una mala hierba no hace desaparecer las causas de su existencia. Existen “verdaderas” malas hierbas que son signo de un suelo rico y vivo como el cardo, pero la mayor parte de ellas reflejan un suelo degenerado, degradado, empobrecido, demasiado ácido, húmedo, etc.

Insecticidas y gusanos de tierra. Más adelante veremos la influencia de los gusanos de tierra sobre la flora y los rendimientos de los pastos. Ahora bien, los productos utilizados en los diversos tratamientos pueden, al penetrar en el suelo, ser nefastos para los gusanos de tierra y la vida del suelo y por consiguiente, perjudicar indirectamente a la flora.

Gusanos de tierra, flora y civilización.


Los gusanos de tierra abarcan varios géneros y especies que se diferencian entre otras cosas por el tipo de alimento que consumen (desde hojas apenas descompuestas hasta de humus), el lugar donde depositan sus excrementos, la profundidad en la que se encuentran, sus hábitos, la capacidad de “remover la tierra”, modificar la microflora del suelo y de hace asimilables los elementos del suelo. “El gusano de tierra no es solamente un labrador removedor de tierra, es también un notabilísimo químico”.

La flora de los pastos mejora paralelamente con el aumento de los gusanos de tierra, por tanto, se plantea la cuestión de saber en que forma podemos ayudar a los gusanos de tierra, sobre todo a ciertas lombrices.
La acidez del suelo y los gusanos de tierra. Como en todas las cuestiones relacionadas con la acidez, debemos preguntarnos, en primer lugar, se es la acidez misma o es el escaso contenido en calcio asimilable lo que perjudica a los gusanos de tierra. Posiblemente sean ambas, hay acuerdo en que, una aportación moderada de cal a un suelo ácido y pobre en calcio favorece al desarrollo de la mayor parte de los gusanos de tierra activos.

El empleo consecutivo de sulfato amónico como fertilizante perjudica a los gusanos de tierra, especialmente en suelos levemente ácidos al aumentar su acidez. Jacob 1952 (citado por Voisin, 1971) estima que generalmente se observa aumento de gusanos de tierra con aporte de abonos nitrogenados, no por el enriquecimiento del suelo, sino por el aumento de la sombra y de la disponibilidad de mayor cantidad de alimento, en forma de raíces muertas u hojas caídas. En este sentido el retorno al suelo de los excrementos de los animales que pastan aumenta el número y peso de los gusanos de tierra.

“Recordemos que la población animal que se encuentra bajo la hierba tiene un peso por lo menos dos veces más elevado que la de bovinos (u otros) que pastan en la misma hierba. Resulta lógico, por tanto, que nuestros esfuerzos como ganaderos no se limiten solamente a la selección del ganado vacuno, sino que se extienda igualmente a los animales del subsuelo del pasto.”

Czerwinka miembro del célebre Instituto de sociología Vegetal Aplicada de Austria dice así (citado pro Voisin, 1971): “Paralelamente a la mejora o a la degeneración de la asociación vegetal, se produce una evolución en la microflora y en la microfauna del suelo. Debemos, pues, conceder tanta atención a la evolución de estas asociaciones vivas del suelo como a la de la flora del pasto.” “Uno de los grandes progresos de la humanidad fue domesticar los animales. ¿no deberíamos esforzarnos también en domesticar y mejorar esa multitud de animales minúsculos que trabajan gratuitamente en nuestros pastos, removiendo cada año más cantidad de tierra por hectárea que la que podamos remover nosotros con nuestras más modernas máquinas, gastando mucho carburante y mano de obra?”.

“Una de las mayores enseñanzas de la ecología dinámica de los pastos es esta estrecha correlación entre la vida del suelo y su flora, o lo que es lo mismo, la estrecha correlación de los elementos vivos del suelo con la planta, el animal y el ser humano” (Voisin, 1971).


(fin de la tercera parte, continua en conclusiones)
ver última parte: Conclusiones. 

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